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La era de la hipocresía
Después de años de silencio, el autor de Psicópata Americano (esa sátira brutal sobre Wall Street), publicó hace unos meses White, casi una década después de Suites Imperiales. Bret Easton Ellis había estado trabajando en otros proyectos (cine, podcasts y una serie en la web). En su libro revisa la escritura y la literatura; sus novelas y fetiches cinematográficos; sus problemas específicos y conceptuales con Facebook y Twitter, la sociedad de la validación y la victimización; así como la elección y poselección de Trump. White (aún pendiente de publicarse en español) está formado por breves ensayos confesionales y apasionadamente bien argumentados.
El libro inicia con una cita de Janet Malcolm (de su libro El periodista y el asesino): “la sociedad media entre los extremos de la moralidad estricta y una peligrosa permisividad anárquica. Lo hace mediante un acuerdo no escrito en el que se nos permite doblar las reglas de la moralidad estricta, siempre y cuando seamos discretos. La hipocresía es el lubricante que hace funcionar la sociedad”.
El epígrafe resulta paradigmático. En una época en que la sociedad estadounidense (y muchas naciones del mundo) están polarizadas. En que el dogma de estás conmigo o contra mí es repetido por presidentes y políticos de aquí y allá; Ellis decide tomar la posición más difícil: en medio. Decir lo que piensa de unos y otros. Criticando la censura de las policías de la corrección política y su hipocresía implícita. Es la posición más difícil: garantiza la animadversión de ambos bandos. El libro no fue bien recibido.
Su prólogo inicia con una recapitulación de la irritación irracional que lo empezaba a invadir día con día. Irritación provocada por asuntos menores. Se descubría respirando hondo para controlar el disgusto y la frustración de toparse con las opiniones virulentas y groseras de amigos y extraños en las redes sociales. Ésos que, sin importar el tema, siempre piensan tener la razón.
Lo desconcierta la idea misma de que una “opinión” pueda ser tachada de correcta o equivocada. Que la gente sea agredida o bloqueada por tener una opinión o creencia “equivocada”. “Una sociedad que no distingue entre una persona de carne y hueso y una cadena de caracteres tecleados al vuelo en una pantalla”. El libro recorre la paradoja cultural de nuestra era: se invita a la discusión sólo para escuchar aceptación. Las redes son una trampa que termina silenciando y sometiendo al individuo.
El libro propone una división cultural entre el “imperio” representado por la cultura de la generación de la posguerra y el “posimperio” habitado por los que conocemos como millennials. En medio de ambos, Ellis que se identifica con la llamada generación X (popularizada por la novela homónima de Douglas Coupland) batalla por reconciliar sus influencias, el ambiente en que creció y empezó su carrera y el mundo de nuestros días, donde una opinión puede dejar a alguien sin trabajo o amigos.
Destaca el ensayo “liking”, donde Ellis aborda el efecto social que han tenido las redes sociales y su colección de me gustas. Una cultura corporativa de falsas imágenes públicas, donde se cultiva al individuo como marca y se aspira a la inexistente vida feliz del influencer.
Puede resultar polémica su definición de una cultura que ha fomentado la victimización de minorías que se definen y se sienten protegidas en su rol de “víctimas”. Donde las reglas del juego ya no aplican si no se gana. Una donde nadie quiere ser juzgado, pero lo que se sale de la norma merece el linchamiento.
White es un libro fascinante que nos invita a reconsiderar nuestras propia postura frente al otro. El valor que les otorgamos a las tormentas en las redes sociales y la manera en que terminamos aislándonos de quien piensa diferente. Una postura refrescante que no sólo abre pautas para el autoanálisis, sino también para una discusión real... si todavía hay espacio para ellas.