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Opinión

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La economía de las drogas

El pasado lunes, en el marco de la 78ª Asamblea General de las Naciones Unidas, se llevó a cabo paralelamente el evento titulado "Abordando las amenazas a la salud pública y la seguridad de las drogas sintéticas a través de la cooperación global", encabezado por el Secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken. En éste, se revisaron los apremiantes desafíos de las drogas sintéticas en todo el mundo.  El evento, impulsado por el gobierno estadounidense, convocó a líderes internacionales y representantes de organizaciones internacionales, el sector privado y la sociedad civil para discutir estrategias integrales para combatir las amenazas que representan las drogas sintéticas a la salud pública y la seguridad global, con el objetivo de continuar los avances y el trabajo de la Coalición Mundial para Abordar las Amenazas de las Drogas Sintéticas.

El avance en el uso de drogas y otros estupefacientes a nivel mundial es preocupante, por decir lo menos. Se estima que 296 millones de personas en todo el mundo son usuarios de drogas, según el más reciente Informe Mundial sobre las Drogas de la ONU. El informe advierte sobre el creciente uso de opioides, que representan el 80% de las muertes relacionadas con las drogas. En su forma sintética, los opioides se pueden fabricar en cualquier lugar, independientemente del suelo y las condiciones climáticas. Igualmente, tanto su promoción como la distribución se han vuelto más fáciles gracias a internet, las redes sociales, darkweb y las tecnologías relacionadas. Los nuevos “cócteles de drogas” son cada vez más comunes, atrayendo a nuevos usuarios, pero planteando mayores riesgos para la salud.

El informe también destaca los vínculos entre el consumo de drogas y otros problemas sociales. Por ejemplo, un capítulo entero está dedicado al impacto ambiental que la cocaína y otras drogas tienen en la cuenca del Amazonas. Existe también el caso mexicano, en el que 30% de los incendios forestales que ocurrieron el año pasado fueron provocados por el crimen organizado, correlacionado a actividades ilícitas y cultivo de marihuana y amapola, afectando alrededor de 718 mil hectáreas del país. El informe también vincula las drogas con la deforestación, la tala, la minería y la contaminación del agua.

En cuestión de cultivos, en el último año la siembra de hoja de coca aumentó 35% y la de amapola u opio 28%. En cuestión de uso, es relevante observar que la proporción de consumo de anfetaminas, opioides, sedantes o tranquilizantes y estimulantes es cada vez más cercana entre hombres y mujeres, oscilando entre un 55%-45% en general. El número de consumidores de drogas aumentó un 23% en la última década (54 millones); una de cada diecisiete personas en el mundo consumió algún tipo de droga. De los 296 millones de consumidores antes mencionados, 219 millones consumen marihuana o cannabis, 60 millones opioides, 36 millones anfetaminas, 22 millones cocaína y 20 millones éxtasis.

Como podemos observar, el fenómeno evoluciona cada vez más hacia un problema multidimensional, complejo y de naturaleza diversa. A medida que las drogas sintéticas continúan devastando comunidades alrededor del mundo, los países continúan enfrentando el tema desde una perspectiva económica, principalmente. Estados Unidos destaca el compromiso con sus principales socios internacionales para invertir más de 100 millones de dólares en el combate contra este problema crítico, enfocado en desarrollar las capacidades para detectar, identificar e interceptar drogas sintéticas. Pese a que la narrativa sigue siendo que el dinero será también utilizado para desarrollar iniciativas vitales de tratamiento, prevención y recuperación, la realidad es que el enfoque sigue siendo más defensivo que holístico, y la gran potencia sigue siendo el principal cómplice del juego, al proteger múltiples intereses y tener una sociedad con un problema de drogadicción cada vez más grave y enraizado.

La economía de las drogas es simplemente impresionante, aberrante. Si uno considera el tamaño total de los mercados de drogas ilícitas, la ONU plantea que estaríamos hablando de alrededor de unos $320 mil millones de dólares, casi un 1% del PIB mundial. Esto sin considerar las otras “líneas de negocio” en las cuáles el crimen organizado ha diversificado, como la trata de personas, la extorsión, el comercio de mercancías con determinado valor (metales, sustancias químicas, recursos naturales, alimentos, etc.), entre muchas otras, y con las cuales genera mayores ingresos.

Aunado a ello, las carencias, la pobreza, la violencia, la ignorancia, la falta de educación y otros factores continúan abonando a esta situación, provocando que muchos niños y adolescentes de las nuevas generaciones vean el narcotráfico como una oportunidad de movilidad social y mejora en sus vidas. Es una gran responsabilidad y reto, que no se puede minimizar, el que tienen los tomadores de decisiones del mundo y el núcleo familiar, para erradicar y controlar este fenómeno. Desgraciadamente, no se ve en el futuro próximo una estrategia integral que pueda impactar de forma contundente a este fenómeno económico, político y social.

*Carlos M. López Portillo Maltos es miembro asociado de COMEXI y Socio Fundador de la firma Crisol Consulting.

 

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