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Opinión

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Invertir bien es fácil, empezar no lo es tanto (Parte 2 de 2)

En la primera parte mencioné que empezar a invertir es como conducir por primera vez: por más que uno sepa toda la teoría, cuando uno arranca el motor es normal sentirse inseguro. Con el tiempo nos vamos acostumbrando. Añadí que es importante experimentar, pero siempre con una estrategia controlada y consistente, en la que uno va aprendiendo a sentirse más cómodo con cosas como el riesgo.

En realidad, sólo hay tres maneras de invertir nuestro dinero. La primera la discutimos también en la entrega anterior: prestar nuestro dinero a alguien más, quien nos promete pagar intereses periódicos y devolver nuestro capital en un plazo determinado. Sigamos con las demás: 

Invertir en un negocio. Podemos iniciar uno propio, emprender con amigos o volvernos socios de empresas grandes. Eso último es exactamente lo que hacemos cuando compramos acciones que cotizan en los mercados de valores: nos convertimos en dueños de una parte muy pequeña de esas compañías. Hoy en día uno puede ser socio de empresas nacionales como Bimbo o Cemex, pero también de globales como Apple, Google (Alphabet) o Pfizer, entre muchas otras. 

En cualquier momento podemos comprar o vender estas acciones. Se cotizan todos los días en los mercados financieros y por eso tienen mucha volatilidad en el corto plazo. Hay muchísimos factores y variables que pueden incidir en el “ánimo de los inversionistas” y por lo tanto en la oferta y la demanda que tiene cada empresa. 

Pero en el largo plazo, todo ese “ruido” desaparece y lo que queda es realmente el desempeño del negocio. En general, a nuestra inversión le va a ir como le vaya a la empresa. Si logra crecer, sigue innovando y se mantiene como líder en su sector, ganando además participación en el mercado, tarde o temprano esto se verá reflejado en sus valuaciones y por lo tanto, en el precio de sus acciones. 

Pero también puede ocurrir lo contrario: que una empresa que hoy parece muy exitosa y líder absoluta, pierda esas cualidades, reduzca su tamaño y su valor. Ha pasado muchas más veces de las que puedo contar. 

Por eso es tan importante diversificar. Una manera muy sencilla de hacerlo para personas que no tenemos el tiempo y no queremos dedicarnos a estudiar compañías y tratar de escoger aquellas serán líderes en el futuro, es simplemente elegir un instrumento de muy bajo costo, cuyo rendimiento replique a los principales índices del mercado. 

Puede ser tan sencillo como invertir en ETF que replique un índice global (que invierte en empresas de todo el mundo, de diferentes tamaños) o si queremos más granularidad, en varios ETFs que representen a los principales mercados (por ejemplo, uno de Estados Unidos, otro de mercados desarrollados y otro de mercados emergentes). Además, las estadísticas demuestran que la mayoría de los gestores profesionales no le ganan, de manera consistente, a estos índices. Eso significa que en general, la inversión indexada (de bajo costo) es una mejor estrategia para muchas personas. 

Invertir en negocios es muy importante cuando nuestro horizonte de inversión es a largo plazo. Es más: esta clase de activos debe ser la principal en nuestro portafolio de inversión. ¿Por qué? Simplemente porque las empresas mueven al mundo: son las responsables del crecimiento económico global. 

Por otro lado, invertir en un negocio suele tener más riesgos que simplemente poner nuestro dinero en el banco o en Cetes. Uno lo hace porque espera tener un rendimiento más alto. 

En otras palabras, el rendimiento esperado a largo plazo de las acciones (bien elegidas o a través de instrumentos indexados de bajo costo) es mucho mayor que invertir en instrumentos de deuda.  

Invertir en bienes que se pueden apreciar en el futuro. Por ejemplo: obras de arte, metales preciosos como el oro, plata o platino, commodities como el petróleo o distintos granos, activos virtuales entre muchos otros. 

A diferencia de las demás clases de activos, estos bienes no producen nada por sí mismos. Por eso son bastante especulativos y su riesgo es mucho mayor. Hay que ser realmente un experto para tener éxito con ellos y en algunos casos, como las obras de arte, tener cierto prestigio e influencia en el mercado.

En general, salvo algunas excepciones de las que no hablaré hoy, es mejor evitar este tipo de activos en un portafolio de inversión de largo plazo (o bien, si acaso, incluirlos en una proporción pequeña). 

Recuerda que vale la pena experimentar. ¿Te da miedo incorporar acciones a tu portafolio de inversión de largo plazo?

Empieza pequeño: usa parte de tu dinero para comprar un título de un ETF global de bajo costo, como el VT. Poco a poco te sentirás más cómodo.

contacto@planeatusfinanzas.com

Ejecutivo de alto nivel en seguros y reaseguro con visión estratégica de negocio, alta capacidad de liderazgo, negociación y gerencia. Además es columnista de Finanzas Personales en El Economista, Coach en Finanzas Personales y creador de la página planeatusfinanzas.com

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