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La economía de la oferta (I): la cultura del dar
La Economía de Comunión, EdC, es una iniciativa que integran personas comprometidas con la promoción y práctica de una cultura caracterizada por la gratuidad, la reciprocidad y con un estilo de vida alternativo al sistema capitalista vigente.
Se diferencia de las economías circular, la naranja, capitalista, comunista y de otras en que hace la EdC hace “crecer la persona y al medio ambiente en forma digna”, dice Edimer Albeiro Pardo Flórez, experto en el tema y docente de la Universidad la Gran Colombia.
Lo que diferencia la EdC de las economías capitalista y circular, por ejemplo, es que la primera “está basada en el lucro” y la segunda, “es una propuesta pensada en la ingeniería de procesos”, precisa.
La EdC “está centrada en la persona, describe, explica y analiza los presupuestos, realizaciones e implicaciones y perspectivas de una experiencia: La Cultura del Dar.
Defiende la formación de nuevos empresarios y de empresarios nuevos capaces de compartir sus beneficios para reducir la miseria y solucionar otros problemas como la exclusión o como los económicos, que afectan hoy tanto a los individuos como a comunidades.
Se trata de una iniciativa que la docente y ensayista italiana Chiara Lubich (1920-2008) creó como una “respuesta al problema social y al desequilibrio económico” que presenció en Sao Paulo (Brasil) en 1991 y que hoy se desarrolla en los 5 continentes.
En la EdC participan hoy empresarios, trabajadores, directivos, consumidores, ahorradores, ciudadanos investigadores y operadores económicos de Argentina, África Central, Bélgica, Brasil, Colombia, Congo, Croacia, España, Estados Unidos, Francia, Italia y Portugal, entre otros.
No es una iniciativa asistencialista ni filantrópica, pues las dos concepciones son individualistas, sino que se basa en la esencia misma de la persona que la ejerce y que debe ser de ‘comunión’, es decir, que comparta los ideales que impulsan la EdC, cuyo principal objetivo es mostrar una porción de humanidad ‘sin indigentes’.
Para eso, esta economía “activa la reciprocidad en distintos niveles: creando puestos de trabajo para incluir a los excluidos del sistema económico y social, difunde la cultura del dar y de la comunión en distintas iniciativas educativas y culturales e interviene en las situaciones de emergencia con ayudas y con proyectos de desarrollo sostenible”.
La EdC invita a vivir y difundir, desde la infancia, una nueva cultura económica y cívica basada en la generosidad o en lo que Lubich bautizó como ‘la cultura del dar’, que es completamente diferente a la ‘cultura del tener’, hoy imperante.
Pero, cualquier acto de dar no crea la cultura del dar ideada por Lubich. Un ejemplo es cuando el dar es un poder para dominar u oprimir a individuos o pueblos o como cuando ese dar es interesado y utilitario como sucede en ciertas tendencias actuales del neoliberalismo en donde sólo busca el beneficio individual. La EdC busca construir y viene construyendo tejido social en las últimas tres décadas porque los que la promueven están convencidos de que “no es posible curar ninguna forma de pobreza no elegida sin incluir a las personas desfavorecidas en comunidades vivas y fraternas”.
Tampoco, si no se las inserta en “empresas y en centros de trabajo” pues alguien con capacidad física y mental de trabajar seguirá siendo un indigente si no puede hacerlo.