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¿Habrá crisis de fin de sexenio?
A mayor abundamiento, esa situación de crisis de fin de sexenio ya está con nosotros en la forma de un estancamiento muy visible...
¿Crees que el actual gobierno de la 4T terminará en una crisis de fin de sexenio? Nadie tiene una bola de cristal, pero si en lo que se está pensando es en un epílogo con fuga masiva de capitales y devaluación, como al término de las presidencias de Echeverría y López Portillo, la respuesta es en la negativa. Y si se está imaginando un cierre también de crisis como el que se provocó en el gozne de las administraciones de Salinas y Zedillo, la respuesta es semejante.
¿Por qué? Con respecto a cómo terminaron Echeverría y López Portillo, simplemente no está presente en la actualidad la causa principal que dio lugar a aquellas macrodevaluaciones tan traumáticas de fin de sexenio: el expansionismo fiscal y monetario conjugado con la terquedad de mantener a toda costa el tipo de cambio vigente. En el caso del desenlace en el periodo de Salinas, no se aparece el factor de las entradas masivas de capital golondrino que primero se detuvieron y después se revirtieron en la forma de tiro de gracia.
La situación no se asemeja a la prevaleciente en ninguno de esos tres episodios de horror, pero de ninguna manera esa conclusión sugiere que no sufrirá crisis de fin de sexenio la actual administración. A mayor abundamiento, esa situación de crisis ya está con nosotros en la forma de estancamiento. Ya tienen tiempo de estar paralizadas las inversiones productivas y el gobierno de la 4T ha venido pugnando en forma ardua y perseverante para que así ocurra. Ha sido un esfuerzo torpe y miope, dirigido a anotarse autogoles y dispararse balazos en el pie.
Entre las causas de la paralización de las inversiones sobresalen, de manera muy importante, la cancelación casi arbitraria de proyectos de inversión ya en marcha. Y el efecto ha sido secundado por la negativa del gobierno a respetar contratos y acuerdos ya suscritos, principalmente en los sectores del petróleo y la electricidad. Y la extinción también puramente discrecional de organismos como Fonatur y la Financiera Rural ha reforzado la tendencia a la inhibición.
Una característica que se ha hecho notable en este gobierno, es la insensibilidad para desdeñar los efectos colaterales que desencadenan episodios controvertidos de política económica -como la cancelación del aeropuerto en Texcoco –o la simple ocurrencia de eventos políticos complicados– como lo fue el atentado que sufrió el periodista Ciro Gómez Leyva.