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Inteligencia artificial: contexto y ética (2 de 3)
En una serie de tres artículos abordaré el tema de la inteligencia artificial, en cuanto a sus bases generales, estado actual y prospectiva y, particularmente, algunas ideas sobre sus implicaciones éticas. Aquí la liga al primer artículo.
II. El estado de cosas de la inteligencia artificial
Abordo la situación de la IA a nivel mundial, si bien aclaro que concierne mayormente a economías avanzadas. No obstante, es un referente útil, tanto por la estrecha relación de México con algunas de ellas, como por la necesaria aspiración de desarrollo que como país debemos tener.
Evolución. Hoy día la inteligencia artificial (IA) concita altas expectativas, derivadas de exitosas aplicaciones populares, tales como Siri, Alexa, Chat GPT, o los vehículos autónomos.
Empero, este desarrollo no ha sido uniforme. Desde el diseño de la Máquina Universal de Turing en 1936, la IA ha experimentado fases de avance acelerado y otras de estancamiento, casi de desilusión.
La evolución de la IA ha ido aparejada centralmente del desarrollo de las tecnologías de información y comunicaciones (TIC), especialmente de ordenadores con mayores capacidades de procesamiento. Es este poder de cómputo el que permite a la IA ejecutar a gran velocidad algoritmos complejos que reciben información del entorno y la analizan para generar respuestas, semejando el razonamiento humano.
En décadas pasadas, hitos centrales han sido, entre otros, el desarrollo de lenguajes de programación; las redes neuronales, de añeja teoría (McCulloch, Pitts) y reciente y destacada aplicación (McClelland, Rumelhart et. al.), o los sistemas expertos orientados a la predicción de resultados o respuestas, basados en la información de precedentes suministrada.
Expansión de la Inteligencia Artificial. Por este decurso la IA ha alcanzado en nuestro siglo un momento de esplendor. La investigación y desarrollo del pasado suscitaron las capacidades teóricas, tecnológicas y materiales para que la IA abarque más campos con el tiempo. Cabe recordar que esta propagación de la IA ocurre en múltiples áreas, pero separadamente en cada una y no a manera de una sola IA amplia o totalizadora que englobe todas a la vez. Sobre esto volveremos.
A guisa de ejemplos, entre cientos conocidos, encontramos IA actualmente en:
- Medicina, diagnóstico médico por inferencia a partir de numerosísimos casos precedentes almacenados;
- Manufactura, mejora logística de producción y distribución, basada en el aprendizaje de los ciclos respectivos que le permite anticipar demanda, o
- Finanzas, combate el fraude al analizar el posible uso de tácticas de engaño y la consistencia y fiabilidad de documentos e información, o para elaborar perfiles crediticios más rápida y precisamente.
Economía. La reciente fase de entusiasmo y expansión de la IA, sus beneficios presentes y previsibles en el futuro cercano motivan o exigen interés de empresas y gobiernos.
En 2023 la inversión mundial pública y privada en IA será de 154,000 millones de dólares (IDC Research), 27% más que en 2022. Los principales destinos de inversión el año pasado, informa The AI Index 2023 Annual Report, fueron medicina (6,100 millones de dólares), administración, procesamiento y nube de datos (5,900 millones) y Fintech (5,550 millones).
Esta inversión permitiría a la IA agregar para 2030 un 14% adicional al PIB mundial, equivalente a más de 15 billones de dólares (millones de millones, PWC, 2017).
El excedente, sin embargo, tendrá distintas proporciones: China obtendría una ganancia adicional del 26%, en tanto en los EUA sería cercana al 15% (Statista Research, 2023).
La intensa difusión de la IA detona un mercado que crece a tasa anual superior al 35% y que en 2025 alcanzaría un valor aproximado de 200,000 millones de dólares (Simplilearn, 2023).
El reporte de la Universidad de Stanford. En abril pasado emitió su sexto reporte anual, The AI Index 2023 Annual Report del Institute for Human-Centered AI. Algunos de sus principales hallazgos son:
- La industria lidera en Inteligencia Artificial. Hasta 2014 los desarrollos más importantes se originaban en la academia. Desde entonces la industria ha tomado la delantera. Por ejemplo, de 35 modelos relevantes de aprendizaje de máquina, 32 fueron de la industria y solo 3 de la academia.
- Inteligencia Artificial e investigación. Los modelos de IA están apoyando el descubrimiento científico. En 2022 asistieron la investigación de fusión de hidrógeno y de nuevos anticuerpos.
- Incidentes de Inteligencia Artificial. El uso creciente de IA en múltiples campos ha llevado a que el número de incidentes y controversias relacionados con IA se haya multiplicado por 26 desde 2012.
