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¿Ganarán los demócratas tras la retirada de Biden?
La decisión del presidente estadounidense, Joe Biden, de abandonar la carrera presidencial de 2024 ha reavivado las posibilidades de victoria de los demócratas. Dadas las profundas diferencias entre los dos partidos, es difícil exagerar cuánto está en juego cuando los estadounidenses voten en noviembre.
NUEVA YORK. La decisión del presidente estadounidense, Joe Biden, de dejar de ser candidato presidencial del Partido Demócrata este otoño ha transformado la política estadounidense. Cierra un julio histórico en Estados Unidos, definido por decisiones de gran alcance de la Corte Suprema y el intento de asesinato del expresidente Donald Trump en vísperas de la Convención Republicana.
La decisión de Biden, impulsada por muchos funcionarios y donantes del Partido Demócrata y favorecida por muchos votantes, fue la elección correcta. A raíz de un debate ampliamente considerado como una debacle para Biden, su edad le había hecho casi imposible defender ante el pueblo estadounidense que merecía otros cuatro años, y le estaba haciendo imposible defenderlo.
Es demasiado pronto para escribir sobre el legado de Biden, aunque sólo sea por la razón de que a su Presidencia todavía le quedan unos seis meses. Pero al hacerse a un lado ha avanzado mucho en la eliminación de la posible crítica de que al permanecer en la carrera allanó el camino para un sucesor que compartía poco de su compromiso con la democracia estadounidense y el papel del país en el mundo. De hecho, si Trump hubiera derrotado a Biden en noviembre, como pronosticaban las encuestas, esto habría eclipsado en gran medida los logros de Biden como presidente.
Hay muchas probabilidades de que la vicepresidenta Kamala Harris sea la candidata demócrata. El respaldo de Biden la ayudará. Pero esto no resuelve las cosas, porque Biden sólo tiene autoridad para liberar a los delegados del partido comprometidos con él, no para exigirles que apoyen a otra persona.
Por lo tanto, la Convención Demócrata en Chicago este agosto será abierta, y las cuatro semanas que transcurrirán entre ahora y entonces podrían contribuir en gran medida a determinar lo que sucederá allí. Básicamente, Harris podría postularse para la nominación sin oposición, o podrían surgir uno o más retadores. Suponiendo que prevalezca, este último escenario podría en realidad ser una ventaja para ella, ya que el proceso perfeccionaría aún más sus habilidades políticas, la ayudaría a ser vista como una ganadora y le permitiría salir de la sombra de un presidente impopular.
El proceso también arrojaría luz sobre el Partido Demócrata en un momento en el que necesita reintroducirse ante el electorado. Esto es esencial, ya que Trump y el senador J. D. Vance, su elegido para vicepresidente, prometen ser formidables defensores de su campaña. E incluso si Harris se postulara y perdiera contra ellos, las encuestas sugieren que superaría a Biden, mejorando las posibilidades de los demócratas de ganar la Cámara de Representantes (mantener el control del Senado parece fuera de su alcance) y evitando así que los republicanos controlen todo el gobierno federal.
Trump está ligeramente por delante de Harris en las encuestas, pero ella bien podría recibir un impulso el próximo mes, a medida que se convierta en el centro de atención. Las habilidades procesales de Harris, que perfeccionó como fiscal y luego como fiscal general de California, le serán muy útiles en una campaña. Está bien posicionada para asumir la postura extrema antiaborto de esta Corte Suprema, así como la de Vance. Y se beneficiaría de la ausencia de una mujer o una minoría en la lista republicana.
Sin embargo, un desafío inevitable es lo que podría describirse como el dilema de Hubert Humphrey. En 1968, Humphrey, que era vicepresidente en ese momento, ganó la nominación demócrata después de que el presidente en ejercicio, Lyndon Johnson, decidiera no presentarse a la reelección. Las palabras de la carta de retirada de Biden se hicieron eco de muchas utilizadas por Johnson hace 56 años, con la principal diferencia de que Biden publicó su declaración en X y Johnson apareció en la televisión nacional.
El dilema es éste: cómo parecer leal y atribuirse el mérito de lo que era popular en una Presidencia sin verse abrumado por políticas que eran impopulares. En 1968, fue la guerra de Vietnam la que complicó la gestión de Humphrey, ya que le resultó difícil distanciarse de una política con la que había estado asociado y de un jefe que tenía poca tolerancia a la deslealtad.
Actualmente, ningún tema domina el debate público, pero todavía es necesario diferenciar al candidato demócrata de Biden, ya que el mandato se ha convertido en una carga en un momento en que muchos buscan un cambio. Cualquiera que dude de esto sólo necesita mirar los resultados electorales recientes en Sudáfrica, India, el Reino Unido y Francia.
Esto significa que el candidato demócrata, ya sea Harris u otra persona, haría bien en adoptar la Ley de Reducción de la Inflación y la Ley Chips y Ciencia, los esfuerzos para combatir el cambio climático y defender la democracia, el acceso al aborto y al control de la natalidad y la asistencia militar a Ucrania. Pero también sugiere que el candidato podría querer distanciarse de una política en Medio Oriente que muchos estadounidenses consideran demasiado proisraelí, y de políticas en la frontera y el crimen que muchos consideran demasiado laxas.
Si Harris es la opción demócrata, su elección de compañero de fórmula será importante. Es probable que varios estados del Medio Oeste sean decisivos en las elecciones de noviembre, y hay un gran grupo de votantes independientes a quienes ganar. Probablemente se consideraría a los gobernadores Gretchen Whitmer, de Michigan; Josh Shapiro, de Pensilvania; Andy Beshear, de Kentucky, y Roy Cooper, de Carolina del Norte, al igual que varios miembros del gabinete de Biden.
Quizá lo único seguro es que hay menos certeza después del sorprendente anuncio de Biden. Sin embargo, una cosa está clara: el resultado de las elecciones presidenciales será de enorme importancia para Estados Unidos y el resto del mundo. Normalmente, éste no es el caso, ya que las similitudes de los candidatos tienden a pesar más que sus diferencias. No es así esta vez. Las diferencias son profundas, lo que hace difícil exagerar cuánto está en juego cuando los estadounidenses voten en noviembre.
El autor
Richard Haass, presidente emérito del Consejo de Relaciones Exteriores y consejero principal de Centerview Partners, antes fue director de Planificación de Políticas del Departamento de Estado de EU (2001-2003) y fue enviado especial del presidente George W. Bush a Irlanda del Norte y coordinador para el Futuro de Afganistán. Es autor de The Bill of Obligations: The Ten Habits of Good Citizens y del boletín semanal Substack Home & Away.
Derechos de autor: Project Syndicate, 2024.