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Opinión

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El temor de los inversionistas

En general, en el difícil contexto prevaleciente, “los empresarios mexicanos prefieren transferir sus inversiones al exterior”.       

En los tratados sobre la política de México durante el gobierno de la 4T, se habla, incluso con frecuencia de manera elogiosa, de la efectividad de las conferencias mañaneras que tanto parece disfrutar el presidente López Obrador. En esas conferencias, AMLO ha venido arremetiendo, insultando, mintiendo y calumniando con total impunidad. Pero los mercados lo han captado y resentido. Lo que muchos observadores no han alcanzado a evaluar, es el daño que han causado esos rituales cotidianos a la marcha de la economía nacional. En particular, en la propensión a invertir en México por parte tanto de empresarios del exterior como nacionales, de lo cual depende el crecimiento futuro de la economía.

A ese tan trascendental tema, hizo referencia un importante reportaje del pasado lunes aquí en El Economista, bajo el título “Se prefiere invertir en el exterior”. La cabeza corresponde en particular a los datos en la balanza de pagos sobre inversión, por parte de los inversionistas locales. Según las estadísticas correspondientes que estima y publica el Banco de México, en el año 2023 el “éxodo de capitales productivos al exterior” por parte de los inversionistas mexicanos ascendió a 6,429 millones de dólares. En particular, en el periodo de abril a septiembre de dicho año, el saldo de la inversión total al país resultó deficitario con una entrada de Inversión Extranjera Directa (IED) por 3,949 millones de dólares y una inversión al exterior por parte de los empresarios locales por 5,049 millones de verdes. En cuanto a la IED, durante el 2023 del total por 36.1 mmd tan sólo un 16.2% correspondió a inversiones nuevas. ¿Son de preocupar las anteriores cifras? Desde luego que sí, por la necesidad de inversiones que sufre nuestro país. Y con respecto al balance entre inversión ingresiva y egresiva, México, por su grado de desarrollo económico, más que ser exportador de capitales debe ser un importador, con el fin de poder ampliar su insuficiente planta productiva.

No se trata de una huida graciosa, y en el reportaje mencionado un analista explicó las razones para el preocupante panorama. Según Luis Pérez Lezama, director de Finanzas públicas en Saber Think Lab, “al inversionista local no se le olvidan las cancelaciones de proyectos de inversión privada…”. Tampoco, al parecer, “las reformas a la Ley de Hidrocarburos que en el 2021 endureció los permisos a las empresas privadas relativos al comercio y almacenamiento de combustibles...”. En general, en el difícil contexto prevaleciente, “los empresarios mexicanos prefieren transferir sus inversiones al exterior”. Exactamente igual que lo que sucedió durante los gobiernos de Echeverría y López Portillo, también presidentes garrafales de México.

bdonatello@eleconomista.mx

Columnista

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