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Incertidumbre política y economía española
No es extraño encontrar expresiones que definan a los sucesos contemporáneos como aquellos que vienen a marcar un cambio definitivo en el rumbo de personas, comunidades o países. Así, en estos días hallamos diversos análisis donde se afirma que la elección que España ha vivido, es una elección histórica que define rumbos y delinea horizontes.
Cierto en gran parte y por igual cierto que este parte aguas puede acelerar procesos divisorios en lo comunitario que deben resultar preocupantes para la gobernanta y la paz social. Hoy como nunca, con la elección nos deja ver las consecuencias de ahondar diferencias entre un electorado ya de suyo dividido. Por una parte, existe una defensa a ultranza de un sistema monárquico con una economía de raíces liberales; por otro punto, están aquellos que sostienen que ya es tiempo de dejar a un lado el anquilosamiento de las figuras reales, para dar paso a un sistema republicano que procure mayor intervención en los rumbos económicos a efecto de menguar las desigualdades regionales.
Lo subrayablemente curioso de este caso, es que ni el extremismo de derecha de VOX, ni el Partido Popular, ni el Partido Socialista Obrero Español, pudieron mantener el ritmo de la elección para hacerse de una mayoría que les permita conformar gobierno. Este escenario, viene a abonar a una incertidumbre política que los españoles han experimentado ya desde hace poco más de 10 años; cómo no recordar aquel 2016 en donde transcurrieron cerca de 10 meses en la indefinición, o aquel 2018 en donde Pedro Sánchez se hiciera del poder mediante una maniobra parlamentaria.
Vestigios de un bipartidismo que ahora fragmentado, poco ha convencido a electorados que cada vez más oscilan entre opciones ante la poca efectividad de un gobierno al que un 65% de los españoles le da una calificación negativa. Sin embargo, la realidad que han impuesto las urnas parece contradecir la anterior percepción. Hoy por hoy nadie se ha hecho de los escaños necesarios para conformar una mayoría que conceda una mayor estabilidad. Esa misma indefinición es la que hoy pesa e impide el acuerdo, dibuja un rumbo muy complicado en donde se tendrá que transitar por un profundo proceso de negociación partidista que, muy probablemente encuentre posturas antagónicas difíciles de avenir.
Pero la buena noticia es que a pesar de un tormentoso escenario en la política, la economía española se mantiene sólidamente de pie. Aún con los correspondientes anuncios de la jornada del domingo, el índice IBEX 35 de la Bolsa de Madrid solamente experimentó una baja de menos de un punto porcentual.
La solidez de la data macroeconómica y la confianza en la inversión, mantiene los capitales inamovibles y pendientes; las velas de la inversión aún están desplegadas, mientras se confía en que los acuerdos y la templanza llegarán. Seguramente los españoles, a pesar de sus diferencias en la política esperan con anhelo que así sea.
Twitter: @gdeloya