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Estimado gobernador de estado petrolero:
Si usted se apellida Fayad, Barbosa, Corral, Rodríguez Calderón, Riquelme, Carreras, García Cabeza de Vaca o García Jiménez, las reservas petroleras de su estado están en riesgo. Muchas de las inversiones y los empleos petroleros con los que usted cuenta para sus comunidades podrían desaparecer rápidamente si la iniciativa legislativa de Morena, que plantea prohibir el fracking, se aprueba.
Estar de acuerdo con renunciar a la inversión de las petroleras privadas en su Estado, por cualquier razón o ideología, no es un argumento para quedarse callado. Tampoco vale decir, incorrectamente, que nada de esto importa porque la iniciativa sólo afectaría las cuencas de shale, que aún tienen costos altos y no han logrado despegar en nuestro país. Al contrario, de acuerdo con los datos de un nuevo estudio (por publicarse) coordinado por Pablo Medina, de Welligence Energy Analytics, la actividad de Pemex en su estado también se vería irremediablemente afectada. A nivel nacional, 30% de las reservas 3P dejarían de ser reservas si se prohíbe el fracking.
Estamos ante una movida política que ignora realidades operativas. Desde una perspectiva mediática, el fracking puede sonar muy novedoso. Esto inevitablemente genera dudas y ansiedades. Pero, operativamente, el fracking no es nada nuevo. Una respuesta a una solicitud de transparencia indica que, desde 1994, 7,881 pozos mexicanos han usado la técnica. Es prácticamente 30% del total nacional.
Hace bien, señor gobernador, en escuchar a los ambientalistas que expresan preocupaciones sobre el fracking. Si no lo ha hecho, hágalo. Esto mismo han hecho la Environmental Protection Agency, la Occupational Safety and Health Agency, de Estados Unidos, sus homologas argentinas y la mayoría de las autoridades estatales —ambientales, energéticas, económicas y laborales— donde esta práctica se sigue usando, con resultados económicamente transformadores: Dakota del Norte, Texas, Pensilvania, California, Oklahoma, Neuquén en Argentina, y otros. Sus conclusiones son claras: los riesgos sobre agua, sismicidad y emisiones atmosféricas (metano) no son sólo limitados, sino manejables. La abrumadora mayoría de los estados con posibilidades de ser líderes petroleros prefieren regular que prohibir. A pesar de las costosas campañas de comunicación y asuntos públicos en contra del fracking, la tendencia no parece estar cambiando. Las valiosas contribuciones democráticas de los ambientalistas, de hecho, han conseguido que la técnica sea cada vez más vigilada y que las practicas sean cada vez más seguras. La regulación mexicana ya incorpora muchas de estas mejores prácticas. Por lo tanto, cada vez es más difícil argumentar que se debe prohibir del todo.
También vale la pena que escuche a la industria. Específicamente, debería escuchar a Pemex. No al equipo directivo que cambia cada seis años, sino a los equipos técnicos que han demostrado que se puede hacer fracking seguro, no una ni dos veces, sino más de 30,000 veces. Manden llamar a su experto local en Pemex. Si no se ha politizado, podrá delinear los riesgos y el plan para su mitigación.
En el plano financiero, Pemex también debería explicarle el write-off (depreciación repentina) de activos que la compañía tendría que registrar si se prohíbe de tajo el uso del fracking. A partir de esto, requiere poca imaginación hacer el mismo ejercicio con cualquier predicción energética que usted haya hecho sobre su estado. Si fue optimista, seguro incluye pozos en áreas de shale y pozos de cuencas convencionales, pero que requieran del fracking. Usted también tendría que hacer ajustes a la baja sobre estas promesas.
Haga muchas preguntas. A los ambientalistas, a la industria, y a otros. Incluya en las consultas a sus presidentes municipales. Al final del día, usted podría formarse una opinión negativa del fracking, como lo han hecho estados como Nueva York o Maryland. Siendo estados prácticamente sin experiencia petrolera reciente, prefirieron seguir importando cada vez más hidrocarburos.
Nueva York y Maryland están en su derecho. Pero la situación de su estado es diferente. Hoy, el presidente López Obrador y su partido pretenden tomar la decisión por usted y su estado. Usted tiene herramientas políticas y mediáticas a su disposición para oponerse. En representación de los intereses de su estado, tiene una enorme oportunidad de volverse un líder escuchado a nivel nacional y regional.
También puede seguir callado, sin preguntar ni declarar públicamente, buscando evitar la controversia. Pero pronto el tema va a ser ineludible. El silencio es una de las decisiones más explícitas. En política, el que calla otorga.