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Infiltrados en la CDMX
Uno de los primeros productos de Va por México fue la UNA, la confluencia de los nueve alcaldes capitalinos de oposición. El bloque panista era mayoritario, con Lía Limón, Margarita Saldaña, Giovanni Gutiérrez, Mauricio Tabe y Santiago Taboada.
Morena había sufrido un descalabro en su bastión. Y por primera vez tuvo que ceder el control político en las alcaldías Coyoacán (al PAN) y Cuauhtémoc, donde triunfó la abogada Sandra Cuevas, quien originalmente había buscado la candidatura oficialista en Azcapotzalco sin subordinarse a los bejaranistas.
En el 2021, el profe edificó la estructura electoral que cobijó a los candidatos morenistas. Ricardo Monreal debió ceder la demarcación que controló durante un sexenio… a medias. Ahora está confirmado que Cuevas fue postulada por la alianza PRI-PAN-PRD por intercesión del exgobernador zacatecano. Y que la UNA arrancó como un frente antiSheinbaum.
La entonces jefa de Gobierno rápidamente supo de las acciones planeadas por los alcaldes en rebeldía y del padrinazgo que Monreal Ávila ejercía sobre ese grupo. Había un infiltrado y las sospechas recayeron en el bloque priista, conformado por Luis Gerardo Quijano (Magdalena Contreras) y Adrián Rubalcava (Cuajimalpa).
Sheinbaum no se desgastó. En lo cotidiano, los alcaldes de UNA tuvieron interlocución con Martí Batres y cuando quisieron ser atendidos por otros secretarios —por ejemplo, la titular de finanzas, Luz Elena González— pasaron inadvertidos… hasta que Omar García Harfuch llegó a la Secretaría de Seguridad Pública.
Rubalcava reforzó sus contactos con la administración central a través del jefe de la policía capitalina. Y Cuevas, con el monrealismo. En vísperas del proceso interno para elegir al coordinador de los comités para la defensa de la transformación en la CDMX, la alcaldesa de Cuauhtémoc convocó a sus homólogos a una cena con Monreal, en la que buscaron un principio de acuerdo rumbo al 2024.
Los líderes del Frente Amplio tuvieron información de primera mano sobre esos contactos y también, de una intentona de boicot contra Taboada, que rechazaron tajantemente los alcaldes panistas.
No obstante, Rubalcava y Cuevas quisieron competir por la candidatura del Frente Amplio a la jefatura del gobierno capitalino. Los dirigentes partidistas habían impuesto una serie de candados para admitir los registros; el principal, contar con el aval —escrito, no verbal— de las estructuras partidistas.
Al final fueron chamaqueados. Su reacción, arrebatada, dio al traste con un plan mayor fraguado por los operadores políticos de la exjefa del gobierno capitalino: una renuncia masiva de cuadros priistas —alcaldes y legisladores en funciones, principalmente—, programada para el 20 de noviembre.
Entre esas figuras, destaca el exgobernador de Oaxaca, Alejandro Murat. Y Tomás Montoya, alcalde de Guadalupe, Nuevo León e hijo de la exsenadora y exsecretaria general del CEN tricolor, Cristina Díaz. Ambos, relegados como Rubalcava de los procesos de selección de candidatos al Congreso de la Unión.
El berrinche de Rubalcava, empero, duró apenas cuatro días. “El PRI es más que Alito”, sentenció ayer el alcalde de Cuajimalpa. “No me voy a ir del PRI sin dar la lucha”. Por lo pronto denunció públicamente la denegación de sus derechos políticos y exigió la suspensión del proceso interno en el que Santiago Taboada compite como precandidato único.
¿El Plan C, arruinado? La desbandada priista, a cuentagotas. Y en el PRD, también. Víctor Hugo Lobo, exalcalde de Gustavo A. Madero y exlíder perredista en la ALDF, tomó la misma ruta que Rubalcava y Cuevas. Pero los duros de Morena se reservan el derecho de admisión.