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Opinión

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Entendiendo la dinámica del 5G

La llegada de redes comerciales 5G en Corea del Sur y Estados Unidos en marzo de 2019 incitó algo nunca observador con generaciones móviles anteriores. Al cumplirse el primer aniversario del lanzamiento, existía al menos un operador en cada región del planeta que ya ofrecía esta tecnología. De esta manera, vimos como Suiza se convertía en el pionero europeo cuando un operador lanza servicios en abril de 2019, lo mismo ocurría en mayo en Emiratos Árabes Unidos donde desde el año anterior operaba una red pre-comercial 5G. La primera red 5G de Oceanía llega en diciembre de 2019 y Sudáfrica en marzo de 2020.

Uno de los principales mensajes que se transmitía a los tomadores de decisión de política pública es que tenían que allanar el camino para que los operadores pudiesen lanzar 5G lo más rápido posible. 5G logra entonces convertirse en sinónimo de progreso, digitalización, productividad y eficiencias. No obstante, el camino del tiempo ha dejado varias lecciones que considero debemos repasar antes de dictar sentencia a favor o en contra de esta tecnología. 

Inicialmente la realidad en América Latina y el Caribe no estaba distante a lo ocurrido en Corea del Sur o los Estados Unidos. Durante los primeros doce meses de vida de las redes comerciales de 5G en estos dos países, en al menos unos cinco mercados de la región distintos operadores anunciaban operaciones comerciales de 5G, pero, con la excepción de las redes de Puerto Rico e Islas Vírgenes Estadounidenses, todas con muy poco alcance geográfico. 

Sin embargo, la algarabía inicial creada por la llegada de una nueva generación móvil no logró superar su fase de texto, limitándose a discursos exuberantes de algunos evangelistas, PPT con proyecciones con poca relación con la realidad y más alguna columna amarillista prediciendo el acabose para aquellos mercados que no lanzaran prontamente 5G. 

Como ocurre con los grandes conflictos de la vida, el paso del tiempo fue colocando los discursos en su lugar. Lo que anteriormente se había convertido en un problema de desarrollo nacional se fue transmutando en uno más práctico, donde el usuario masivo antes de comprometer fuertes cifras de dinero exigía ver cual era la ventaja real que le ofrece la quinta generación móvil. La posición del sector empresarial no ha sido muy diferente, reclamado que le expliquen las verdaderas ventajas que estaría obteniendo de la nueva tecnología pues la mayoría de los modelos de negocio apoyados en baja latencia o un alto numero de dispositivos conectados no parecen justificar un despliegue rápido y agresivo de estas redes.

Sobre todo, cuando parte de los servicios que ofrece la nueva generación móvil depende de las frecuencias de espectro, incluyendo las milimétricas, que se estén utilizando. En otras palabras, aquellas redes de 5G que carezcan de este tipo de bandas no podrán alcanzar todos los parámetros de desempeño que se espera de la tecnología. Algo que no ocurrirá a corto plazo pues los operadores en América Latina aun no pueden justificar la construcción de redes con gran cobertura geográfica en frecuencias altas como se ha podido ver en Brasil, Chile y Uruguay. Tampoco hay que olvidar que los altos costos de despliegue de infraestructura en bandas milimétricas es lo que llevó al gobierno sudcoreano a recuperar los tres bloques de 800 MHz cada en 28 GHz que había entregado, uno para cada uno, a los tres operadores móviles de su mercado. 

Otros problemas que han mermado el crecimiento de 5G es la disponibilidad de dispositivos a precios accesibles al mercado masivo. La escasez de microprocesadores, la interrupción de los centros de fabricación de teléfonos durante la pandemia y la falta de un servicio que justifique una inversión agresiva en el despliegue y expansión de la quinta generación se ha traducido en una desaceleración en el transito de las distintas fases que la componen. 

Lo anterior es sumamente importante pues cuando una persona lee la descripción técnica de 5G puede inferir que el despliegue de esta red hace que inmediatamente se tenga el desempeño que promete le tecnología. La realidad es distinta, así como las primeras redes de 4G (Release 8) en 2009 ofrecían velocidades pico de 20 Mbps y las de LTE Pro (Release 14) bajo las condiciones apropiadas puede llegar a dar velocidades pico de 1 Gbps, lo mismo sucede con 5G, que comprende de las versiones o releases 14 al 21. 

Cada una de estas versiones agrega mejor desempeño y capacidad de efectuar nuevas tareas a la red. La falta de un ecosistema robusto de teléfonos, la baja cobertura poblacional y de un modelo de negocios empresarial que justifique inversión a corto plazo en 5G explican porque la evolución a fases más avanzadas se ha demorado. A nivel global muchos operadores han anunciado que su evolución del 5G que utiliza parte de los componentes de la red de 4G (Release 15) hacia una red totalmente nueva, Release 16, será más lenta de lo inicialmente pronosticado. 

