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La realidad y el deseo
El futuro se compra con el presente. Por ello las estimaciones que se hacen cuando se inicia un año están basadas en lo que está pasando en los países de mayor influencia por su importancia económica, fijando indirectamente las prioridades de todos los demás.
Si quisiéramos reducir o sintetizar lo que ocurre en el mundo, podríamos decir que es una combinación de tres fuerzas en contradicción y conflicto: 1) la sociedad de consumo que demanda ingresos, mismos que se deterioran con la inflación o por el estancamiento económico o lo peor, porque son casi inexistentes en gran parte de la población; 2) las políticas públicas orientadas a realizar recortes de gastos, principalmente en las actividades culturales, la salud, la seguridad social, la educación y que deterioran la cohesión social y 3) los reductos del Estado de Bienestar como resultado de la precaria inversión en capital humano. Ante estos problemas, los políticos hablan de todo, menos de políticas públicas. Por ello una certeza: la duda y el escepticismo.
Para dar respuesta a los deseos se necesitan propuestas de amplios consensos sustentadas en el Estado de derecho, superar el atraso, la desigualdad, salir del túnel de la angustia, rechazar el narcisismo de los gobernantes que inician con promesas y terminan con una visión deformada y autoritaria. Bertolt Brecht decía: “Tristes los pueblos que necesitan de héroes”.
Para este año, uno de los eventos más importantes para la economía mundial, los conflictos geopolíticos y la competencia entre China y Estados Unidos es si llega de nuevo a la presidencia de Estados Unidos Donald Trump. Significaría proteccionismo, guerras comerciales, escalada de las guerras en Ucrania y en Medio Oriente, indiferencia hacia los países en desarrollo, homogeneidad cultural y los muros fronterizos. La economía del agravio que se ha visto que no funciona.
Es evidente que Trump es un populista acelerado que fomenta hasta la paranoia la tentación de culpar de todo a los otros. Es la política del resentimiento y del victimismo.
Por parte, de los gobiernos de Estados Unidos sigue existiendo un rechazo a establecer una política migratoria que sería un alivio para la población de los países en desarrollo. Para México, desde hace 30 años en que se firmó el TLCAN, la migración como problema fue evitada. Por contra la persecución de migrantes por los gobiernos de ese país es lo que la define.
La retadora de Trump, dentro del partido republicano, es Nikki Haley, igual de conservadora que Trump pero más cuidadosa en sus expresiones públicas.
Un país democrático como Estados Unidos está perdiendo credibilidad. Sobre su política exterior se preguntaba Shlomo Ben Ami, que fue Ministro de Relaciones Exteriores de Israel:
“¿Cómo puede Estados Unidos imaginar que podría exportar la democracia en las alas de sus aviones F-16?”
El sueño de muchos pueblos de tener un gobierno global después de terminada la Segunda Guerra Mundial quedó en utopía. El nacionalismo extremo que está surgiendo en muchos países es un peligro para la humanidad porque encierra indignación y no esperanza. La ONU, que fue la ilusión de muchos países para resolver los problemas globales, ha perdido legitimidad. Permite la libertad de la zorra en el gallinero.