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Opinión

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Escenarios y especulaciones

Un economista es el experto que explicará mañana por qué el día de hoy no ocurrieron las cosas como las vaticinó ayer... , Earl Wilson.

La práctica común de ofrecer predicciones de qué pasará en el curso del año es una de las facetas más odiosas del economista contemporáneo. Y más aun es la inevitable tendencia subsecuente de revisar las predicciones cuando todo lo demás no permanece igual. Digamos que la ciencia oculta sufre de pretensiones semidivinas, un fetiche raro que combina el intenso deseo por predeterminar el futuro con la obsesión digital de que todo cuadre, aun cuando la acción humana es caprichosa e impredecible.

Sin embargo, ¿qué podemos esperar en el 2011? La pregunta es clave, sobre todo porque ya se dan tres años de recuperación después de un cierre interesante en el 2010. Aunque en esta área lo único que se puede manejar, son escenarios que permiten planear un manejo de riesgos más o menos adecuado.

Un escenario, cautelosamente optimista, es que la economía seguirá en un ritmo robusto de recuperación por una mayor demanda doméstica en la economía de EU y por la inercia de crecimiento que se ha presenciado en sectores como la producción de autos y autopartes. Otro factor que puede incidir es la expansión de crédito, sobre todo si se da la rebaja anunciada de tasas de interés y ante la reestructuración de cartera vencida en el sector bancario durante el transcurso del año pasado. Ha esto habrá que añadir el impacto que tenga el desarrollo de los proyectos de infraestructura que iniciarán en el 2011, y ya no tienen los obstáculos financieros y de implementación que se dieron en el 2010.

Otro escenario, cautelosamente pesimista, es que existan altibajos en el desempeño de la economía ligados a la incertidumbre generada por la violencia y esta guerra en contra del crimen organizado. Asimismo, se avecinan calendarios políticos complicados, lo cual, con la inercia ya existente contra las reformas estructurales pendientes, tenderá a dificultar aprobación de proyectos como la reforma laboral o la necesidad de aumentar los espacios de competencia.

La diferencia que haga el cambio será el impacto de una posible crisis de la deuda soberana en la región euro o incluso la negación legislativa del aumento sobre el techo de endeudamiento público en la economía de Estados Unidos.

Más allá de estos escenarios, de estas especulaciones, es prácticamente imposible decir con la exactitud que pretenden los economistas profesionales qué pasará y cómo. Eso sí, es casi seguro que a eso del segundo trimestre (le ponemos fecha: ¡1 de abril!), veremos una ola de revisiones técnicas ofreciendo nuevas predicciones sobre cómo serán las cosas...

rsalinas@eleconomista.com.mx

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