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Opinión

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Grietas en la estabilidad global

El conflicto entre Israel y Hamas se intensifica, requiriendo una solución diplomática entre naciones implicadas. Estados Unidos respalda a Israel y cuenta con aliados como Arabia Saudita, vinculada al surgimiento de Al Qaeda e ISIS. Irán, opuesto a EU y Arabia Saudita, apoya a Hamas. Mientras, propuestas de paz en el Medio Oriente han enfrentado rechazo, y las tensiones persisten.

Winston Churchill decía a propósito de su análisis de varios países del Medio Oriente que eran como “un acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma”. De fondo, la cuestión es que son países que libran batallas religiosas y étnicas esencialmente alrededor del origen chiita o suní, como en otra época en Europa era entre católicos y protestantes. El petróleo es el combustible para las batallas y el enriquecimiento de las élites del poder.

El conflicto entre Israel y el grupo terrorista militar Hamas está en niveles en donde las cosas pueden descontrolarse y aumentar el riesgo de una escalada. La solución tendrá que encontrarse entre los países involucrados directa o indirectamente en una negociación de compromisos. Ello porque las guerras ahora no son solamente entre partes estatales sino también contra grupos rebeldes o criminales, organizaciones terroristas, ejércitos de mercenarios. Por otra parte, las instituciones internacionales están debilitadas.

Estados Unidos es el gran valedor de Israel, la única democracia parlamentaria de la región y enclave para influir en esa zona. También tiene como aliado a Arabia Saudita, que por décadas financió la expansión del islamismo fundamentalista que creó a dos monstruos: Al Qaeda y el ISIS.

Irán, nación chiita, es el enemigo más odiado de Arabia Saudita y de Estados Unidos. Al igual que Catar, financia a Hamas en su batalla contra Israel.

Rusia es aliada de Irán y de Siria y tiene una importante influencia en la región.

En la búsqueda de la paz en el Medio Oriente, varios jefes de Estado occidentales han propuesto crear dos estados, Israel y Palestina. Pero ello ya se hizo en el pasado por parte de Israel en el año 2000 con Ehud Barak y en 2008 con Ehud Olmert, como primeros ministros. Se ofreció también la retirada del 100% de los territorios ocupados palestinos, la partición de Jerusalén y la internacionalización de la Ciudad Vieja. Pero estas propuestas fueron rechazadas por la parte palestina. Y ahora también por el gobierno israelí. Según el presidente Biden, el gobierno de Netanyahu “no quiere una solución de dos estados”.

Los palestinos tienen un odio profundo a Israel, al igual que el resto de los países árabes, porque está occidentalizado, tiene un archipiélago de asentamientos en Cisjordania, posee importante poder militar y es una creación básicamente norteamericana que, al igual que los otros países vencedores de la Segunda Guerra Mundial, decidieron su creación en 1947 como respuesta a las gestiones de las organizaciones sionistas internacionales y para compensar al pueblo judío de las atrocidades del Holocausto alemán.

A pesar de los intentos, las tensiones siguen radicalizándose, lo que acarrea miles de pérdidas humanas y millones de refugiados que viven en condiciones miserables.

Es triste y realista la reflexión del primer presidente de la nueva nación de Israel, Chaim Weizmann, que dijo: “El mundo se divide en dos tipos de naciones, las que no quieren recibir a los judíos y las que quieren expulsarlos”.

smota@eleconomista.com.mx

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Escritor y licenciado en economía, egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México. De 1984 a 1990 fue embajador de México ante el Reino de Dinamarca, donde se le condecoró con la orden Dannebrog.

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