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Opinión

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La prueba PISA y la inversión en educación

Este gobierno, el de Andrés Manuel López Obrador, se toma como algo personal cualquier evaluación de desempeño, porque sabe que sus resultados evidencian las malas decisiones de política pública.

Así que es creíble que la 4T haya abandonado los procedimientos previos necesarios para llevar a cabo el próximo año la prueba internacional de evaluación de los estudiantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la conocida como prueba PISA.

López Obrador dice que sí se aplicará esta prueba de evaluación, el presupuesto de este año de la Secretaría de Educación Pública (SEP) indica que no porque no hay recursos asignados para ningún tipo de evaluación.

La importancia de aplicar este mecanismo de evaluación entre los alumnos de 15 años para medir sus competencias lectoras, matemáticas y científicas puede ser determinante en estos momentos para medir los impactos de la pandemia en los alumnos que han permanecido más de un año lejos de sus aulas y con mecanismos deficientes de educación a distancia.

Así que, la prueba Pisa que ahora México no está implementando en esa fase de pruebas de campo preparatorias para la evaluación del 2022, implicaría un diagnóstico de la pandemia en la educación y no propiamente los efectos de la contrarreforma educativa de la 4T en la formación de estos estudiantes de secundaria.

Los efectos de esa manga ancha a los diferentes sindicatos de maestros, sobre la calidad de la educación, habrán de tener un impacto generacional. Por ahora no se puede medir con tanta facilidad como se quisiera.

Lo cierto es que esa desatención al sector educativo ha provocado un fenómeno similar a lo que ocurre en el campo de la salud. Muchos mexicanos han optado por los servicios privados ante las evidencias de deterioro de las alternativas del sector público.

La propia OCDE reconoce que los alumnos que asisten a instituciones privadas de educación suelen tener un mejor desempeño que los que atienden su educación en los centros públicos. Y esto hace que muchos padres de familia hagan un esfuerzo adicional para que sus hijos cuenten con esa mejor educación, sobre todo en los niveles medio superior y superior.

Y basta con echar un ojo al mercado para ver cómo las inversiones en el sector educativo tienen tal aceptación, como la Fibra Educa, que es el único fideicomiso de inversión en bienes raíces del sector educativo, y que logró otro trimestre con ingresos, algo que muy pocos sectores pueden presumir.

Para muchas familias es un gran sacrificio, pero lo entienden como una inversión necesaria. Así que es previsible que continúen los buenos resultados en ese sector y en esas opciones bursátiles como la Fibra Educa.

Es muy buen momento todavía para que la SEP ponga en marcha estos mecanismos de campo para la prueba Pisa 2022. Ya quedó claro que el presidente López Obrador sí la quiere.

Sólo falta que haya recursos presupuestales y pericia en la SEP para recuperar el tiempo perdido.

Porque es un hecho que las instituciones privadas se pueden adaptar con mucha más facilidad al no tener esos lastres políticos que tanto daño hacen a las instituciones de educación pública.

enrique.campos@eleconomista.mx

Su trayectoria profesional ha estado dedicada a diferentes medios. Actualmente es columnista del diario El Economista y conductor de noticieros en Televisa. Es titular del espacio noticioso de las 14 horas en Foro TV.

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