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La UE debería ayudar a los refugiados ucranianos a volver a casa
Iniciar el proceso de reconstrucción de la economía de Ucrania ahora –en lugar de después de que termine la guerra– fortalecería la capacidad del país para resistir a Rusia y apoyar su recuperación económica y su integración en la UE. El primer paso es garantizar que los refugiados ucranianos tengan los recursos y los incentivos que necesitan para regresar a sus hogares.
BERKELEY/BRUSELAS. A partir del 24 de febrero de 2022, cuando Rusia lanzó su invasión a gran escala contra Ucrania, millones de ucranianos se refugiaron en la Unión Europea (tan sólo Alemania y Polonia recibieron, aproximadamente, 1 millón de refugiados cada uno). Siempre se pensó que se trataba de una solución temporal, pero la prolongada guerra de desgaste actual requiere un cambio de enfoque.
La respuesta no es la mayor integración de los refugiados en los países anfitriones –los ucranianos ya se están integrando, tanto en Alemania como en otros lugares–. Como reiteró con énfasis su presidente, Volodimir Zelenski, Ucrania necesita a su gente tanto para colaborar en la lucha como para garantizar que la población no se desplome y, con ella, las perspectivas de la economía. Muchas empresas ucranianas ya informaron que la falta de mano de obra es uno de los principales factores que limitan sus actividades y, según una proyección, la población del país caerá bruscamente: de más de 40 millones antes de la guerra a unos 31 millones en 2035.
La única manera de contrarrestar esa caída es convencer a más refugiados ucranianos de volver a casa. No será fácil, las encuestas muestran que la incertidumbre en la seguridad, la vivienda y el empleo los disuade de ello. Afortunadamente, esos problemas se pueden solucionar, incluso en la difícil situación actual.
Los problemas de la inseguridad y la falta de vivienda están profundamente entrelazados. A enero de 2024, más del 8.6% del stock de viviendas ucranianas que había antes de la guerra quedó dañado o destruido (principalmente, en el este del país). Y, debido al desplazamiento interno masivo hacia el oeste –donde la destrucción fue relativamente baja–, los precios de la vivienda aumentaron allí. Pero incluso en el oeste, la vivienda en los pueblos más pequeños sigue siendo asequible y hay sitios vacantes donde quienes regresen podrían alojarse.
De todas formas, para aprovechar la seguridad y la vivienda que ofrece el oeste del país, quienes regresen a él también necesitarán empleo en la zona. El gobierno federal alemán destina actualmente entre EUR 9,000 millones y 10,000 millones (entre USD 9,800 millones y 10,900 millones) al año al apoyo a los refugiados ucranianos, a lo que se suman gastos considerables de las autoridades subnacionales. Todas esas erogaciones cubren las necesidades básicas de los refugiados y cursos de idioma alemán para apoyar su integración, pero no parecen estar generando empleo.
De hecho, según los datos, de los 743,000 ciudadanos ucranianos en edad de trabajar que viven en Alemania (de un total de 1.3 millones), unos 135,000 tienen empleos normales (que incluyen pagos del seguro social) y otros 40,000, los llamados miniempleos. Eso implica una tasa de empleo de aproximadamente el 20% (esas tasas son mayores en los países de la UE con sistemas de seguridad social menos generosos, lo que sugiere que su oferta de trabajo es sensible a los incentivos).
En vez de destinar dinero a transferencias sociales dentro de los países anfitriones, la UE y sus estados miembros debieran reasignar esos fondos para apoyar el regreso de los refugiados a Ucrania, especialmente a la zona oriental. Con el diseño adecuado, los programas de reingreso financiados por la UE no sólo permitirían que más ucranianos regresen –fortaleciendo así el mercado de trabajo en su propio país–, sino que además alentarían a las empresas europeas a invertir en las zonas ucranianas más estables, preparando el terreno para una sólida recuperación de posguerra.
Las empresas europeas –especialmente, las alemanas– han mostrado cierto apetito por ese tipo de inversiones. El fabricante alemán de cables Leoni empleaba a más de 7,000 trabajadores en el oeste de Ucrania antes de la guerra. Y en 2023, la empresa farmacéutica y biomédica Bayer prometió invertir EUR 60 millones en la ciudad ucraniana de Pochuiky. Por ahora, sin embargo, los riesgos por la guerra y la falta de personal calificado germanohablante obstaculizan las inversiones adicionales.
Se pueden mitigar ambos factores; la lógica de la guerra favorece la producción organizada en nodos fortificados (para la producción a gran escala) o descentralizada (en el caso de las pequeñas y medianas empresas o pymes). Si se distribuyen pequeñas fábricas a lo largo de un área grande, a cierta distancia del frente de batalla, el riesgo de destrucción directa es limitado.
Para aliviar aún más los riesgos debidos a la guerra, las instituciones alemanas o de la UE –como KfW (un banco de inversión y desarrollo estatal alemán) o el Banco Europeo de Inversiones– podrían brindar algún tipo de seguro. En esos esquemas se podría incluir asistencia para la reubicación y financiamiento para la capacitación en los puestos de trabajo –que incluya los cursos de idioma necesarios– para los refugiados ucranianos dispuestos a trabajar en nuevas fábricas europeas en el oeste de Ucrania. Vincular la reubicación con el empleo garantizaría que quienes regresen no representen una carga para las ya agobiadas finanzas públicas ucranianas.
Este programa brindaría beneficios a más largo plazo para Ucrania: históricamente, el oeste se ha desarrollado menos que otras partes del país, pero el centro de gravedad económico se ha estado desplazando últimamente hacia esa zona, en alguna medida porque la mayor parte de la industria pesada del este fue destruida, pero también por su proximidad a la UE. Garantizar que el oeste de Ucrania cuente con una sólida fuerza de trabajo y reciba abundante inversión europea, especialmente para las pymes, prepararía el terreno para la integración ucraniana a la economía europea.
Ese esfuerzo también sentaría las bases para un modelo de desarrollo más resiliente. Como lo demuestra el ascenso de la región italiana del Véneto después de la Segunda Guerra Mundial, un sector de pymes sólido e integrado de manera global puede aumentar la resiliencia a los impactos económicos.
Comenzar ahora el proceso de reconstrucción del sector manufacturero ucraniano, en vez de cuando termine la guerra, no sólo fortalecería la capacidad del país para resistir la agresión rusa, también apoyaría su recuperación económica e integración a la UE. El primer paso es garantizar que los ucranianos refugiados actualmente en la UE cuenten con los recursos e incentivos necesarios para volver a casa.
El autor
Yuriy Gorodnichenko es profesor de Economía de la Universidad de California, Berkeley.
El autor
Daniel Gros es director del Instituto de Políticas Europeas de la Universidad de Bocconi.
Copyright: Project Syndicate, 2024