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La nueva crisis de la deuda de Pemex
Para muchos, 2023 llevaba menos de 5 horas laborables cuando Bloomberg sonó la alarma. La Secretaría de Hacienda quería que Pemex hiciera sus pagos de deuda del primer trimestre sin ayuda del Gobierno, “a menos que no [tuviera] suficiente efectivo para ello”.
La crisis fue inmediata. Pemex tuvo que contestar la mañana siguiente vía su más alto funcionario, desde la tribuna más alta que encontraron disponible. Desde la mañanera, Octavio Romero afirmó que “el Presidente dio la instrucción de que hacienda apoyara a Pemex en el pago de las amortizaciones de la deuda”. Trató de asegurar que “no vemos problema, ya tenemos varias alternativas de solución y vamos a salir adelante”.
En realidad estaba admitiendo un enorme problema. Enredado entre su explicación estaba el reconocimiento de que “el pago de las amortizaciones de la deuda no están contemplados dentro del presupuesto, son fuera del presupuesto, el servicio de la deuda sí (lo cubre el presupuesto), pero las amortizaciones no”. Al principio parecía una mera confusión conceptual. Pero Amy Stillman y Maria Elena Vizcaino no lo dejaron ir: a los pocos días, publicaron que Pemex estaba buscando fondos para pagar 10 mil millones de dólares en vencimientos de bonos – “una suma que ni la compañía ni el gobierno incluyeron en sus presupuestos anuales”. Fue la interpretación correcta.
En una entrevista con Adriana Barrera de Reuters desde Villahermosa unos días después, Romero reconoció que “aunque el precio (del petróleo) ha sido muy bueno en los meses pasados, llegó un punto donde no lo vimos venir”. A la petrolera más endeudada del mundo simplemente se le olvidó que tenía que seguir pagando la deuda. Su CEO culpó del descuido al incremento en los ingresos de los meses anteriores. Pero aún no tocaban fondo.
Unos días después, los planes de una nueva emisión de bonos decepcionaron a algunos analistas por su falta de apoyo soberano más explícito. Aunque nunca lo habían tenido, el contexto actual ya había generado suficiente ansiedad entre los inversionistas. De acuerdo con Bloomberg, los datos de la nueva emisión hicieron de la deuda de Pemex la de peor desempeño en los mercados de alto rendimiento el pasado 25 de enero.
Para salir de esa crisis, se requirieron medidas muy drásticas. Cerrando la semana, López Obrador llegó a asegurar que el gobierno de hecho está dispuesto a asumir, a nivel soberano, deuda de Pemex. Es la primera vez, en tiempos recientes, que un presidente mexicano dice algo así. Por más que López Obrador haya sido claro antes en decir que su apoyo hacia Pemex era incondicional, esto no es lo mismo. Garantizar una deuda a nivel soberano no es exactamente retórica política. Es lenguaje técnico. Por lo tanto, incursiona en el espacio de lo jurídicamente reclamable, hacia un lado y hacia el otro.
Naturalmente, esta forma de pensar remite a lo precedentes. A las pocas semanas de ser nombrado secretario de Hacienda, a Rogelio Ramírez de la O le preguntaron en una conferencia por qué el gobierno no transparentaba su relación con la petrolera estatal y simplemente garantiza su deuda. Según la crónica de Reuters del evento, “Ramírez respondió que la decisión de no cambiar la ley para permitir al Gobierno garantizar la deuda de la empresa se tomó cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador asumió el cargo en diciembre de 2018, pese a tener el capital político para hacerlo, a fin de no asustar a inversionistas y mercados.”
En aquel momento, el gobierno decía que asumir la deuda de Pemex como deuda soberana requería un cambio constitucional. ¿Y ahora ya no?
@pzarater