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Opinión

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La economía es un campo minado para la siguiente administración

Desde 1970, las transiciones de gobierno (cambio de partido) han transcurrido sin mayores problemas y las de administración (mismo partido) han sido mayoritariamente traumáticas. Ahora, hay una fuerte posibilidad de que así sea. Hay debilidades en la economía que implican serios riesgos y muchos, para la siguiente administración. Los riesgos no se materializan necesariamente, pero sí con alta probabilidad. Para la nueva Presidencia será como entrar a un campo minado. A continuación, se señalan algunos.

La economía se desacelera. Entre otros, el mismo Banco de México pronostica que el crecimiento podría descender hasta 1.1% en este año y a 0.4% en el próximo. La inversión física, que mostraba dinamismo –un tanto inexplicable–, cedió en junio y fue sólo 0.7% mayor a la de un años antes. El consumo privado crece menos y la generación de empleo formal ha caído.

Las empresas, principalmente las mipymes, se debilitan por la escalada de costos laborales con productividad descendiente. El salario mínimo se ha más que duplicado en términos reales, con productividad laboral y total disminuidas (en -9% y -4%, respectivamente). 

El debilitamiento se exacerba con las onerosas tasas de interés, producto de la política monetaria, que obedece a su mandato. Pero el problema es que las políticas salarial y fiscal son muy expansivas, incongruentes con el objetivo de inflación y entorpecen su caída. Por ello, las tasas de interés reales son y se mantienen muy altas (mínimo 7%), encareciendo el capital de trabajo de las empresas y la inversión.

Quizás el riesgo más apremiante está en las finanzas públicas. Hasta ahora, el gobierno plantea que el enorme déficit público se ajuste de 6% a 3% del PIB en 2025, lo que implica una aguda reducción del gasto público afectable (distinto a nómina, intereses, pensiones y participaciones federales, que es cerca del 70% del total). 

Suponiendo que los gastos en los proyectos insignia del régimen serán menores y los ingresos fiscales mayores a los previstos (según mencionó Hacienda), este espacio señaló que para lograr el déficit de 3% en 2025 la caída necesaria del gasto público modificable (en Salud, Educación, Seguridad, Infraestructura, etc.) tendría que ser mayor al 8% real en el primer año de la nueva administración, obviamente poco factible. 

Pero el ajuste del gasto tendrá que ser mayor. Todo indica que el crecimiento del PIB será más bajo que el utilizado para la estimación oficial del presupuesto. El Banco de México estima avances de entre 1.1 y 1.9% y 04 y 2% para estos dos años. Los recursos del erario serán menores, quizá no haya excedentes y la reducción necesaria del gasto público afectable será probablemente de entre 10 y 14 por ciento. Claramente muy inconveniente e improbable, pero si no se logra, se detonarán dudas acerca de la sostenibilidad fiscal e inestabilidad financiera y del tipo de cambio. Hay otros riesgos como los relacionados con el Plan C de reformas y con la estabilidad del tipo de cambio, que se analizarán en la siguiente opinión.

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