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Juan Ramón de la Fuente reprueba un propedéutico sencillo
No ha llegado aún al piso 22 de la cancillería, pero ya cometió su primer error: ponderar simétricamente las posturas de un embajador con las de un periódico. Se trata de una mezcla rara donde suma peras con manzanas.
Juan Ramón de la Fuente confunde los espacios críticos del Departamento de Estado con el de los medios de comunicación. Podrán tener el mismo sentido las advertencias que han lanzado el Gobierno del presidente Biden, sobre el riesgo de la relación bilateral en caso de que se apruebe la reforma con la que el presidente López Obrador propone desmantelar el poder judicial, y el consejo editorial del periódico The Washington Post, pero son dos jugadores independientes.
Mal asesorado, De la Fuente critica el “argumento del Post” de que “los asuntos internos de México son un asunto de interés hemisférico”; para De la Fuente y Ebrard, “esa interferencia es contraria al principio reconocido por la ONU de que las naciones tienen el deber de no intervenir en asuntos que son de la jurisdicción interna de ningún Estado”.
Ahora resulta que los periodistas tienen que medir sus análisis con la regla del Consejo de Seguridad de la ONU dejando a un lado el impacto que tendría la subordinación del poder judicial a Palacio Nacional.
¿Es el virus López-Gatell el que ha contagiado a De la Fuente? A Ebrard ya lo conocemos. Aceptó humillarse durante la campaña para pescar nueva chamba.
El virus López-Gatell es sencillo: la evidencia científica es derribada por los dogmas o, si se prefiere, mi jefe es un santo, no se va a contagiar de covid-19.
Juan Ramón de la Fuente y Marcelo Ebrard engañan a través de medias mentiras. En la carta al periódico señalan que en Estados Unidos los ciudadanos eligen a “miembros del poder judicial”, pero no escriben que eso no ocurre con la Suprema Corte.
Es lamentable que De la Fuente haya reprobado un simple propedéutico, pero su postura es una muestra representativa de lo que será su gestión: “no injerencia, no intervención y libre autodeterminación de los pueblos”.
De la Fuente y Ebrard vienen de la prehistoria, un tiempo donde no existía la Unión Europea y donde la soberanía era un santo al que se le rezaba 10 veces al día.
¿Es posible que un rector de la UNAM confunda las arenas política y mediática? ¿O se trata de los efectos del virus López-Gatell?
El miércoles pregunté a la periodista Mie Hoejris Dahl sobre el sistema de salud de su país, Dinamarca.
Lo escribí ayer en este espacio, pero vale la pena recordarlo: en la época dura de la covid-19, el Gobierno danés obligaba a los ciudadanos a practicarse dos pruebas por semana si ellos querían ingresar a un restaurante o cualquier lugar público. AMLO y López-Gatell, simplemente despreciaron las pruebas. Murieron 700 mil personas.
Ahora, el canciller De la Fuente da muestras del virus López-Gatell: su diplomacia será dogmática y no de Estado. Niega la evidencia científica: México es un país globalizado.