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Opinión

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Javier Milei, síntoma de la peste kirchnerista

Javier Milei ha removido la conversación política en Argentina a través de dos palabras: casta y dolarización.

Un outsider de la política puede escalar la montaña de la popularidad siempre y cuando logre revertir aquella frase motivacional o pesimista que dice “más vale malo por conocido que bueno por conocer”.

No fue voto castigo. Fue un voto para no votar más por inútiles ni a corruptos.

Los resultados de las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO), realizadas el domingo, tienen una lectura elemental: los argentinos han perdido la confianza en el peronismo y no confían demasiado en el macrismo.

Milei es antagonista de los populistas, él los llama políticos-casta. Políticos que usan el presupuesto público con fines de popularidad.

“La solución del problema está en manos del problema” (los políticos-casta), comenta Milei en una entrevista de La Nación+ la tarde de ayer.

“Lo que derrumba a los mercados (ayer el peso argentino se devaluó 18.3%%) es que el ministro de Economía (del presidente Alberto Fernández) es el candidato” del oficialismo, señala en referencia a Sergio Massa.

Su geopolítica, la de Milei, consiste en que Argentina sea un vértice del triángulo Estados Unidos e Israel. La embajada la mudará de Tel Aviv a Jerusalén.

Sin confianza la democracia se vacía de contenido.

Los argentinos continúan confiando en la democracia, pero no en la clase política.

Latinobarómetro 2023 escanea el gusto de vivir en democracia: los números reflejan un apoyo en seis de cada 10 argentinos. La cifra representa el doble del apoyo que le dan los mexicanos a la democracia (35%). Los argentinos no quieren vivir bajo un régimen autoritario, su apoyo representa el 18% de la población; México, 33%.

La corrupción con inflación termina siendo una mezcla cuyos efectos son comparables con los del fentanilo: mata el sistema social.

Los populismos requieren de una receta donde las promesas puedan perpetuarse y nunca concretarse. El panorama del tiempo es un misterio entre populistas. Un ejemplo es Nicolás Maduro; lleva más de 15 mesas de diálogo con la oposición para supuestamente organizar elecciones limpias, pero el dictador continúa atornillado a su palacio.

Cristina Fernández fue condenada en diciembre pasado a seis años de cárcel por corrupción en la concesión de obras viales en su gobierno. No es el único escándalo: tiene una decena de imputaciones cuya naturaleza oscila desde actos fantásticos (como el caso de un hotel de su propiedad que siempre reporta habitaciones saturadas… y se encuentra ubicado en la Patagonia, es decir, un periodo del año permanece cerrado por nula demanda), hasta de película, como el protagonizado por su secretario de Obras Públicas bajando de su coche sacos llenos de dólares para esconderlos en un monasterio con el visto bueno de unas dulces monjitas.

La popularidad de Milei crece en el segmento juvenil; sus integrantes han vivido en crisis toda su vida. Son dos décadas de permanecer en el pantano económico cuyo poder de compra ha sido minado por malas decisiones, lo mismo del kirchnerismo como del macrismo.

Milei es síntoma del clima político y económico que vive Argentina. Lo absurdo es que Sergio Massa sea candidato presidencial por el peronismo. Actualmente es ministro de Economía. Una burla. Es como nombrar director de un kinder a un pederasta.

Es claro que la izquierda no gobernará a Argentina los próximos cuatro años. La pregunta es si Milei ganará en primera vuelta.

@faustopretelin

Fue profesor investigador en el departamento de Estudios Internacionales del ITAM, publicó el libro Referéndum Twitter y fue editor y colaborador en diversos periódicos como 24 Horas, El Universal, Milenio. Ha publicado en revistas como Foreign Affairs, Le Monde Diplomatique, Life&Style, Chilango y Revuelta. Actualmente es editor y columnista en El Economista.

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