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Opinión

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Fintech, cambios en el tablero del sistema financiero

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Fintech no sólo son las Instituciones de Tecnología Financiera (ITFs), también lo son las demás empresas que prestan algún servicio financiero o coadyuvan para ello a través de herramientas tecnológicas; y entonces, qué sucede con las demás Entidades Financieras en operación, ¿pueden ser también Fintech?; las Sociedades Financieras Populares (SOFIPOs) ¿estarán frente a una coyuntura estratégica que pudiera proyectarlas?

Regresando a la primera pregunta; yo creo que la respuesta es Sí, claro que ciertas Entidades Financieras de otros sectores y ya en operación pudieran adecuar sus modelos de negocio para convertirse materialmente en una Fintech, pero en relación con la segunda pregunta, el tema de las SOFIPOs se vuelve más interesante.

Se trata de un segmento que nace hace poco más de 10 años y que puede contabilizarse dentro de los esfuerzos que las autoridades financieras mexicanas han implementado históricamente con la intención de incrementar la inclusión financiera primordialmente en los sectores poblacionales de menor acceso al sistema financiero, ya sea por causas geográficas, culturales e incluso de infraestructura.

En el nombre traen la justificación de su creación, sin embargo, precisamente por las razones antes enunciadas referentes a problemáticas geográficas, culturales y de infraestructura pública, muchas veces contraponiéndose a la salud financiera y rentabilidad de esas entidades que son naturalmente mercantiles, es que en la mayoría de los casos presentan como sector un crecimiento moderado, y ciertamente menor al que su potencial pudiera implicar.

Algunos datos publicados por la propia AMSOFIPO nos indican que este sector se compone actualmente de 39 Entidades en operación, con casi 5 millones de clientes, más de mil cien sucursales, activos por más de $35,700 millones de pesos y captación tradicional por poco más de $24,700 millones de pesos; todo ello con esquemas que les permiten llegar a más de 1,629 municipios de los 2,471 que hay en el país.

Desde que nacieron estas entidades, planteaban una interesante disyuntiva para los inversionistas: qué es mejor, buscar una autorización como BANCO o SOFIPO. Básicamente pueden hacer lo mismo, y algunas de las actividades que no pueden realizar las SOFIPOs, no son necesariamente muy atractivas en la actualidad por tratarse de servicios con una demanda decreciente; por ejemplo, operar cuentas de depósito con chequera, o se trata de operaciones de mayor complejidad que no forman parte de las figuras utilizadas en lo que se conoce como banca de consumo.

En esta corta historia que llevan, ya sea por fusiones o revocaciones, el número de entidades en operación se ha ido reduciendo no obstante que sus indicadores como sector, han presentado ciertos incrementos. Por otra parte, estas financieras pueden realizar entre otras actividades, la recepción de recursos del público, el otorgamiento de crédito, factoraje y arrendamiento financiero, operar tarjetas de débito y crédito, recibir pagos de servicios, domiciliaciones de nóminas, compraventa de divisas, y transferencias; menú muy atractivo para el ecosistema Fintech.

Tal vez el caso más claro es el de la compra de la SOFIPO Akala, por el grupo Nu y que ahora da pie a NU México, buque insignia de dicho grupo financiero en nuestro país, además de otros movimientos igualmente tendientes a lograr el control de ese tipo de entidades financieras como brazos estratégicos para avanzar en el tablero Fintech mexicano.

Las opciones para inversionistas Fintech que quieran explorar esta alternativa son simples, optar por solicitar una autorización para una SOFIPO nueva, o comprar una ya existente en operación o pendiente de iniciar la misma. Como ya decíamos el número es de alrededor 40 Entidades (en operación y pendientes de inicio), algunas de ellas con cifras que superan a muchos bancos, y que por lo mismo, tienen un modelo propio ya desarrollado, pero otras que realmente no han logrado alcanzar puntos de equilibrio, con modelos de negocio no muy definidos, y esas presentan claramente escenarios de subutilización de las licencias concedidas; su falta de viabilidad tarde o temprano las puede exponer al riesgo de revocación, coyuntura atractiva para una adquisición estratégica.

En suma, el primer momento importante en la historia de las SOFIPOs es cuando nacieron, pero no hay duda de que estamos frente a otro momento trascendente para ese sector y que en muchos de los casos no sólo puede significar su subsistencia, sino la entrada al universo Fintech con crecimientos potenciales difíciles de ver en los sectores de las Entidades Financieras tradicionales.

Twitter: @LBartolini

e-mail: lbartolini01@gmail.com

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