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La tragedia de nuestra economía III
En las anteriores entregas comentamos que, un crecimiento del 1% promedio en los últimos 60 años y, la concentración total de las fuentes de riqueza natural en pocas manos, todas asociadas con los gobiernos en turno; son las razones del porqué nuestro país no ha superado problemas económicos ancestrales como: pobreza, marginación, infraestructura deficiente, sistemas de salud y educativo de primer orden y, sobre todo, claramente distribuir la riqueza a todo lo largo y ancho del país. Evidentemente se ha avanzado en algunos de estos aspectos, en los sexenios de Salinas y Zedillo se amplió notablemente las oportunidades de comercio exterior, con Fox y AMLO se logra que el salario recupere buena parte de su capacidad de compra y, con Calderón y Peña disminuyeron las personas en pobreza extrema y pobreza. Solo por mencionar, instituciones como el IMSS, UNAM o IPN fueron establecidas mucho antes de estas administraciones.
A lo anterior podemos agregar la falta de lo que conocemos como Estado de Derecho fundamental para dar certeza a toda la vida en sociedad de los mexicanos. Lo que va desde los derechos fundamentales de las personas hasta los derechos de propiedad todos absolutamente indispensables para fortalecer y mantener la actividad económica única fuente de bienestar permanente. Durante lo que se conoce como régimen de la revolución con el PRI bajo control total de la propuesta, aprobación y puesta en vigor de las leyes, se estableció la práctica de edificar legislaciones perfectas en donde su articulado es hasta la fecha impecable, nada se escapa todo está cubierto, pero, para que nadie las cumpla excepto los que el gobierno en turno determina deben ser enjuiciados. Así las disposiciones fiscales existen sólo para los contribuyentes cautivos no para todos. Lo mismo las leyes de propiedad de recursos naturales quienes sólo pueden poseerlos quienes el gobierno quiere. Igualmente, las leyes de competencia económica están para hacerlas cumplir a todos menos a los que el estado permite violarlas impunemente en detrimento de tener mejores precios en bienes y servicios. Y así todo el marco legal del país tiene abundantes cantidades de códigos que amparan infinidad de derechos con pocas obligaciones y, más importante, contienen todos los medios para aplicarlas siempre a quienes el régimen quiere imponer justicia o límites. En suma, no existe evidencia de desarrollo económico sin un sólido estado de derecho entendido éste no como un abultado marco legal sino como su fuerte aplicación sin distinción.