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Opinión

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La broma ingrata de Evo Morales a AMLO

En México Evo Morales fue recibido como héroe; en Argentina, de manera discreta. En México, Morales hacía declaraciones políticas sobre Bolivia todos los días; en Argentina no lo podrá hacer (“Nosotros queremos de Evo Morales el compromiso de no hacer declaraciones políticas en Argentina”, dijo ayer Felipe Solá, canciller). En México, el gobierno del presidente López Obrador puso a su disposición una decena de miembros de seguridad a su servicio, en Argentina no los tendrá.

Desde que renunció a la Presidencia de Bolivia, Morales quiso viajar a Argentina y no a México, pero el calendario se lo impidió. El hoy presidente Alberto Fernández le abre la puerta para que se asimile a Argentina en calidad de asilado político y pronto como refugiado. Mauricio Macri no lo recibió, pero sí a su familia. Macri dejó la Presidencia el pasado martes. El semáforo, para Morales, cambió de rojo a verde para entrar a Buenos Aires.

El 27 de noviembre Morales aún no viajaba a Cuba para charlar con Raúl Castro, y el presidente López Obrador confesaba que el haber recibido al expresidente de Bolivia representó una de las cinco decisiones más complejas durante su primer año de gobierno. La decisión fue equivocada desde el 10 de noviembre, día en que la Secretaría de Relaciones Exteriores buscó a Morales para convencerlo de que viniera a México.

De manera ingrata y carente de gramaje diplomático, Morales abandonó México el pasado viernes sin avisarle a Marcelo Ebrard que lo haría de manera definitiva. Así lo dio a entender el propio secretario durante la entrevista con Ciro Gómez Leyva el pasado viernes en Imagen.

La genial impostura de Morales, que consistió en alertar un golpe militar para difuminar el fraude electoral que maquinó a través del órgano electoral (que él controla), se la aplicó al presidente López Obrador y al secretario de Relaciones Exteriores.

Lo que ni el secretario Ebrard ni el presidente López Obrador dijeron públicamente es que la Central Obrera Boliviana, principal sindicato del país, le pidió a Morales que renunciara porque con el fraude electoral que cometió se convertía en un personaje insostenible. Los funcionarios mexicanos tampoco revelaron que el apoyo del papa Francisco a Morales pasaba obligatoriamente por la auditoría electoral de la OEA. Genial impostura de Morales, pero lamentable sobreactuación del gobierno de México.

Morales ingrato, por no agradecer al gobierno de López Obrador el reconocimiento de su victoria electoral en octubre a pesar de la caída del sistema electoral.

El 12 de noviembre Marcelo Ebrard lo recibió con brazos abiertos en el aeropuerto de la Ciudad de México, pero Morales se sintió incómodo con el abrazo. Así inició la sobreactuación del secretario de Relaciones Exteriores y la visita ingrata de Morales, quien vino a México para mentir y polarizar a mexicanos y bolivianos. Ése es el legado de las tres semanas de su estancia en México.

Claudia Sheinbaum participó en el coro de bienvenida de Morales obsequiándole una condecoración que hoy ya no vale nada, las llaves de la ciudad. La ingratitud de Morales es tan clara que el 20 de noviembre dijo ante 100 periodistas que en México se sentía arrestado:  “Tengo ganas de pegarme a estas marchas pacíficas (en Bolivia), pero aquí (en México) estoy como arrestado”.

Morales recibió todo el apoyo del gobierno de López Obrador y no midió que, con su salida de México en la manera en que lo hizo, puso en ridículo la sobreactuación de Marcelo Ebrard y a una serie de periodistas personeros del secretario y del presidente.

La sobreactuación fue tan ridícula que la agenda de “la tradición de México con los refugiados” resultaba ser una broma de muy mal gusto.

Verguenza: van 48 días del intento de robo de un libro por parte de Ricardo Valero. Sigue siendo embajador.

faustopretelin@eleconomista.mx

Fue profesor investigador en el departamento de Estudios Internacionales del ITAM, publicó el libro Referéndum Twitter y fue editor y colaborador en diversos periódicos como 24 Horas, El Universal, Milenio. Ha publicado en revistas como Foreign Affairs, Le Monde Diplomatique, Life&Style, Chilango y Revuelta. Actualmente es editor y columnista en El Economista.

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