Si se tienen en consideración que muchos de los servicios que promete 5G comienzan en términos de realidad virtual e inteligencia artificial comienzan a darse de forma más madura desde el Release 20 estamos a varios años de que las promesas de 5G se materialicen. Especialmente en aquellos gobiernos que están enfocando sus esfuerzos a la promoción del uso de inteligencia artificial como parte central de su estrategia tecnológica, pues este servicio parece que nació con el lanzamiento de su versión generativa en lugar de contar con más de 60 años y estar presente de alguna forma en todo servicio digital que se ofrece por medio de redes de telecomunicaciones. 

La falta de teléfonos baratos hace que el número de usuarios con líneas 5G sea bastante limitado. Por esta misma razón, aunque en América Latina y el Caribe en estos momentos haya más de 45 redes comerciales de 5G el numero total de usuarios de esta tecnología representa menos del 10% de todas las líneas móviles región. Esto es debido a que la gran mayoría de las líneas se concentran en Brasil, Chile, México, Puerto Rico y Uruguay. Con el agravante de que en Chile y Uruguay los quintiles económicos AB ya están prácticamente saturados, reduciendo el mercado potencial de crecimiento para estos servicios en un futuro cercano. 

Cifras de la consultora Counterpoint Research resaltan datos que sirven para entender el lento crecimiento de 5G. Por ejemplo, el precio promedio de venta de un teléfono inteligente indistintamente de su generación a final de 2023 era de US$ 205, mientras que para la misma fecha un teléfono inteligente 5G tenía un precio promedio de US$ 420. Estos altos precios han hecho que la tasa de reemplazo de teléfonos a nivel regional haya aumentado hasta llegar a un presente donde los usuarios cambian su celular cada 43 meses. También cabe mencionar que, para final de 2023, apenas el 30% de los teléfonos inteligentes que se enviaban a la región eran compatibles con 5G o que el total de unidades 5G vendidas entre 2019 hasta 2023 en América Latina y el Caribe rondaba por los 60 millones. Un número inferior al que se observaba con 4G al momento de esta tecnología superar las 45 redes comerciales en la región. 

Si se quiere hacer una radiografía de México, la columna de esta semana de Ernesto Piedras nos muestra que The CIU contabiliza para final del 1T23 unos 13 millones de líneas 5G representando un 9.1% del total nacional. Por otra parte, indica que la cobertura de estas redes es de apenas 31.5% de la población y que los usuarios desconocen las virtudes de la nueva tecnología. 

Recordemos que no son los gobiernos quienes lanzan 5G sino los operadores de telecomunicaciones que tienen la licencia para hacerlo. La pregunta que queda sobre la mesa es cómo se puede acelerar el crecimiento de 5G y que planes se tienen para lograrlo. En otros mercados se han integrado a centros universitarios para el desarrollo de la tecnología, en otros mercados la asignación de espectro no persigue un objetivo recaudatorio, pero si uno de conectividad y en otros mercados hay iniciativas para impulsar la creación de aplicaciones que puedan requerir los niveles de conectividad que ofrece 5G.

A corto plazo, si lo que se busca es que el sector empresarial se vuelque a adoptar 5G lo más necesario es expandir el conocimiento sobre el impacto que puede tener esta nueva tecnología como elemento digitalizador de procesos para hacerlos más eficientes, incrementar la productividad y de esta forma justificar la existencia de un retorno de inversión positivo que permita la expansión geográfica de la misma. 

Aquí sería importante mirar a esta tecnología desde un prisma global, donde la demanda se justifica debido a la presencia que puedan tener empresas mexicanas en el extranjero con competidores que se ubiquen en mercados con 5G y que hayan decidido adoptar esta tecnología para bajar sus costos de producción, mejorando su posición frente al de sus contrapartes mexicanos. Sí, es tema de educación e investigación donde se precisa el apoyo del gobierno, el sector privado y la academia. 

México hasta el momento está mostrando síntomas de crecimiento de 5G bastante por debajo de varios mercados latinoamericanos. Si esta tecnología promete ser un eslabón esencial de su crecimiento económico las autoridades mexicanas no pueden ignorar el rezago nacional en su adopción, sobre todo, cuando dos de sus principales socios económicos Canadá y Estados Unidos por medio del T-MEC continúan avanzando a la digitalización de procesos y tanto el 5G como en menos de una década el 6G son parte esencial de esa economía digital alimentada por aplicaciones data céntricas que utilicen inteligencia artificial, realidad virtual, realidad aumentada y computación en el borde. 

El país tiene que apostar a un 5G que supere lo logrado por tecnologías anteriores, que este integrado en los procesos productivos del país y sea la espina dorsal de cualquier estrategia gubernamental de digitalización y conectividad. Pensar en 5G simplemente como otro servicio de telecomunicaciones que conecta más rápido al Internet es perder una gran oportunidad. 

He ahí el desafío, como lograr que crezca 5G sin que los operadores sean lastimados financieramente. ¿Cómo justificar la inversión? ¿Cómo lograr que ese teléfono inteligente deje ser puro entretenimiento para convertirse en herramienta de desarrollo?

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