La 4T: el regreso de los extractores de rentas

México nunca ha tenido un verdadero sistema de libre mercado; capitalismo, sí, pero no libre mercado. Es más, se puede afirmar que el verdadero modelo económico de nuestro país ha sido el de la extracción indiscriminada de rentas por los grupos de poder fáctico.

El sistema político priísta, que se consolidó con la llegada de Lázaro Cárdenas al poder, se sostenía sobre el control corporativo de los diversos grupos y clases sociales, a través del partido y del manejo discrecional del erario, para premiar o castigar lealtades y traiciones. Los políticos, los burócratas de alto rango, los líderes sindicales y campesinos, grupos de choque, e incluso los empresarios, vivían en un intercambio constante de apoyo político por rebanadas del pastel. Para ellos, la hacienda pública no era más que un botín a repartirse. Muchos de los multimillonarios de México nacieron de las obras públicas y las adquisiciones que hacían sus compadres en el gobierno, a cambio de un buen moche, por supuesto. Hay grandes y ejemplares excepciones: las familias industriales de Monterrey, y los inmigrantes españoles, libaneses y judíos que levantaron empresas para satisfacer la demanda de consumo de una clase media en expansión, pero desafortunadamente son los menos. Hasta la transición democrática, cada sexenio lanzaba a las portadas de las revistas de sociales una camada de nuevos ricos.

Las reformas liberales implementadas desde Salinas hasta Peña Nieto fueron acotando, poco a poco, el margen de discrecionalidad del gobierno para el manejo del presupuesto. Se crearon órganos constitucionales autónomos que pudieran actuar al margen de los caprichos y veleidades políticas: el Banco de México, el INAI, el INE, la Cofece y el IFT están ahí para que los extractores de rentas no se sigan atascando. Al mismo tiempo, se encauzó la economía hacia un modelo exportador y de fomento al mercado interno. No obstante, los cambios fueron muy lentos y les dieron la oportunidad a los rentistas de reagruparse y contra atacar: esto es Morena y la 4T.

Me explico: el último paso de la liberalización económica mexicana fueron las reformas estructurales del Pacto por México, impulsadas por Peña Nieto, en las que, ahora sí, se pretendieron corregir las distorsiones de mercado que causaban los monopolios estatales en hidrocarburos y energía; la extorsión de los sindicatos de maestros que sólo enriquecía a sus líderes y mantenía la venta de plazas a personas incapaces, con el consabido deterioro de la educación pública; los oligopolios en diversos sectores económicos, incluyendo las telecomunicaciones y los medios. Pues bien, en mayor o menor medida, todos los afectados por las reformas liberales reaccionaron aliándose al único personaje que podía garantizarles sus privilegios: López Obrador. Así, obtuvo el apoyo de los sindicatos de maestros que pugnaron por retomar el control de la nómina y las plazas; de los trabajadores de Pemex y CFE, que temían perder las prebendas de sus contratos colectivos de trabajo; de los extrabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas, a quienes regaló el suministro de electricidad para la Ciudad de México (asociados con Mota Engil, el contratista favorito de la 4T); de los extrabajadores de Mexicana, a quienes prometió revivir la empresa y subsidiarla, y de los señores feudales mexicanos, que a cambio de unos tamales de chipilín, han recibido contratos públicos como en la época de oro del priísmo. Pero López Obrador no venía solo; venía acompañado de toda una generación de políticos ignorantes que fueron desplazados por los tecnócratas que liberalizaron la economía y a quienes nunca perdonaron. Ahora están de vuelta y más rabiosos que nunca. No les ofende la pobreza, les ofendía ser pobres. A dos meses de que termine el sexenio que restauró los privilegios de los rentistas, nos enteramos de que ignorantes buenos para nada acumulan millones de dólares en paraísos fiscales y que Amílcar Olán, un azulejero de Tabasco, es nuestro Elon Musk. Pobre país.

@gsoriag