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Opinión

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El séptimo año de AMLO, ¿qué pasará con los elefantes blancos?

¿Cómo andará la popularidad de AMLO a fines del 2025? ¿qué pasará con su “legado”? ¿Qué hará quien lo suceda en la Presidencia con sus obras emblemáticas, el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas, el aeropuerto Felipe Ángeles, el corredor logístico del Itsmo? ¿Cómo tratarán en el próximo sexenio las ocurrencias de López Obrador, por ejemplo, la aerolíneas, la creación del grupo empresarial del ejército?

En algún momento del próximo sexenio se hablará sin filtros de algunas de estas obras como de elefantes blancos, entidades que requieren millones de pesos cada año para funcionar. Exóticos animales administrativos que no producen ni siquiera lo necesario para cubrir sus costos de operación. Sueños lopezobradoristas que no necesariamente encajarán con la narrativa del próximo sexenio.

La expresión Elefante Blanco, dicen los entendidos, nace en el reino de Siam, lo que ahora es Tailandia. Los elefantes blancos eran considerados animales sagrados. Los reyes de Siam tenían la costumbre de regalar estos paquidermos a otros reyes y a algunos de sus súbditos. Algunas veces era una muestra de cariño y respeto sincero. Otras veces, era un regalo “envenenado” para una persona non grata: el súbdito debía agradecer el obsequio real y tratarlo muy bien. Esto implicaba gastar grandes cantidades de recursos para cuidar un animal de gran valor simbólico, del cual no podían obtener ningún beneficio tangible. Había el riesgo de arruinarse por mantener el elefante blanco, pero este riesgo era preferible a desatar la cólera del rey, por desatender su obsequio, o dejarlo morir.

La próxima presidenta (o presidente) recibirá una manada de elefantes blancos. Para empezar, tendrá una refinería con costos de producción sensiblemente más altos que los que tienen las refinerías de Texas (donde compramos la mayoría de los combustibles que ahora consumimos). La construcción de la refinería ya costó más del doble de lo previsto. En la operación saldrán a relucir problemas que los expertos anticiparon. Está en una parte del municipio de Paraíso donde hay inundaciones frecuentes. Ubicada en un lugar de Tabasco relativamente lejana de los principales centros de consumo. El área menos productiva de Pemex es Transformación Industrial, las refinerías son una maravilla en el relato presidencial , pero en la realidad son máquinas de destrucción masiva de capital. Pemex Transformación Industrial ha perdido decenas de miles de millones de pesos en este sexenio. Deer Park en Texas ha sido un magnífico negocio, entre otras cosas, porque no opera como las otras refinerías de Pemex. Una obra como la refinería de Dos Bocas está pensada para amortizar sus costos en 15 años o más. En la próxima década, el mundo habrá dado grandes pasos en la transición a la electromovilidad, la pregunta ¿qué hacemos con las refinerías? Se oirá cada vez más fuerte, más o menos como el barritar de los elefantes en la selva, o en un zoológico.

La próxima mandataria (o mandatario) tendrá un tren que ha generado enormes expectativas, pero no tiene un modelo de negocio claro, ni respuestas a preguntas básicas. Su costo pasó de 156,000 millones a 359,000 millones de pesos. Hay lugares en la ruta del Tren Maya, por ejemplo, en Campeche, donde no se ha definido dónde estarán y cómo funcionarán las zonas de carga. Transportar pasajeros no alcanza para sacar los costos. Si no se resuelve la cuestión de la carga, habrá que preparar cientos de millones de pesos cada año para subsidiar la operación del Tren. La presidenta (o presidente) que venga tendrá también que lidiar con los problemas medioambientales de la construcción y operación del tren. En los próximos años, seguramente, sabremos medir mejor esos costos. Quizá seamos capaces de usar esas mediciones para deslindar y/o fincar responsabilidades.

El aeropuerto Felipe Ángeles empezará a entregar números negros el próximo sexenio. Estos son buenos, pero no compensarán los costos de cancelar el aeropuerto de Texcoco, que seguirá siendo un asunto millonario a resolver por el próximo Gobierno, en forma de los pagos a los tenedores de bonos. En el sector aéreo, la novedad es que tendremos aerolínea del ejército y la próxima presidenta (o presidente) deberá abrir la cartera para hacerla volar.

El corredor del Istmo es el proyecto más viable de las obras emblemáticas. Tiene todo el sentido del mundo, pero requerirá fuertes inversiones públicas y privadas. ¿De dónde saldrá el dinero para hacer viable este proyecto y para darle de comer a los elefantes blancos? La próxima mandataria (o mandatario) deberá arrancar con una propuesta de reforma fiscal que mejore los ingresos públicos. Eso es necesario, pero no será popular. Requerirá un acuerdo político y una presidenta (o presidente) dispuesto a tomar decisiones difíciles, sin pensar en su popularidad. Ya lo dijo uno de los ministros de finanzas del Rey Sol, “cobrar impuestos es el arte de desplumar un ave sin hacerla graznar”.

lmgonzalez@eleconomista.com.mx

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Licenciado en Economía por la Universidad de Guadalajara. Estudió el Master de Periodismo en El País, en la Universidad Autónoma de Madrid en 1994, y una especialización en periodismo económico en la Universidad de Columbia en Nueva York. Ha sido reportero, editor de negocios y director editorial del diario PÚBLICO de Guadalajara, y ha trabajado en los periódicos Siglo 21 y Milenio. Se ha especializado en periodismo económico y en periodismo de investigación, y ha realizado estancias profesionales en Cinco Días de Madrid y San Antonio Express News, de San Antonio, Texas.

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