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El significado de los 21
El significado de los 21.
Este año se recordarán tres fechas históricas en la conformación de México como Estado nacional. La más antigua fue asumida casi arbitrariamente, pues relata la fundación de la ciudad mexica de Tenochtitlán hace setecientos años y es parte del mito fundacional de nuestro país. En 1321, se dice, culminó una errante búsqueda centenaria, ante la imagen prefigurada descrita proféticamente: un águila, parada sobre un nopal, devorando una serpiente. Hay quien sostiene que fue años después, quizá en 1344, pero la bruma del tiempo y las convenciones para registrarlo en Europa con el Calendario Juliano y las locales con el Ocho Caña o Nueve Pedernal, han concedido que fue aquella fecha y no ésta. Lo que sí sabemos es que en 1321 murió Dante Alighieri, cuya fecha de nacimiento es incierta.
Doscientos años más tarde, tras el luminoso ascenso y el esplendor alcanzado por la civilización azteca que conquistó, sojuzgó, asimiló y se enriqueció en un crisol nutrido de raíces milenarias, la capital del imperio mesoamericano sucumbió ante el asedio de los llegados de ultramar, menores en número, pero provistos de una cosmovisión y de tecnología para destruir, avasallar y someter al enemigo por dentro y por fuera, con la espada y la cruz. En 1521, sobre las ruinas de la ciudad azteca, no sólo se inició la construcción de una nueva ciudad, sino de una nueva sociedad, con un idioma distinto, con deidades desconocidas, con costumbres, valores y tradiciones de cuño europeo y feudal. Diría Gabino Palomares que "en ese error nos quedamos, trescientos años esclavos." La conquista europea infundió la cosmovisión feudal con la impostura del guadalupanismo extremeño, según describe Servando Teresa de Mier. Así se fue fraguando el alma del mexicano, sometido, sojuzgado, expropiado y expoliado su territorio y su origen espiritual y étnico, hasta que, en 1821, tras una larga lucha entre criollos y españoles, aquellos liderando la rebeldía y el hartazgo de mestizos e indígenas semi esclavizados por los iberos, aclaman la independencia de México para iniciar el largo y sinuoso camino de la construcción del Estado nacional. Ese fue el primer momento de una nación moderna, pero llevó tres décadas de sucesivas guerras intestinas que buscaban definir su perfil, primero entre imperio o república; después si ésta debería ser centralista o federal. Nuevamente fracturados por dentro, la mutilación territorial de honda huella terminó por sellar el perfil de México. Desde entonces y para siempre bajo la mirada eurocéntrica de historia.
En 2021 valdrá la pena recordar sobre el significado de los procesos civilizatorios que han ido pergeñando la fisonomía de la nación mexicana, pero no como una entelequia, como una abstracción teórica sobre el estado, sino como un ente de carne y hueso que busca todavía ver cumplido su deseo de justicia social, de igualdad y equidad, de bienestar, de cultura, de progreso, en fin, de felicidad. En este inicio de año, vale la pena hacer memoria de nuestros orígenes, para poder tener claridad de nuestro porvenir.
Felices, prósperos y renovados aniversarios de la mexicanidad. Felices 700, 500 y 200 años de búsqueda de la felicidad colectiva, basada en la igualdad, la libertad y la fraternidad, al mejor estilo liberal decimonónico, por la incumplida promesa de un futuro mejor. Que se renueve el ánimo y el optimismo por un presente de lucha por la felicidad de nuestros hijos.