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Opinión

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La visita a México de don Patinkin: un recuerdo memorable

Una fructífera discusión técnica sobre problemas de política económica

Disfrutando de una taza de café americano en un pequeño restaurante de la calle de Havre con mi amigo Leonel Ramírez para discutir temas de trabajo, la jornada laboral se hizo leve. Una vez resuelta la distribución de tareas, pasamos al tema del análisis de las perspectivas macroeconómicas del país, y esto nos llevó a una fructífera discusión sobre los candentes temas de las crisis económicas, y las enormes oportunidades que se generan en su resolución y, sobre todo cuando se tiene en el radar evitar los riesgos de las tragedias sociales y personales que se ciernen para la población más vulnerable, cuando estalla una crisis económica. Me pareció que Leonel tenía en mente, ante el riesgo del repunte inflacionario actual que vive el país y el riesgo de una desaceleración económica, la necesidad de analizar y evaluar aquella solución que se instrumentó en 1987 para abatir el agudo proceso inflacionario que, existía en México al final del gobierno de Miguel de la Madrid (MMH), paso indispensable para establecer las condiciones que permitieran revitalizar la economía mexicana que, había estado experimentando un agudo estancamiento por un lustro con la política de austeridad practicada por MMH. El análisis riguroso de esa solución no implica para nada proponerla para abatir el proceso inflacionario actual, sino evaluar que, lecciones se podrían derivar de esa experiencia. Es importante recordar el aforismo de George Santayana que dice “Quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.

Leonel sino me equivoco se refería a la solución que provino del Pacto de Solidaridad Económica (PSE) dirigido por Pedro Aspe con la participación de los distintos sectores económicos, siendo determinantes el sector sindical, el sector empresarial y por supuesto el gobierno. Desde el análisis de la frialdad de los números, el Pacto sin duda resolvió el problema de la inflación. Es importante recordar que el PSE incluyó una cláusula de protección salarial para afrontar parcialmente los efectos de una caída del salario real, que se tradujo en una propuesta de aumento del salario nominal en los rangos del 6 al 8%. No lo comenté con Leonel, pero a mi lánguida mente, vino el recuerdo de un artículo crítico de la doctora Ifigenia Martínez Navarrete al PSE por carecer este pacto de una visión de crecimiento económico de largo plazo y, señalaba en su crítica, la doctora en economía por la universidad de Yale, que el modelo aplicado por el gobierno de MMH tenía como defecto el haber permitido, al amparo de los pagos del servicio de la deuda externa por concepto de intereses, transferencias gigantescas de recursos monetarios anuales de una magnitud intolerable estimada en 6 por ciento del PIB, lo que en su opinión estaba trastornando objetivos económicos de crecimiento de largo plazo. El título del artículo crítico de la doctora Ifigenia Martínez era revelador “El Pacto de Solidaridad Económica: Desinflación con más estancamiento” (Revista Momento). Este artículo de la doctora debió ser escrito en 1988, en virtud de que el PSE fue firmado el 15 de diciembre de 1987. Posteriormente, los economistas de la escuela de Cambridge, Inglaterra Vladimiro Brailovsky, Roland Clarke y Nátan Warman (1989), denominarían a la política de MMH como la política económica del desperdicio. En el libro que escribieron, basado en el modelo econométrico Galileo, elaborado por Brailovsky, se citaban, las enormes magnitudes de las transferencias monetarias anuales equivalentes al 6% del PIB que, confirmaban las estimaciones de la doctora Navarrete canalizadas al pago del servicio de la deuda externa de México, y las equiparaban en magnitud al costo económico de las reparaciones de guerra de un país vencido (Remember el “Tratado de Versalles” de 1919 que Keynes rechazó).

También vino a mi mente el “New Deal” del presidente Roosevelt del año 1933, que pretendía establecer una política pública de corte keynesiano. Ya Keynes antes de publicar su obra magna “La teoría general del empleo, el interés y el dinero” (1936), había presentado sus ideas directamente al presidente Roosevelt, en una famosa carta dirigida al New York Times del 31 de diciembre de 1933: “Hago mucho énfasis -escribió Keynes-en el aumento del poder de compra nacional resultante del gasto del gobierno financiado con préstamos”. Keynes visitó al presidente Roosevelt en el verano de 1934 para exponer directamente su tesis, aunque la sesión no fue un gran éxito; en la reunión cada uno planteó sus dudas sobre el sentido común del otro (John Kenneth Galbraith “Cómo llegó Keynes a Estados Unidos”, Revista de Economía Institucional 16, 30, 2014). La carta de Keynes a Roosevelt citada por Galbraith hacía énfasis en la política fiscal basada en impulsar la demanda agregada como remedio anticíclico.

