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Opinión

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Entre poemas y visiones: Rosario Castellanos, motor del feminismo en México

A lo largo de la historia, la mujer ha sido más que un fenómeno de la naturaleza, más que un componente de la sociedad, más que una criatura humana, un mito.

Rosario Castellanos, Mujer que sabe Latín, 1973.

¿Qué inspira a una mujer a escribir estas líneas? ¿Cuáles son las experiencias que la llevan a negar la existencia de su género y compararlo a una leyenda?

Rosario Castellanos nació en México y pasó su infancia y adolescencia en Comitán de Domínguez, al sur de Chiapas, en medio de un torbellino de desamor y desigualdad. Hija de una conservadora y machista familia de terratenientes que lo pierde todo tras la Reforma Agraria, a los ocho años, la niña penó la muerte de su hermano de siete, al grado de desear haber muerto ella para evitarles a sus padres el dolor por la ausencia de su único hijo varón.

Huérfana a los veintitrés, Rosario llega a la Ciudad de México a estudiar en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y recibe una beca en la Universidad de Madrid para después dictar cátedra en su alma mater y las universidades de Wisconsin, Colorado e Indiana, además de colaborar durante años en el Excélsior.

Promotora cultural del Instituto Chiapaneco de Cultura y el Nacional Indigenista entre muchos otros, Rosario Castellanos se casó en 1958 con el filósofo Ricardo Guerra Tejeda y en 1961 nació su único hijo, Gabriel. El matrimonio duró sólo trece años. Una  mujer tan grande no podía tolerar las infidelidades de su marido, ni vivir en carne propia las exigencias de un machismo que tampoco soportaba.

En 1971 fue nombrada Embajadora de México en Israel, donde falleció electrocutada el 7 de agosto de 1974.

Por su amplio legado literario y su lucha por los derechos de las mujeres y los indígenas discriminados en la Chiapas de su infancia, Rosario Castellanos ha sido reconocida como una de las primeras feministas en la historia de México, pero también como una de las voces más comprometidas a favor de las minorías.

Frente a una trayectoria como ésta, podríamos argumentar que Castellanos nació en otro tiempo y en el centro de otra cosmovisión, si bien sabemos y no debemos negar que lo que ella padeció aún sucede y su dolor -como el de millones de mexicanas en pleno siglo XXI- todavía resuena en nuestra realidad, aunque nos resulte difícil aceptarlo.

Por lo antes dicho y en marco del 50ª aniversario de su fallecimiento, repaso algunas de sus reflexiones y textos con el fin de honrar su pensamiento y aplicar parte de su sabiduría en el presente. No hacerlo sería un error y ya no estamos para equivocarnos.

Primera reflexión: Es imposible trabajar y proponer en torno a lo que no se conoce. Ella sabía bien lo que decía. Sus escritos reflejan una profunda comprensión sobre el lugar de la mujer en la percepción de los hombres y la compleja y desigual interacción entre ambos sexos. En “Mujer que sabe latín” la poetisa tiene el valor de visibilizar y abrir el debate sobre una dolorosa verdad: “Si nos remontamos a las teogonías primitivas que tratan de explicarse el surgimiento, la existencia y la estructura del universo, encontraremos dos fuerzas que, más que complementarse en una colaboración armoniosa, se oponen en una lucha que la conciencia, la voluntad, el espíritu, lo masculino, subyugan a lo femenino, que es pasividad inmanente, inercia.”

Segunda Reflexión: El cambio es posible si sabemos por qué luchar. El gran acierto de Castellanos fue la observación detallada de su realidad para identificar sus vacíos y promover acciones en torno a ellos. En un intento por despertar y alertar a sus lectores, pero más a sus lectoras, Castellanos denunció que el sexo femenino fuera visto por los hombres como “Mito, pasividad inmanente e inercia”, pero también cuestionó en su Tesis de maestría la creencia -hoy falacia- de que las mujeres no somos capaces de crear, potenciar, ni promover cualquier aproximación a la cultura, la política y el cambio de paradigmas.

Conclusiones: No cabe duda que poner nuestras limitaciones sobre la mesa despierta la conciencia. La elección de la primera presidenta, la legalización del aborto en la 14ª entidad en nuestro país, la tipificación del Feminicidio, la perspectiva de género en el tratamiento de los crímenes hacia las mujeres y la equidad manifiesta en cada vez más ámbitos de la cotidianeidad como el gobierno, la esfera laboral, la educación y el deporte, nos remite a la enorme capacidad de Rosario Castellanos para reconocer las carencias. Los cambios que hoy vivimos han sido producto de la acción de auto-observarnos, aún con la posibilidad de descubrir cosas que no nos gustan.

La aguda percepción de esta gran mujer nos enseñó a mirar lo invisible. Seguramente desde el paraíso de las letras y la inspiración, Rosario Castellanos nos dirá que en México falta mucho por hacer. La ventaja es que ella marcó la ruta.

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Linda Atach Zaga es historiadora de arte, artista y curadora mexicana. Desde 2010 es directora del Departamento de Exposiciones Temporales del Museo Memoria y Tolerancia de la Ciudad de México.

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