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Opinión

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La economía global y las fuentes de energía

Resulta evidente que a los países europeos se les hizo más fácil y barato depender del petróleo y gas ruso que desarrollar sus propias fuentes de energía. Ello condujo a una especie de “imperialismo energético” en manos de Vladimir Putin.

La superioridad energética de Rusia podría acabarse, por lo que la usó políticamente invadiendo primero a Crimea y después a Ucrania, ahora le cortó el suministro de gas a Polonia y a Bulgaria. ¿Cuáles fueron los signos que advirtieron  las amenazas de que se terminaría ese poder? Resaltan dos eventos importantes. Uno de ellos fue que Estados Unidos comercializó por primera vez petróleo y gas de esquisto bituminoso en la década del 2010 y ahora tiene gas en exceso. Otro fue cuando la Unión Europea invirtió varios cientos de millones de euros en su proyecto de energía verde.

Coyunturalmente, la crisis de Ucrania hace que se incremente el apoyo a los combustibles fósiles y a la agricultura proteccionista. Pero también para finales del año Europa reducirá a dos tercios la actual dependencia del gas ruso.

La necesidad mundial de revertir el cambio climático con una transición importante en el uso de los energéticos hacia los no contaminantes, busca seguridad energética. Esto ha llevado a los países más desarrollados a realizar una revolución de energía alterna. En Rusia se discutió sobre la perspectiva de perder su dominio energético. Políticamente entendieron que se afectaría su posición de protagonista global. Con las sanciones, ahora Rusia ha reducido a la mitad sus reservas en moneda extranjera y ha impuesto control de capitales.

Rusia apostó por sus vastos recursos energéticos y marginó dentro del país procesos de modernización. Los recursos obtenidos por la exportación de petróleo y gas se utilizaron para el desarrollo de su industria militar.

Con una nueva era de energía, Rusia a largo plazo quedará rezagada. La energía alternativa aumentará la autosuficiencia de occidente no sólo de Rusia sino también de las monarquías del Golfo Pérsico, que son sus fuentes alternativas de petróleo y gas.

En una perspectiva de nuevos competidores dentro de la revolución verde emerge un probable gigante energético: China. Es el tercer mayor proveedor de litio del mundo, que sirve para las baterías. También es importante en la producción de los metales de tierras raras que sirven para la fabricación de imanes para la producción de turbinas eólicas y motores de vehículos eléctricos. China tiene una participación mundial de 60% y si se le añade lo que aporta su aliado regional Myanmar sube a 70 por ciento.

Europa ha decidido transitar hacia un sistema energético seguro y muy bajo en carbón, con incentivos a los energéticos renovables. También se están definiendo rutas de suministro alternativas con el propósito de incrementar el gas licuado que llega por barcos. Paralelamente, Estados Unidos aumentará 70% sus exportaciones de gas licuado a la Unión Europea.

Canadá, Holanda, Portugal, Italia, Francia, Reino Unido y Chile han creado una alianza para el abandono total del carbón. Son los países más resueltos frente a la resistencia de muchos otros.

smota@eleconomista.mx

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