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La importancia de la atención plena "mindfulness" en la educación: una lección desde Bután
Recientemente tuve la oportunidad de visitar Bután, un país que ha llamado la atención mundial por su enfoque en el bienestar y la felicidad de sus ciudadanos. Durante mi visita, me reuní con el ministro de educación de Bután, quien compartió cómo han logrado integrar la conciencia plena (mindfulness) en su sistema educativo. Una de las cosas que más me sorprendió fue cómo estas prácticas no requieren grandes inversiones, sino más bien la capacitación adecuada de los maestros.
En las escuelas de Bután, los programas de conciencia plena (mindfulness) son robustos y sencillos a la vez. Un ejemplo concreto es cuando los niños, antes de entrar a clases, se forman cada mañana y caminan en silencio durante cinco minutos, en esos minutos solo caminan, respiran conscientemente y van reflexionando sobre las emociones con las que despertaron esa mañana. Esta pequeña caminata les permite reflexionar y prepararse emocionalmente para la jornada. Al llegar al salón, los estudiantes forman un círculo de confianza donde, sin excepción, comparten diariamente cómo se sienten interiormente, lo que ellos llaman su "clima interior". Este simple ejercicio no solo fomenta la empatía en el aula, sino que permite a los maestros comprender mejor el estado emocional de los alumnos. Lo más importante de este ejercicio de compartir las emociones diariamente es generar el hábito de estar en constante autoconocimiento. El autoconocimiento te lleva al autocontrol. El autocontrol es una habilidad que incluso pocos líderes tienen y quien lo tiene se convierte en líder entre los líderes.
En un amplio informe de las Naciones Unidas, que abarcó 15 estudios con 1,800 estudiantes de seis países, se comprobó que la introducción de la meditación en las escuelas produce tres grandes resultados: mayor bienestar, mejores habilidades sociales y mayores competencias académicas. Los estudiantes que meditan muestran mayor optimismo, emociones positivas, una personalidad más fuerte y una mayor autoaceptación, mientras que la ansiedad, el estrés y la depresión disminuyen notablemente.
Otra práctica que observé en las escuelas de Bután es la "pausa de tres minutos". Cada hora, suena una campana, y tanto estudiantes como maestros detienen lo que están haciendo para cerrar los ojos y concentrarse en su respiración durante tres minutos. Este breve momento de presencia plena les permite reconectar con el aquí y ahora, lo que mejora la concentración y la productividad y forma seres humanos menos ansiosos.
Lo increíble de estas prácticas es que no implican un gasto económico significativo. Implementar un programa de atención plena (mindfulness) en nuestras escuelas solo requeriría capacitar a los maestros adecuadamente. Imagina los beneficios que obtendríamos si los estudiantes en México hicieran una pausa cada hora para respirar y regresar a sus actividades con una mente más clara y enfocada.
Nuestro sistema educativo podría beneficiarse enormemente de integrar estas herramientas, y lo mejor de todo es que no requieren recursos, solo la voluntad de aplicarlas.
Al igual que en Bután y en otros países donde estas prácticas han demostrado su efectividad, podríamos transformar la experiencia educativa de millones de estudiantes. Los beneficios son claros, niños y niñas más conscientes de sus emociones, con mejores habilidades sociales y un mejor rendimiento académico. La clave está en la capacitación docente y la voluntad de implementar estas prácticas.