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Opinión

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¿Inicia la guerra sucia?

Cumplida la primera fase de la campaña presidencial, Claudia Sheinbaum debe lucir más presidenciable. Sin dejar de usar piezas elaboradas por artesanos de distintos puntos del país, la abanderada morenista —insistieron sus asesores— debe marcar su estilo propio.

Aunque vista como Úrsula von der Leyen, la exjefa del gobierno de la Ciudad de México sigue en la búsqueda del apoyo popular. Y en el segundo debate dominical cumplió con su rol, por partida doble: defendió el legado del lopezobradorismo y encaró las balandronadas de Xóchitl Gálvez.

Incluso antes del primer debate, Sheinbaum acopió un arsenal sobre la abanderada frentista. Las fuentes de los informes que ingresaron el voluminoso expediente sobre la señora X son diversas y han sido sometidas a una revisión. En la víspera, autorizó que fueran expuestos dos materiales “sensibles”: el video de Juan Pablo Sánchez Gálvez a las puertas de un antro en Polanco y un dossier sobre sus nexos con Danone.

Los estrategas morenistas sabían que el saldo de opinión de la exsenadora hidalguense es deficitario. Y que entre los atributos negativos subrayados por sus detractores están los siguientes: vulgar, corrupta, farsante y tramposa…

Para cada rubro, existe una carpeta con una denuncia específica, lista para ser difundida. Sheinbaum trazó un límite (respetar la vida privada de sus adversarios) y marcó el tono, cuando aceptó la sugerencia de ni siquiera aludir por su nombre a la candidata del PRIAN.

Después del primer debate, hubo más quejas de los aliados que otra cosa. Por las “agresiones” de una de las moderadoras, pero sobre todo por la falta de contundencia de su candidata.

Para acortar distancias Xóchitl tenía que ser sicalíptica y mencionó una veintena de veces a “la candidata de las mentiras”. En revire, Claudia la llamó “corrupta” y aludió los “17 contratos millonarios” que su empresa firmó con la Conagua cuando la exsenadora era titular de la Comisión Nacional de Pueblos Indígenas.

Fiel a su naturaleza tarambana, Gálvez se lanzó a fondo: además de involucrarse con su familia, acusó a Sheinbaum de ser narco candidata.

¿No que no eran iguales? De la altivez a la beligerancia, Claudia Sheinbaum también optó por una ruta que la desmerece. En el último mes de las campañas —es lo más probable— las descalificaciones se multiplicarán.

¿Y se rebasará el límite trazado por Sheinbaum? “Xóchitl no debió meterse en asuntos familiares”, plantean entre los asesores morenistas, “y tenemos claro quién es su talón de Aquiles”.

A contrarreloj, sin nada más qué perder, Xóchitl ha decidido ser una gladiadora. La guerra sucia sólo alejaría al electorado de las urnas. En cualquier caso, si el margen de victoria es estrecho, la probabilidad de un conflicto postelectoral es altísima.

En el frente morenista evalúan todos los escenarios. Incluso, el extremo de que no acuda al tercer debate, cuyo formato es el menos confortable para los contendientes.

Periodista y columnista de El Economista, autor de Doña Perpetua: el poder y la opulencia de Elba Esther Gordillo. Elba Esther Gordillo contra la SEP.

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