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Opinión

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El socio de Beltrones

Paisanos, Luis Alejandro Capdevielle Flores y Manlio Fabio Beltrones coincidieron en la Ciudad de México, mientras se matriculaban en la UNAM. El primero, en la Facultad de Derecho; el segundo, en la Escuela de Economía. Ambos estrecharon su amistad gracias a Fernando Gutiérrez Barrios, aunque uno destacaba del resto de los colaboradores del reconocido exmilitar: vivía en una casona al poniente del Distrito Federal y manejaba un auto de lujo, regalo —decía a sus amigos— de su tío, Rodolfo Félix Valdés.

En las buenas y en las malas, Capdevielle y Beltrones han honrado medio siglo de amistad que se refleja en el único cargo político que el abogado ha detentado: diputado de la LXII Legislatura federal, en lugar de su compadre, quien dejó su curul para dirigir al PRI nacional en el verano del 2015.

En 1991, el economista alcanzó la gubernatura de Sonora y dos años después, su compadre pudo regresar a su entidad natal y lanzar Cambio que se convirtió en periódico local, tras de la liquidación de El Nacional.

En 1993, Capdevielle había registrado Diario La Expresión y bajo esa razón licitó por El Nacional Sonora, que en su relanzamiento albergó las columnas de Isabel Arvide, Álvaro Cepeda Neri, Carlos Ramírez y Alberto Barranco Chavarría. El gobernador Beltrones apostaba a la candidatura presidencial y además de un aparato mediático favorable —también incluía al Primera Plana— habilitó una oficina local de La Prensa, gracias a su amigo Tío Locho, Manuel Alonso.

El abogado sonorense acumuló otros sellos editoriales y antes de trabajar para la CIRT, fungió como presidente de la Asociación de Editores de Periódicos durante el sexenio foxista. En el 2005, su domicilio fiscal se ubicaba en el primer piso de la casona marcada con el número 39 de la calle Julio Verne, en la Colonia Polanco. En la planta baja funcionaba Habica, la empresa comercializadora de su ahijada, Sylvana Beltrones.

La también abogada había comenzado su vida laboral como adjunta del quinto visitador de la CNDH y en el 2008 —poco antes de casarse con Pablo Escudero— quiso invertir en un desarrollo inmobiliario frente a la parroquia de Jardines del Pedregal.

Capdevielle vendió la casona de Julio Verne —contigua a la sede de Agroasemex y a la Fundación Colosio, del PRI— y se mudó a un edificio de las Lomas de Chapultepec, donde habilitó su despacho y albergaría la sede capitalina de la fundación Beatriz Beltrones.

En el 2016, todo se derrumbó. Manlio Fabio renunció a la dirigencia nacional del tricolor. Para entonces, Capdevielle ya había vendido Diario La Expresión a la OEM. Cambio de Sonora había cambiado cerrado desde el 2007 ante la “falta de garantías y protección” por parte del gobierno estatal, que encabezaba el priista Eduardo Bours Castelo.

Cepeda Neri, apoyado por los hermanos Capdevielle, lanzó entonces la edición local de la revista Contralínea en las mismas instalaciones de la revista SonSet VIP, en Hermosillo.

En el 2001, el periodista regiomontano Ramón Alberto Garza había logrado que el premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, se involucrara con Editorial Televisa en el lanzamiento de la edición mexicana de Cambio, la revista colombiana que dirigía Roberto Pombo.

Una aventura periodística notable, pero breve. Esa publicación terminaría —luego de una fugaz gestión de la sobrina del líder perredista, Jesús Ortega— en el consorcio de Capital Media, del empresario mexiquense Anuar Maccise.

Periodista y columnista de El Economista, autor de Doña Perpetua: el poder y la opulencia de Elba Esther Gordillo. Elba Esther Gordillo contra la SEP.

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