Leonel, es un economista del ITAM flexible, no ideológico muy culto (me lo confirman amigos suyos), que conoce las veleidades de los empresarios depredadores bajo el capitalismo, y que, sabe que su actuar impide obtener los resultados del despliegue práctico del modelo puro neoclásico en el accionar de la economía. Leonel; por su instinto fino, con carácter enérgicamente practico, también conoce las heroicidades de los empresarios medianos y pequeños y, la necesidad que tiene el Estado de impulsarlos porque son motor decisivo de empleo y de recaudación fiscal si crecen y si se consolidan, pero que, tienen por su tamaño, un difícil acceso a los mercados financieros. Por estas razones, la rentabilidad de las Pymes es muy sensible al crecimiento de los costos salariales. Y esta razón debe considerarse en la política laboral. México, una economía grande en tamaño, tiene entre 4.5 y 5 millones de empresas medianas y pequeñas, la tasa de éxito de una nueva empresa de este tipo en el país es del 30 por ciento. La Auditoría Superior de la Federación en una revisión de desempeño señaló que de cada 10 nuevas empresas pequeñas y medianas mueren 7 en sólo tres años. Corea del Sur cuyo modelo económico de apertura selectiva tiene en efervescencia la dinámica creativa de 9 millones de pequeñas y medianas empresas, que son clave en el éxito del modelo coreano de crecimiento, debido fundamentalmente al apoyo que brinda el Estado a dichas empresas. Ante este escenario, Leonel me desplegó un modelo económico con el objetivo de no solo evitar una tendencia procíclica de nuestra economía, con las armas de la política pública, sino también para complementar la política económica de incentivar la demanda (medidas como los programas de apoyo sociales que reconoció Leonel son muy benéficos) con medidas complementarias de oferta, en un contexto de control inflacionario. Por lo que entendí, su modelo estaba sustentado en estimaciones econométricas.

Esto me hizo recordar, a los postkeynesianos monetarios que reconocen como positivas las políticas monetarias acompañadas de políticas de oferta como las preconizadas por Paul Davidson (“Money and Employment:The Collected Writings of Paul Davidson vol.I, 1990; “Post Keynesian Analysis, and the Open Economies of the Twenty-first Century" Arestis, McCombie and Vickerman (eds.) Growth and Economic Development, 2006). Estas medidas de oferta agregada complementarias a las de demanda agregada, que propone Davidson siguen las líneas de su maestro Sidney Weintraub establecidas en su magnum opus “General Theory of the Price Level, Output, Income Distribution, and Economic Growth”, (1959). Para evitar, al lector especializado en historia del pensamiento económico ,una confusión embarazosa debemos hacer a continuación una aclaración con la siguiente digresión pertinente: No se debe confundir a este distinguido economista postkeynesiano de Estados Unidos, con un homónimo, también economista, que vivió mucho tiempo en México y que falleció en la ciudad de Cuernavaca, Morelos, y que también fue diplomático del servicio exterior de EUA, y que fue el autor del libro “Financial Decisión-Making in Mexico: To Bet a Nation”, (2000), quien evaluó en ese libro la política económica del gobierno mexicano en 1994 que, condujo a la crisis del peso en diciembre de ese año, y desde luego a la crisis bancaria. Conservo este libro que me regaló el Doctor Ramírez de la O hace algún tiempo.

Al recordar con Leonel, la postura de varios economistas sobre la crisis económica que se avecinaba en México en el año fatídico ya mencionado, y que, finalmente estalló en diciembre de 1994, surgieron en la conversación citas de economistas distinguidos. Discutíamos dos economistas uno del Politécnico (yo), y Leonel un economista del ITAM de manera franca y plural tratando de entender los argumentos del otro. No fue difícil para mí esta conversación, porque Leonel es un pájaro raro, por su enorme cultura, su comprensión de los matices finos de la economía, especialmente sobre la manera en que actúan empresarios depredadores en el capitalismo, sin exculparlos y, sin caer en el dogma ideológico, característico de muchos de los egresados de su escuela. De esta manera, surgieron los nombres de Marx, Keynes, Rudy Dornbusch, Paul Samuelson, Jeffrey Sachs. Yo invoqué el nombre de Amartya Sen, Leonel me dijo que sus textos sobre la desigualdad y la pobreza eran asiduamente estudiados en el ITAM, y que él los había estudiado mucho; invoqué también el nombre mítico de Piero Sraffa (en otro artículo que me publicó el economista traté el tema del papel del super-multiplicador de Sraffa como guía de política pública postkeynesiana) y por el silencio de Leonel deduje que era un autor no estudiado en el ITAM. Sin embargo, todos estos nombres sin duda son de nivel Nobel.

