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Opinión

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La inestabilidad social poscovid

La pandemia de Covid-19 ha provocado la recesión económica mas importante desde la Segunda Guerra Mundial. Se pronostica que a medida que las vacunas comienzan a aplicarse, la economía global podría experimentar un crecimiento moderado de 3.5% en este 2021. América Latina y el Caribe ha sido muy golpeada porque se han magnificado problemas estructurales históricos como la desigualdad, la insuficiente recaudación fiscal, una educación deficiente, una ausencia de oportunidades laborales y una insatisfacción con la democracia. La caída del PIB en la región ha sido de casi 8% y la tasa de desempleo ha llegado a un 10%, lo que ha derivado en la peor crisis económica y social ocurrida en 120 años. Esto se ha traducido en un descontento social generalizado y en una desconfianza en los gobiernos al ver que el bienestar para la mayoría no llega y la perspectiva se empeora por la imposibilidad de tener un empleo y un ingreso justo.

En este contexto vale la pena referirse a un reciente análisis del Fondo Monetario Internacional (FMI) realizado por Philip Barrett y Sophia Chen, el cual vincula a las epidemias y desastres naturales con “brotes” sociales. Este interesante estudio revela que históricamente las epidemias agravan grietas existentes en las sociedades, como la falta de confianza en las instituciones o la percepción de indiferencia o incompetencia de los gobiernos para dar respuesta a sus demandas. “Desde la Plaga de Justiniano hasta la Gripe Española de 1918, la historia se encuentra repleta de ejemplos de brotes de enfermedades que proyectan una larga sombra de repercusiones sociales, subvierte el orden y desencadena tensión social”, señalan los expertos.

La investigación esta basada en la cobertura mediática de la tensión social para crear un Índice de Tensión Social Reportada (RSUI, por sus siglas en inglés) en 130 países desde 1985. Se destaca que durante una pandemia o inmediatamente después de ésta, no surge la violencia referida sino que se dispara a mediano plazo.

El documento “Las repercusiones sociales de la pandemia” se centra en cómo el malestar social suele manifestarse después de una pandemia y muestra que con el transcurso del tiempo aumenta el riesgo de disturbios y manifestaciones antigubernamentales. De igual forma, los autores constatan cómo se presenta un significativo incremento de crisis gubernamentales severas -como derrocar a gobiernos- en los dos años posteriores a una pandemia grave. Barrett y Chen sugieren que si la historia sirve de pronóstico, es posible que la tensión social resurja una vez que la pandemia disminuya y todo regrese a una supuesta normalidad.

Los autores aclaran que la pandemia no es la causa inicial de sucesos violentos pero sí un catalizador: “se detona una bomba de relojería porque se reduce el crecimiento económico y aumenta la desigualdad y el malestar social”. 

Como resultado de la pandemia actual existe un evidente rezago en la educación y en la movilidad social de las personas, lo que ha generado un ambiente de pesimismo y frustración en las sociedades de la mayor parte de los países.

Ante el probable escenario que plantea el FMI, gobiernos de todo el mundo deben realizar esfuerzos en sus países tales como promover la inversión y el empleo a través de la generación de confianza y de incentivos fiscales. Sólo así se crearán más empleos y riqueza. La innovación en programas sociales, el estímulo a educación de calidad, la promoción de la cultura de la paz y mayor democracia en libertad también son algunas respuestas viables al desafío. Aún es tiempo de prevenir y de afrontar esta responsabilidad actuando de inmediato.

*Internacionalista y politólogo. Colaborador de Globalitika.

@AGuerreroMonroy

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