- Inteligencia Artificial y empleo. En los EUA la oferta de puestos de trabajo relacionados con IA crece a tasa cercana al 2% anual.
- Inteligencia Artificial y empresas. El número de compañías que usan IA ha crecido más de 100% desde 2017, aunque el ritmo de adopción se ralentiza. Toda compañía que utiliza IA en sus procesos disminuye costos y aumenta ingresos.
- Inteligencia Artificial y gobernanza. En una muestra de 127 países se encontró que el número de leyes aprobadas, relacionadas o con referencia a la IA, pasó de 1 en 2016 a 37 en 2022. Similarmente, en 81 cuerpos legislativos nacionales revisados, las menciones de IA en procedimientos legislativos se multiplicaron 6.5 veces de 2016 a 2022.
La IA y el empleo presente y futuro. En tareas específicas la IA tiene varias ventajas frente al ser humano. Por ejemplo, una máquina puede trabajar durante más tiempo; la memoria almacenada es amplísima y de disponibilidad inmediata; la citada velocidad de procesamiento; la exactitud del cálculo, o el aprendizaje de errores (resultados no satisfactorios) que evita repetirlos.
El impacto de la IA en el empleo resulta no solo de ella, sino del ecosistema entero de las TIC. Tareas repetitivas, de manejo de información o procesamiento de datos, son ideales para la IA y las TIC. No se trata únicamente de los casos en que la IA reemplazará puestos de trabajo, también de que la IA será una herramienta que permitirá mejorar la productividad de actividades desarrolladas por seres humanos, sin sustituirlos, lo que se conoce como “augmented working”.
Según un estudio del WEF (2023), hacia 2027 alrededor del 19% de la fuerza de trabajo podría ver más del 50% de sus tareas ser realizadas por (o junto con) la IA. Esto es consecuencia de una amplia y creciente adopción de TIC en el sector privado: De 15 distintas tecnologías consideradas en el mismo estudio, todas ellas serán usadas por más de la mitad de las empresas (803 compañías de 27 sectores en 45 países): desde el 51.3% que recurrirá a robots no humanoides en manufactura, el 74.9% que utilizará IA, hasta el 86.4% que acudirá a plataformas digitales o apps.
Globalmente las TIC, incluida la IA, afectarán el empleo decisivamente. Hacia 2030 provocarán la creación de 69 millones de nuevos puestos de trabajo y la pérdida de 83 millones, para una reducción neta de 14 millones (WEF, 2023). Esto implica para gobiernos y empresas un reto en el reentrenamiento de habilidades y la generación de oportunidades productivas para la población.
Paradójicamente, el uso de la IA no solo elimina empleos, sino que es demandada ante la falta de personal calificado disponible. 25% de las compañías acuden a la IA por este motivo (reporte de IBM).
Tendencias en Inteligencia Artificial. Hay múltiples inventarios de tendencias. Aquí muestro solo algunas entre muchas relevantes. Para fines de exposición las divido en las tocantes a la tecnología misma incorporada en la IA, las que versan sobre sus usos y las concernientes a sus implicaciones sociales.
- Entre las primeras están la IA generativa, que imita el razonamiento humano creativo; el aprendizaje profundo (deep learning) donde “profundo” indica múltiples capas de procesamiento a través de las cuales se refinan los resultados, y el aprendizaje de máquina superior basado en redes neuronales mejoradas.
- Las segundas comprenden el señalado trabajo aumentado, donde la IA se vuelve, más que herramienta, colaboradora en cualesquiera tareas en que sea aplicable; la manufactura ampliamente asistida por IA y TIC (hiperautomatización), controlando desarrollo y calidad de productos, así como la logística entera; los vehículos autónomos, que se estima podrían ser 1 de cada 10 en circulación hacia el 2030, y la ciberseguridad, apoyada en la propia IA, para garantizar que el ecosistema digital completo sea resguardado.
- El tercer rubro incluye la llamada “democratización” de la IA, término a mi parecer equívoco, pues alude a la multiplicación de usos de la IA y a su generalización entre ciertos grupos de usuarios y consumidores, pero no realmente a un beneficio distribuido con visos de equidad, ni entre todos los países, ni entre todos los grupos sociales. También está la IA sustentable, en las vertientes de que en sí misma no sea contaminante, por los equipos y procesos consumidores de energía que utiliza y, a la vez, que ayude en idéntico propósito al conjunto de actividades humanas. Igualmente, la IA transparente y/o explicable, que apunta a una IA que brinde confianza, que sea clara en cuanto al uso de información personal y su injerencia en la privacidad. Además, la IA ética, para que sus fines y procesos respeten los valores de las sociedades.
