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Opinión

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La COP16: un buen regalo navideño

En Cancún se acordó un compromiso particular: conservar el principal activo natural que hay sobre la tierra, las selvas y los bosques.

La COP16 concluyó con importantes acuerdos para reducir el calentamiento global. La reunión logró tales aciertos que podríamos considerarla como un buen regalo de Navidad para la humanidad, pues no sólo implicó compromisos en los principales frentes de discusión, sino que enfatizaron la conservación del principal activo natural sobre la tierra: las selvas y los bosques. Preservar el hogar de 80% de las especies terrestres es la mejor inversión que puede hacer la humanidad en el cambio climático. Aunque nos cueste tanto ponerle números a los beneficios que dan nuestras selvas y nuestros bosques, todos sabemos que al conservar la biodiversidad, los mantos acuíferos y los ciclos hidrológicos, generamos beneficios incalculables. Además los bosques captan una gran cantidad de carbono en su proceso de fotosíntesis y evitan una mayor cantidad de carbono cuando no cortamos sus árboles.

En este sentido, los acuerdos de Cancún no sólo formalizaron el mayor esquema de financiamiento para evitar deforestación y degradación de bosques y selvas en el mundo -Reducing Emissions from Deforestation and Forest Degradation (REDD)-, sino que mostraron los enormes esfuerzos que realiza la iniciativa privada en este sentido también.

Lo logrado en Cancún, también se caracteriza por crear importantes esquemas de financiamiento y transferencia de tecnología que detonará más esfuerzos por parte de la IP. Entre los acuerdos destacan: la creación del Fondo Verde (que reunirá 100,000 millones de dólares al 2020) para desarrollos ecológicos y esquemas de adaptación en países en vías de desarrollo; la creación de un nuevo fondo del Banco Mundial para facilitar el canje de bonos de carbono en países en vías de desarrollo; la creación de un mecanismo para acceder a tecnología verde y transitar hacia una economía baja en carbono, a la vez que se combate la pobreza y la creación de un centro de Investigación sobre Desarrollo Sustentable y Cambio Climático en México, el cual generará y transferirá tecnología a los países en desarrollo de América Latina y el Caribe.

Todos estos son sin duda avances importantes, ahora faltará priorizar las inversiones a realizar a través de entender sus riesgos, costos y ganancias, tanto directas como indirectas. Estos nuevos recursos deberán ser capaces de fomentar más inversiones privadas y así hacer del cambio climático un impulso a la competitividad.

rgallegos@eleconomista.com.mx

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