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La refundación del PRI
Antes de rentar películas en las plataformas las rentábamos en los proveedores de cable y, sobre todo, en establecimientos de renta de películas. En México, recuerdo que existía Videocentro. Luego llegó Blockbuster. Esta última empresa era trasnacional e inmensa y sus ejecutivos pensaron que la competencia que les traería Netflix sería débil y efímera. En sus inicios Netflix enviaba por correo las películas que los clientes escogían de su catálogo. Luego se transformó en lo que conocemos, una plataforma en línea donde reproducimos películas que están en sus servidores, a menos que escojamos bajarlas a nuestros dispositivos. Blockbuster se declaró en bancarrota.
Cuento esta historia porque muchos políticos y analistas piensan que el PRI desaparecerá como desapareció Blockbuster: dicen que si bien fue el partido más importante del siglo XX, pronto irá perdiendo registros estatales hasta, un día no muy lejano, perder su registro nacional. Ahora, si ese es el futuro del PRI, ¿por qué se empeñan Alito y sus acólitos en adueñárselo? ¿Quién quiere cargar un muerto? Se me ocurren dos alternativas:
- Aún si desapareciera, el tiempo que falta para que eso suceda puede ser muy redituable en términos económicos vía venta de votos. Desaparecerá como sucedió con el PRD, que comenzó a desfondarse en la elección del 2018 para perder el registro federal en el 24.
- Se mantendrá en la escena política como un partido pequeño: salvando el registro aquí y allá, al estilo del Partido de los Trabajadores y del Verde Ecologista, vendiendo sus votos al mejor postor. Este último partido que menciono ha estado en la coalición gobernante buena parte del siglo XXI. Llevan más de veinte años en el poder.
La venta de votos comenzó tan pronto como Alito dio su discurso como presidente reelecto: quiere sentarse a negociar con el partido de la futura presidenta y duda si continuar o no en alianza con el Partido Acción Nacional. Sin duda, si el PRI vota a favor de las reformas que pretende llevar a cabo Morena será visto por los votantes de la coalición como un partido que traiciona a sus electores (como siempre). Pero eso no le preocupará a Alito, que sabrá negociar por darle al partido gobernante los votos que le faltarán en el Senado para pasar reformas constitucionales. Dirá que revisarán cada una de las iniciativas por separado y que votará a favor o en contra según lo que “convenga al pueblo de México”. Pero esa es la forma bonita de decir que votará a favor de las reformas siempre que le lleguen al precio. Estamos atestiguando la refundación del PRI, no será a lo grande, no buscará volver a ser una alternativa de gobierno (quizá es imposible), no tendrá un proyecto de nación sino un plan de negocios: cobrar por inclinar la balanza del Senado.
¿Y qué pasará con los priistas descontentos? No hay muchas opciones: unos se jubilarán, otros, como los tantos que los precedieron, se pondrán la camisa de MORENA, otros pocos se unirán a la oposición, ya sea a Movimiento Ciudadano, como la ex gobernadora de Yucatán, o fundando un nuevo partido junto con los despojos del PRD.
En otros temas: ¿no resulta vergonzoso que Beatriz Gutierrez Müller haya presentado su “Feminismo silencioso” en el mismo lugar donde gasean a las feministas ruidosas? No le dará pena que nos preguntemos ¿quién pagó la presentación del libro (seguridad, templete, sonido, que se transmitió por las redes de la Secretaría de Gobernación), la editorial o la feminista silenciosa? Porque todos sabemos que ellos son distintos y que el pomposo evento editorial no se pagó con dinero público.
X: @munozoliveira