Categorías de la Inteligencia Artificial. Se divide en IA estrecha (narrow) o débil, IA general o fuerte y súper IA.
La IA estrecha es lo que tenemos hoy, consiste en aplicaciones concretas, como las que se han descrito, de finalidad utilitaria precisa, para tareas específicas.
La IA general es actualmente todavía teórica, si bien hay estudios y experimentación en esa línea. Se la ve como un paso evolutivo respecto de la IA estrecha. El punto clave de diferenciación es que la IA general sería capaz de realizar múltiples tareas, comprender y adaptarse a distintos ambientes y replicar capacidades humanas como la abstracción, el aprendizaje, la intuición, etcétera. Es decir, mostraría un desempeño muy cercano al comportamiento humano en contextos determinados.
La IA general podría, por ejemplo, darnos la sensación de “trato humano” al lidiar con un asistente virtual con el que habláramos y entendiera no solo el significado, sino las sutilezas del lenguaje, como la entonación, la ironía; mostrara, además, empatía y comprendiera casos inusuales. Será sin duda un logro.
No obstante, se trataría todavía de una IA para un propósito particular, para una situación definida. En ese ámbito circunscrito sería prácticamente equivalente a tratar con un ser humano, pero no tendría esa capacidad fuera de dicho medio. En contraste, el ser humano, por evolución y civilización, tiene capacidades para desenvolverse en múltiples ambientes o contextos y ejecutar tareas ampliamente diferenciadas, de tipo físico o intelectual. Esto no ocurrirá con la IA general.
Independientemente de límites técnicos o presupuestales, tal vez carecería de sentido el objetivo de que un solo producto de la IA reprodujera íntegramente las capacidades intelectuales, todas, de una persona. Sería, quizás, de alguna manera, no una IA general artificial sino artificiosa, toda vez que la inteligencia humana es solamente una parte de nuestra compleja naturaleza, aunque tendamos a sobreestimarla.
Las líneas esenciales de nuestra humanidad derivan de que somos seres orgánicos y mortales; formados como individuos en colectividades; conscientes de todo ello y de un pasado personal y social que proyectamos hacia futuros deseados a los que orientamos nuestra voluntad, actuando siempre en entornos de menor o mayor incertidumbre.
La súper IA es también, ésta sí absolutamente, teórica. Apunta a una máquina con capacidades de procesamiento y algoritmos avanzados, a grado tal que le permitieran un autoaprendizaje que, paulatina pero certeramente, la llevara a tener una inteligencia superior a la del ser humano, lo que en el ámbito tecnológico se denomina “singularidad”.
Como si el cerebro humano adelantara en su evolución, digamos, un millón de años; como la diferencia cualitativa entre nuestra especie y nuestros ancestros de hace un millón de años. Aunque a la super IA le tomaría solo unos cuantos.
Tal prodigio podría resolver muchos problemas hoy sin solución, de cualquier tipo, científicos o sociales. Podría mostrarnos y ayudarnos a realizar un mundo de paz y prosperidad perpetuas para todos. Podría enseñarnos cómo adelantar la evolución de nuestra especie y ser igual que ella: la creación que recrea a su creador.
Todo eso, sin embargo, es teoría o especulación y, en la onda hype que envuelve a la IA, es en el presente mera fantasía, con tintes que evidencian no el estado actual ni el potencial realista de la IA, sino rasgos muy humanos de búsqueda de seguridad, incluso místicos o religiosos.
La moratoria de la Inteligencia Artificial. Sin embargo, esa vibra hype y la falta de marcos institucionales en torno a la IA hicieron posible que, en el pasado reciente, destacadas personalidades del sector TIC propusieran una moratoria al desarrollo de la IA, alertando sobre supuestas y terribles consecuencias para la humanidad. Como si en lugar de estar en una etapa inicial, merced a las llamativas y limitadas aplicaciones de la IA estrecha, presenciáramos un portentoso despliegue de la IA general o, incluso, se bosquejara la estrella de la muerte de la super IA.
Sin evidencia, análisis ni ponderación, tal exabrupto exagera y dramatiza alarmando con que podemos “perder el control de nuestra civilización”, lo que a mi juicio resulta altamente cuestionable y puede, acaso, ser rescatable como una llamada de atención por provenir de personalidades y urgir a construir la institucionalidad que evite desinformación, malos entendidos y malos usos de la IA. Por lo demás, lamentablemente alienta una neurosis oscurantista y puede servir a interesadas y calculadas barreras a empresas y a las sociedades.
Esto nos lleva a las cuestiones éticas, tema del tercer artículo.