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Opinión

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La Quinta Revolución Industrial

Si bien la integración total entre humanos y máquinas aún se encuentra en sus primeras etapas de desarrollo, tendrá implicaciones que incluso superan a los libros de ciencia ficción. Los humanos se volverán telequinéticos y omnipresentes —podrán realizar tareas a distancia con tan solo “pensar”—

La inteligencia artificial (IA) es un campo multidisciplinario de la ciencia y la ingeniería cuyo objetivo es crear máquinas inteligentes. En un mundo digitalizado e impulsado por datos, la IA se ha convertido en una fuerza que catapultará el progreso tecnológico exponencialmente cómo jamás se ha visto en la humanidad. Incluso con más fuerza que cuando nació internet.

Las “máquinas inteligentes” superarán toda la gama de capacidades cognitivas humanas en la mayoría de las tareas económicamente valiosas. Esta tendencia tecnológica se encuentra en boca de todos —o la mayoría— de los medios de comunicación y en redes sociales: es el tema “de moda.”

Sin embargo, poco se ha hablado de otra tecnología exponencial con igual —o mayor— potencial disruptivo. Se trata de la integración de elementos humanos y robóticos para crear una entidad unificada coloquialmente conocida como cyborg. El asunto parece sacado de una novela de ciencia ficción, pero es un tema muy real —y actual—.

A manera de ejemplo, un interesante botón de muestra: a partir de 2019, un hombre paralizado del cuello para abajo ha utilizado dos brazos robóticos para llevarse un bocado de comida a la boca. Sin duda, un gran paso en el campo de las prótesis controladas por la mente.

Recientemente, una nueva empresa fundada por un antiguo ejecutivo de Neuralink —emprendimiento creado por Elon Musk que se dedica a la investigación y desarrollo de interfaces cerebro, máquina— está desarrollando un implante cerebral más seguro y fácil de colocar. Y acaba de probarlo por primera vez en personas. En suma, la empresa Precision Neuroscience tiene como objetivo empezar a utilizar implantes cerebrales para ayudar a personas con trastornos neurológicos.

En el presente año, un equipo de investigación de la Universidad de Columbia puso a prueba la convergencia de redes neuronales con implantes cerebrales. Con ayuda de inteligencia artificial y un sintetizador de voz, los investigadores a cargo lograron traducir la actividad cerebral en palabras robóticas reconocibles. Como resulta obvio, las implicaciones de dicha tecnología neuromórfica son impresionantes: permitirá comunicarse a personas con impedimentos neurológicos y cerebrales así cómo leer el pensamiento humano mediante imágenes cognitivas.

Otro estudio reciente en una investigación financiada por la Agencia de Proyectos Avanzados de Defensa (DARPA) en Estados Unidos, demostró que una persona con tan solo la ayuda de un chip podría pilotar un enjambre de drones utilizando únicamente señales del cerebro.

Actualmente, los implantes descritos se utilizan casi exclusivamente para ayudar a personas discapacitadas a superar problemas de salud graves, como la epilepsia o la parálisis. Sin embargo, en el futuro cercano, estos sistemas podrían abrir la posibilidad de conectar el cerebro humano a robots y otras tecnologías. Como se aprecia, las perspectivas educativas, industriales, comerciales, militares y personales de las interfaces hombre-máquina son prácticamente ilimitados.

Si bien la integración total entre humanos y máquinas aún se encuentra en sus primeras etapas de desarrollo, tendrá aplicaciones que incluso superan a los libros de ciencia ficción. Los humanos se volverán telequinéticos y omnipresentes —podrán realizar tareas a distancia con tan solo “pensar”—. Podrán "sentir" objetos físicos que estén a medio mundo de distancia. Tendrán miles de veces más fuerza que los humanos puramente orgánicos —con ayuda de prótesis—. Podrán volar y desplazarse físicamente con la ayuda de drones. Se podrán administrar medicamentos a nanoescala (incluidas "bombas inteligentes" antibióticas para atacar cepas específicas de bacterias). Podrán implantarse dispositivos como ojos biónicos y riñones biónicos, y órganos humanos cultivados y regenerados artificialmente.

Imagine un chip de nanorrobótica neuronal que pueda dotar a los individuos de acceso instantáneo a todo el conocimiento humano acumulado disponible en la nube y mejorar significativamente la capacidad de aprendizaje y la inteligencia humanas.

Las sinergias hombre-máquina que se están explorando en la actualidad nos ofrecen una visión de un futuro cercano. Evidentemente, y desde el punto de vista meramente tecnológico, el potencial de mejorar la vida de millones de seres humanos se presenta impresionante. Sin embargo, este futuro utópico —pero posible y probable— también abarcará cuestiones morales muy sensibles que habrá que abordar pronto. Por ejemplo, la contención de la superinteligencia, la garantía de los derechos de los humanos “orgánicos” frente a los “cyborgs”, —por mencionar un par— y toda una serie de temas éticos muy amplios y profundos para listar aquí serán tema de debate y estudio. Es evidente que deberíamos centrar la atención en cómo aprovechar la tecnología descrita para el bien de la sociedad. Pero también habría que preguntarse: ¿estará lista la humanidad para la Quinta Revolución Industrial?

Twitter: @EduardoTurrentM

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