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Infraestructura para la expansión económica
La experiencia a través de los siglos es contundente: toda obra de infraestructura es productiva y no sólo sufraga sus costos, sino que detona economías externas y facilita la producción de bienes y servicios, acciones y procesos que elevan las condiciones de vida de la población.
En México hay experiencias valiosas. Entre 1925 y 1952 o entre 1960 y 1975 el país multiplicó varias veces el desarrollo de su infraestructura frente a la creciente población, a pesar de que muchas limitaciones obstaculizaban el proceso: el sistema financiero era insuficiente, la planta de profesionales era escasa, las empresas mexicanas de construcción prácticamente no existían.
Ahora hay condiciones para la expansión de la infraestructura como son un sistema financiero avanzado y con amplios vínculos internacionales, los profesionistas de la construcción tienen calidad y especialización, hay una gama de empresas constructoras que operan en todo el país y que realizan y ejecutan proyectos públicos y privados. Por fortuna ahora la Secretaría de Comunicaciones y Transportes está dirigida por ingenieros civiles de probada capacidad técnica, como es la del secretario Jorge Arganis.
En una entrevista que le hizo este periódico al subsecretario de Infraestructura de la SCT, Cedric Escalante, explicó la política pública en materia de infraestructura, consistente en administrar los recursos escasos con prioridades, seleccionando aquellos proyectos que son más útiles socialmente y productivos desde la perspectiva económica y regional. Se trata de hacer más con menos.
Resaltan los proyectos que tienen una base desconcentrada, los que son intensivos en el uso de mano de obra, los que permiten a través de la conservación y mantenimiento de los 40,590 km de carreteras su funcionamiento, la bienvenida a las APP, que son inversión privada en infraestructura, la ampliación de carriles en aquellas arterias que son esenciales para la circulación de enseres de consumo y producción, la construcción de tramos en carreteras fronterizas tanto en el norte como en el sureste para mejorar la conectividad.
El balance de lo realizado aporta una valiosa experiencia para el futuro, en que necesariamente tendrá que aumentar la inversión pública y privada debido a que el país demanda de una infraestructura que siga siendo un eje del desarrollo económico y social.
A largo plazo lo ideal es tener una red de carreteras con enlaces transversales y longitudinales vastos y eficientes que conecten a todas las regiones y poblaciones, con autopistas y supercarreteras sobre las que transitarían muchos millones de automotores.
También un sistema ferroviario nacional modernizado que retome el transporte de carga y de pasajeros, que atienda no sólo el ámbito suburbano sino trayectos de medianas y largas distancias.
Asimismo realizar nuevos polos de desarrollo en las zonas fronterizas, en donde hay avances. En ellos la planta industrial se está convirtiendo en grandes plataformas de intercambio tecnológico, por lo que un sistema de transporte multimodal permitiría abastecer desde nuestras fronteras a diversos centros de población y comercio.
