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Kimberly-Clark: el anuncio, el boicot y la rectificación
Ayer, antes del mediodía la empresa informó que sí invertirá en México en el 2020, serán $3,000 millones, monto mayor al que ha hecho en los últimos cuatro años.
“La economía se ha desacelerado significativamente y el consumo interno sólo está creciendo un poco y, desafortunadamente, continuamos viendo anuncios de nuevas políticas por parte del gobierno que podrían no ser lo que nos gustaría para comenzar a invertir en el corto plazo”, dijo el viernes Pablo González Guajardo, director general de Kimberly-Clark de México.
#ClaudioNoAmenaces, le contestaron en redes sociales. Más de tres días después, los usuarios crearon algunos hashtags, que se volvieron tendencia: #BoicotKimberlyClark y #BoicotAKimberlyClark. En los mensajes se “exhibían” algunas de las marcas comerciales de la corporación: Kleenex, Kotex, Pétalo, KleenBebé y Huggies, entre otras. Antes de mediodía del martes, Kimberly-Clark anunciaba una rectificación: sí invertirá en México en el 2020. Serán 3,000 millones de pesos, un monto mayor al que ha invertido en promedio en los últimos cuatro años, alrededor de 2,100 millones de pesos anuales.
Imposible no ver en esta sucesión de hechos una historia donde la política y la vida empresarial están entremezcladas. Pablo González Guajardo es hijo de Claudio X. González Laporte, uno de los dirigentes empresariales más influyentes de las últimas cuatro décadas y enemigo acérrimo de Andrés Manuel López Obrador hasta el 2 de julio del 2018. A esta familia pertenece también Claudio X. González Guajardo, el empresario detrás de la creación de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, que es uno de los principales actores en oposición al aeropuerto de Santa Lucía y que el sexenio pasado produjo los trabajos periodísticos que llevaron a develar la trama de la Estafa Maestra.
¿Fueron espontáneas las protestas y la organización del boicot? No hay forma de contestar con rigor a esta pregunta, por el momento. Lo que es un hecho es que fueron muy eficientes. Posicionaron el tema con rapidez y obligaron a una rectificación de la empresa.
¿Qué moralejas deja esta fábula para las empresas mexicanas? Se trata de un hecho inédito, dado que México no tiene una tradición de boicots a las empresas por parte de sus consumidores. En el caso de Kimberly-Clark de México, se trata de una empresa que realiza más de 90% de sus ventas en territorio nacional. No depende en demasía de contratos con el gobierno, pero debe estar consciente de que muchos de sus clientes son simpatizantes de López Obrador.
Otro factor a considerar es que la información se mueve con facilidad de un contexto a otro. Las declaraciones de Pablo González Guajardo se dieron en una conferencia con analistas financieros, con motivo de la presentación de los resultados del tercer trimestre. Esos encuentros son obligados, cada trimestre, para las empresas que cotizan en Bolsa. En ellos, se habla de manera directa para explicar los planes de inversión y los riesgos y oportunidades para la empresa. Lo peculiar es que fue un buen trimestre para Kimberly-Clark en México. Sus ventas crecieron 5.1% y sus utilidades 28 por ciento. Como dato, sus exportaciones cayeron 5 por ciento.
¿Pretendió mandar un mensaje al gobierno? Es difícil saberlo. Pablo González Guajardo tiene otros foros más apropiados que una reunión con analistas, pero sólo él sabe lo que quiso decir. Lo que es obvio, a estas alturas, es que él no pudo prever la reacción de los simpatizantes de AMLO. De ellos depende, en parte, la salud de su negocio. Ahora está más consciente de ello. ¿Qué hará la próxima vez?