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Opinión

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La nueva Mexicana: un regreso al estado caprichoso y caro

La semana pasada conocimos muy por encima nuevos detalles sobre el proyecto del gobierno federal para el inicio de operaciones de la nueva aerolínea, en este caso paraestatal, bajo la marca Mexicana. Previamente, el 12 de mayo de este año, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), había emitido el oficio de autorización a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) para que pueda constituir una empresa de participación estatal mayoritaria bajo la razón social “Aerolínea del Estado Mexicano, S. A. de C. V.”

A grandes rasgos, el General Luis Cresencio Sandoval, titular de la Sedena, anunció que la nueva Mexicana iniciará operaciones con 10 aviones Boeing 737-800 de “nueva generación”, con capacidad para 180 pasajeros, con una configuración de asientos de una sola clase, lo que según los dichos del General, “permitirá brindar un servicio de calidad con un costo accesible, en promedio, de conformidad con lo que está en el mercado, estaremos o estamos calculando de 18 a 20 por ciento menos el costo de los vuelos”.

De acuerdo con lo anunciado, la base principal estará en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles y su base secundaria en el Aeropuerto Internacional Felipe Carrillo Puerto, en Tulum, “con lo que se garantiza la puntualidad y servicios de calidad”.

Sobre los aviones a ser utilizados hay que señalar que la producción de los Boeing 737 se encuentra ya en su cuarta generación. Los señalados por el General Sandoval pertenecen a la tercera generación, que dejaron de producirse en 2019. Obviamente ello no significa que se utilizarán aviones obsoletos, pero sí hay que decir que se trata de aviones menos eficientes en el consumo de combustible frente a la opción de la línea Boeing 737-8 MAX, que es la que actualmente produce esa empresa.

Según información pública disponible, el consumo de combustible de un 737-8 MAX es entre 14% y 18% menor, para una misma distancia, que el consumo del 737-800, que es el que eligió el gobierno del presidente López Obrador. Al ser aviones mucho más nuevos y modernos, los 737-8 MAX se arriendan por cerca de 316 mil dólares por mes, mientras que los que rentará la nueva Mexicana andan en cerca de 280 mil dólares por mes. 

Se antoja difícil creer que una nueva aerolínea que inicia operaciones con aviones menos eficientes en el consumo de combustible pueda jactarse de ser eficiente y estar en condiciones de operar con los costos más competitivos posibles. Así que la posibilidad de que el precio de los boletos que ofrecerá Mexicana sea hasta 20% menor que los precios prevalecientes en el mercado mexicana tendría que provenir de otros factores.

A partir de lo explicado por el titular de la Sedena, resulta evidente que las economías en los costos de operación de Mexicana, frente a los costos de otras empresas de aviación que operan en el mercado mexicano, provendrán de un trato más favorable para la nueva empresa paraestatal para el caso de provisión de servicios aeroportuarios y suministro de combustible. Fieles a su visión del papel del estado, se percibe que en la administración del presidente López Obrador hay una especie de orgullo en reconocer que el gobierno tratará mejor a su empresa que a las empresas comerciales. Esto significa que los menores precios relativos que ofrecerá Mexicana serán producto de una condición artificial, no producto de una ventaja generada por procesos innovadores o un mejor aprovechamiento de la tecnología, por ejemplo.

Esta discriminación en el trato, podría generar señalamientos en el marco del T-MEC por un mejor trato a una empresa propiedad del estado que a empresas comerciales donde haya capital de inversionistas de Estados Unidos o Canadá.

Ahora, la elección de las rutas, en varios casos de poca rentabilidad, así como de la flota aérea a utilizar, apuntan a que en realidad la operación de Mexicana si le significará costos importantes al gobierno federal y que sin la ayuda manifiesta del estado, no estará en condiciones reales de competir. Así que es altamente probable que esta aventura aérea le salga cara a los contribuyentes mexicanos.

*El autor es economista.

@GerardoFloresR

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