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Hasta cuándo aguantará el peso
Si bien es cierto que el peso se ha apreciado frente al dólar este año en 2.57%, también es cierto que lo ha hecho dentro de una fuerte volatilidad en la que hemos visto movimientos, entre el nivel mínimo y máximo alcanzados de 50 centavos por dólar, lo que equivaldría a una pérdida a importadores o exportadores, según sea el caso, de 500,000 pesos por cada millón de dólares, lo que genera que la mayoría de la gente se pregunte hasta cuándo aguantará el peso.
Los factores que mueven a nuestro peso no solamente son internos, también son externos.
Desde que México adoptara un régimen de libre flotación, el gobierno de nuestro país ya no es el único responsable de los movimientos que afectan la cotización del peso.
Lo que sucede en otras latitudes son razones inclusive más poderosas para generar volatilidad o estabilidad en nuestro tipo de cambio.
El principal factor que ha venido moviendo la cotización del peso ha sido la guerra comercial que persiste entre las dos economías más grandes del mundo, Estados Unidos y China, la cual hace apenas dos semanas parecía que estaba por resolverse tras un año de negociaciones, y que a través de un tuit del presidente Trump, en el que anunció la entrada en vigor de aranceles por 25% a productos chinos, por un equivalente a 200,000 millones de dólares a partir del pasado 10 de mayo, generara un escalamiento de las tensiones entre ambos países.
Ante esta situación, China anunció la imposición de aranceles por 25% a productos norteamericanos, por un monto equivalente a 60,000 millones de dólares a partir del 1 de junio, y como Estados Unidos no le podía dejar la última palabra a China, éste le prohibió a las empresas norteamericanas hacer negocios con la empresa de tecnología Huawei sin la autorización de Washington.
La guerra comercial entre los dos países ya ha dejado sentir sus efectos en la economía de China, tal y como lo mostraron los datos emitidos la semana pasada sobre la producción industrial, que creció 5.4%, muy por debajo de lo esperado, y las ventas minoristas crecieron a su menor ritmo desde mayo del 2003.
A nivel global, la guerra comercial sin duda generará afectaciones en el crecimiento económico.
Tan sólo para que se den una idea, el índice compuesto de indicadores líderes de la OCDE, diseñado para anticipar puntos de inflexión entre seis y nueve meses antes de que ocurran, retrocedió por duodécimo mes consecutivo en marzo, alcanzando su nivel más bajo desde el 2009, mientras que Bloomberg Economics calculó que cerca de 1% de la actividad económica mundial depende de los productos y servicios comercializados entre los dos países.
Para ir cerrando frentes de conflicto, Estados Unidos anunció el retiro de aranceles para la importación de automóviles de Europa y Japón, mientras que a Canadá y México les eliminó los aranceles al acero y al aluminio, procurando mandar una señal positiva para que se apruebe el nuevo tratado comercial, el T-MEC, entre los tres países; sin embargo, en nuestro caso, lo que una mano dio, la otra nos quitó, al imponernos aranceles de 17.5% a las exportaciones de tomate mexicano.
Por otra parte, el tema del Brexit se encuentra estancado entre la posibilidad de que la primera ministra, Theresa May, tenga que renunciar por no lograr convencer al partido laborista y las posibilidades de que se lleve a cabo un nuevo referéndum para ver si se quedan o se salen de la Unión Europea. Las consecuencias de una salida brusca aún no se han dimensionado, pero sin duda tendrían un impacto global negativo.
En México, las perspectivas de crecimiento no son nada halagüeñas y los datos sobre inflación siguen reflejando presiones importantes, lo que sin duda tendrá un impacto negativo en el tipo de cambio.
¿Hasta cuándo aguantará el peso en sus niveles actuales? Nadie sabe, pero lo que es un hecho es que volatilidad habrá de sobra por todo lo antes expuesto, así que no dejen de tomar coberturas.