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El suicidio político de Macron
“El hombre solo es un sueño. El hombre solo es una ilusión. Los soñamos en una soledad emblemática pero los hombres fingen que están solos. Es un engaño. Les llaman fieras, pero las fieras están solas. Sin duda son fieras en la arena, en otros lugares son animales domesticados”.
Lo escribe Yasmina Reza en su libro El alba la tarde o la noche (Anagrama, 2007), y lo escribió acompañando durante su campaña a Nicolas Sarkozy, el primer cowboy de la política francesa quien celebró su triunfo electoral en el restaurante Fouquet's de los Campos Elíseos de París; el personaje que demostró su amor a Claudia Bruni en Eurodisney.
Pocos lo imaginarían años después con serios problemas con la Justicia.
Sarkozy siempre estaba en movimiento. Su carrera política concluyó súbitamente como si hubiera terminado en tiempo récord un maratón.
François Hollande ganó a Sarkozy sin necesidad de segunda vuelta y al político socialista le tocaron los ataques terroristas en las terrazas parisinas.
Y también atestiguó el proceso de descomposición de los partidos históricos de la Quinta República heredados por el gaullismo. Macron se colocó un salvavidas y saltó a las corrientes marinas.
Macron prometió la revolución, pero ni de izquierda ni de derecha.
¿Qué le sucedió a Macron la noche del 9 de junio? Esa noche Le Pen y Bardella brindaron tras ganar las elecciones europarlamentarias. Macron no quiso ser objeto de burla. El pudor tiene un costo elevado para el presidente de Francia.
Teniendo mayoría en la Asamblea Macron adelantó elecciones legislativas sabiendo que no habría escenario positivo para él ni para su partido, Renacimiento. ¿Qué lleva a un presidente a rechazar la mayoría en la Asamblea para quedar bajo los escombros en un lamentable tercer puesto?
Un escenario muy pensado por el presidente podría ser el siguiente: Macron da por hecho que la ultraderecha ganará las legislativas, pero él se encargará de desgastarla desde la presidencia. Tiene dos años para hacerlo. Las elecciones presidenciales serán en 2027. Macron dirá: se los dije, la ultraderecha solo sabe criticar, pero no gobernar.
Este escenario está muy lejos de que ocurra. Primero llegarán las elecciones del domingo.
Macron le entrega la llave del poder a Reagrupamiento Nacional (RN), ramificación del cuerpo ideológico creado por Jean Marie Le Pen, Frente Popular, alias la ultraderecha francesa.
Un segundo escenario ubica un triple empate sin mayoría absoluta para nadie. Un largo año terminaría por desgastar a Macron.
¿Renunciaría? Dice que no lo hará.
Macron pensó que Hegel y Rousseau antes que el salario de los más desfavorecidos; prometió que entraría en contacto con la realidad (clase media) para enfriar la crisis que le abrió los chalecos amarillos. No lo hizo.
Llegó la pandemia y después se reeligió.
Macron ubicó a su partido quizá en el espacio abandonado por el Partido Socialista Francés y Los Republicanos. Su victoria no la celebró en el Fouquet’s, pero da la sensación que desde ahí, como metáfora, elaboró sus estrategias.
El inicio de los Juegos Olímpicos de París parece eterno, principalmente para el presidente Emmanuel Macron.
La tregua olímpica le brindará un mes de reflexión.
¿Gobernará Jordan Bardella o Gabriel Attal?
Macron podría haber sufrido el mal de David Cameron: desorientado, ofreció un Brexit.
Macron, desorientado, ofrece la llave del Gobierno a la ultraderecha sin costo alguno.
Todo indica que Macron tendrá tiempo para repasar a Hegel.