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Opinión

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La historia no lo absolverá

Fidel Castro pensó siempre que la historia finalmente lo absolvería, se equivocó, López Obrador está convencido de lo mismo y también está equivocado, ha creado innecesariamente tal cantidad de enemigos, que se la van a cobrar en cuando deje el gobierno.

Más allá de la pobreza y la inseguridad, el principal problema que enfrenta México, en estos momentos, es el riesgo de una confrontación social que ha ido impulsando como presidente durante todo el sexenio. Su discurso de descalificación con todos los que no piensan como él y la confrontación entre ricos y pobres y conservadores y liberales, a la que convoca todos los días en sus mañaneras, es una semilla que puede explotar en cualquier momento.

El país no aguanta otros seis años sin diálogo y acuerdos, con un discurso de confrontación como ha sucedido durante todo este gobierno. López Obrador se ha convertido en el principal enemigo de los que él llama su Cuarta Transformación, hay propuestas y programas con las que muchos podríamos haber estado de acuerdo, pero su discurso excluyente y de confrontación, hace que se rechacen solo porque él las propone.

López Obrador se equivocó pensando que para llevar a cabo los cambios que proponía tenía que recurrir a las descalificaciones, la confrontación y la división de la gente, nunca trató de buscar diálogo y acuerdos. Muchas de sus reformas eran necesarias, el país no iba por el rumbo correcto, las diferencias sociales eran cada día mayores y nos habíamos acostumbrado a que la mitad de la población viviera en pobreza, pero acusar de conservador o de derecha a cualquiera que tenía diferencias, fue sólo un recurso para mantener su popularidad y tratar de validar, ante la población, que se estaba llevando a cabo una gran transformación.

Reformas como el aumento al salario mínimo, vacaciones, reparto de utilidades y para eliminar los abusos del outsourcing, son cambios positivos en los que todos hubiéramos estado de acuerdo si hubiese habido diálogo. Aumentar los programas sociales y dirigirlos en forma prioritaria a los adultos mayores y a los jóvenes fue una buena decisión, pero su negativa a oír propuestas y transparentar la forma en que se llevan a cabo, los convirtió en blanco de la crítica. Lo mismo pasó con sus proyectos de inversión, la refinería y el Tren Maya, no hubiesen sido rechazados como los son actualmente, si hubiese habido disposición para revisarlos. El caso del aeropuerto de Texcoco es diferente, la decisión de cancelarlo por capricho y con mentiras, marcó su gobierno para los siguientes seis años.

Afortunadamente el sexenio está por terminar, queda sólo un año y la vida política de López Obrador está por concluir. Gane quien gane la elección presidencial en 2024 no tendrá su fuerza y liderazgo; para gobernar tendrá que sentarse a dialogar y negociar. La pesadilla que representa para muchas personas López Obrador, está por terminar, el sexenio no acaba mal, pero es un sexenio perdido en el desarrollo nacional y sobre todo deja un país dividido que no será fácil reconciliar.

Su presencia en la vida política nacional durante 40 años ha sido de confrontación y rechazo al diálogo y los acuerdos, lo único positivo que deja es haber puesto en la agenda nacional la pobreza, las desigualdades, la escandalosa corrupción y el desmedido gasto de los funcionarios públicos, fuera de eso será recordado como un político necio, resentido, cerrado al diálogo y los acuerdos y confrontado con todos, medios, analistas, periodistas, intelectuales, científicos, sociedad civil, clases medias y altas, que una vez que esté fuera del gobierno se van a cobrar todas las ofensas e insultos que recibieron. La historia no lo absolverá.

Ciudadano interesado en las soluciones para el país y la Ciudad de México. Político mexicano, ha sido diputado federal (1988-1991), senador (2000-2006) y jefe delegacional de Miguel Hidalgo (2009-2012)

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