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Opinión

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Impotencia

Vemos con impotencia cómo el presidente López Obrador, con la complicidad de sus legisladores y su partido, están destruyendo muchas de las instituciones que con tanto trabajo y acuerdos fuimos construyendo en los últimos 35 años para transformar un sistema autoritario, como lo era el régimen presidencialista priista, en una democracia en desarrollo.

Vemos sin poder hacer nada, cómo acabó, entre otras cosas, con el aeropuerto de Texcoco, el seguro popular, las guarderías y las escuelas de tiempo completo, desapareció los fideicomisos, trató de desprestigiar y debilitar al INE y paralizó al Inai y al Conacyt que la corrupción está como nunca y cómo decidió, sin consultar con nadie, sus cuatro proyectos que serán una pesada carga financiera para el futuro gobierno.

En estos cuatro años ha hecho lo que se le ha dado la gana, ha injuriado a quienes se le enfrentan y sólo la Corte ha podido detener muchas de sus reformas. Nos indigna ver cómo es capaz de desprestigiar y presionar al poder Judicial enfrentándolo con la población y somos impotentes ante la militarización del país y la corrupción de las Fuerzas Armadas.

Pero lo que más debe preocuparnos es que está decidido a participar, en contra de la ley y desde la Presidencia, en las elecciones de 2024. Sabe que si pierde puede acabar en la cárcel, por lo que hará todo para no perder la elección y ganar la mayoría en las cámaras. Su autoritarismo no tiene límites y está decidido a imponer al próximo presidente la militarización y las reformas que no ha podido sacar. Es cierto que la historia no ha terminado, pero si no ganamos en el 2024 la Presidencia y la mayoría en el Congreso lo más seguro es que su proceso de destruir las instituciones lo continuará su sucesor o sucesora.

La impotencia siempre es mala consejera y paraliza ante decisiones y actos que no puede uno parar, pero en este caso no podemos caer en ella, tenemos que pasar de la impotencia a la acción, es mucho lo que nos estamos jugando como país.

Todas las encuestas dan como seguro ganador al candidato o candidata de Morena, mientras del lado de la oposición no hay aparentemente nadie que pueda disputarle el triunfo, no es cierto, del lado del gobierno y su partido no hay un candidato o candidata que convenza y emocione. Tienen fuerza sólo porque los impulsa López Obrador, no porque tengan propuestas transformadoras y atractivas para la población.

Contra lo que muchos creen las elecciones no están decididas, pero para ganar tenemos que hacer cosas diferentes a las que hemos hecho en los últimos cuatro años. Hay que aceptar que la simple crítica no está dando resultados y que la única forma de ganarle es utilizando sus mismas estrategias y acercándonos a la población. La oposición da por perdido el voto de la gente que apoya a López Obrador y se ha dedicado a asegurar el voto de la gente que se le opone, pero si no logramos quitarle parte de su seguidores, las posibilidades de triunfo son muy escasas.

Tenemos que ir desde ahora por ese voto y recorrer el país para acercarnos y dialogar con ellos. Más allá del programa de gobierno y las propuestas, los candidatos y candidatas de la oposición, en conjunto con los partidos, deberíamos iniciar una gira por todo el país y todos los municipios, pueblear, acercarnos a la gente y establecer un diálogo directo con ella para explicar lo que realmente está sucediendo en el país.

A López Obrador no le vamos a ganar dando conferencias, con debates o entrevistas, le vamos a ganar acercándonos a la gente, dialogando con ella y haciendo compromisos que la convenzan que les va a ir mejor si gana la oposición.

Ciudadano interesado en las soluciones para el país y la Ciudad de México. Político mexicano, ha sido diputado federal (1988-1991), senador (2000-2006) y jefe delegacional de Miguel Hidalgo (2009-2012)

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