J.M. Keynes por ejemplo recibió en 1939, la Söderström Gold Medal de la Royal Swedish Academy of Sciences (Kungliga VetenskapsAkademien cuyas siglas son KVA), galardón precursor del premio Nobel en ciencias económicas, que se inauguró en 1969. Keynes fue propuesto para esa distinción, por un economista neoclásico flexible; Eli Heckscher, el mayor experto en la política mercantilista, que prevaleció en Europa en los siglos XVI y XVII. Heckscher escribió una voluminosa obra en dos tomos gruesos publicada en sueco en 1931 y en inglés en 1935 (Mercantilism. 2 vols. Routledge. Londres). Se trata de un texto clásico en la materia, de lectura obligada en las clases de teoría del comercio internacional que, tomé mientras cursaba la licenciatura en la escuela superior de economía del IPN. Existe una versión de este trabajo, comprimida en un solo volumen en español, traducida por Wenceslao Roces la cual fue publicada por el Fondo de Cultura Económica en 1943, que es la versión que estudié con agrado a lo largo de sus 871 páginas, un texto escrito por un economista erudito y un gran estilista literario.

Los grandes economistas como Heckscher que, crearon los fundamentos de la ciencia económica de fines del siglo XIX y principios del siglo XX, no sólo eran economistas originales, sino escritores con una prosa de calidad mundial. Keynes, verbigracia, tenía una prosa brillante que, con su madurez alcanzó la categoría de magistral. Roy Harrod se especializó en clásicos, en filosofía, y en historia antes que, en economía, elementos que le permitieron escribir con penetración y elegancia, su monumental biografía de Keynes (Roy Harrod “The Life of Keynes”, 1951). El economista británico recientemente fallecido Anthony Thirwall, afirmó tajantemente que, Harrod fue como genio original, el segundo economista más importante del sigo XX detrás de J.M Keynes, y ubica en el tercer lugar a Nicholas Kaldor (Anthony Thirlwall, “A Life in Economics”, 2018; ver el texto de Esteban Pérez Caldentey “Thirlwall on Harrod”, 2023). John Hicks del Balliol College y de la London School of Economics, quien obtuvo el premio Nobel de economía en 1972, tenía una prosa elegante, sorprendentemente nítida, cualidades que se trasmiten incluso en su mejor obra, de cierta dificultad técnica por los nuevos conceptos que inventó: “Value and Capital: An Inquiry into some Fundamental Principles of Economic Theory”, (1939). Joan Robinson del Girton College, cuyos numerosos ensayos vienen adornados con una escritura plástica tan artística (además de la profundidad económica conceptual), que Joseph Schumpeter la comparó con la de Virgilio (J.A. Schumpeter “Robinson's Economics of Imperfect Competition', Journal of Political Economy, 1934). Dennis Robertson fue un maestro que, dominaba la economía con tanta facilidad como la literatura clásica, como lo señala Gordon Fletcher en la biografía definitiva que escribió de Dennis Robertson (G.Fletcher “Dennis Robertson Great Thinkers in Economics”, Palgrave Macmillan, 2008) . No se diga acerca del profesor Arthur Pigou, maestro de Keynes, cuya obra económica fundó nuevos campos del saber económico, como la economía del bienestar. Los textos de Pigou tienen una finura verbal excepcional. Resaltan está cualidad, Nahim Aslanbeigui y Guy Oakes en su relevante biografía del maestro de Keynes (Nahim Aslanbeigui y Guy Oakes “Arthur Cecil Pigou: Great Thinkers in Economics”, Palgrave Macmillan, 2014).

Por otro lado, de la misma manera que ocurrió con Keynes, Piero Sraffa fue propuesto para la Söderström Gold Medal, por Gunnar Myrdal y la obtuvo en 1961 ¿Cuáles fueron los méritos de Sraffa para obtener el preciado galardón, virtualmente el premio Nobel de economía por la Academia Sueca? Rogério Arthmar y Michael McLure (“Sraffa, Myrdal and the 1961 Söderström Gold Medal, The University of Western Australian, 2016), destacan lo siguiente: En primer lugar, los diez volúmenes editados por Piero Sraffa intitulados “The Works and Correspondence of David Ricardo”, (1951-1955). El Fondo de Cultura Económica editó en español, los diez volúmenes, mismos que los fui adquiriendo poco a poco, la mayoría de ellos en furtivas visitas a la librería del Fondo ubicada en las calles de Parroquia y Avenida Universidad. El volumen X intitulado “Miscelánea Biográfica” es una maravilla, fascina por el elegantísimo tratamiento con que Sraffa realizó el esbozo biográfico de David Ricardo con su legendaria prosa siempre de gran precisión conceptual en el tema tratado.

En segundo lugar, enfatizan Arthmar y McLure el libro “Producción de mercancías por medio de mercancías” (1960). Un texto denso que, hay que leer muchas veces como mínimo siete, y leer esta obra maestra con cuidado párrafo por párrafo. Yo recomiendo a los economistas interesados en este enigmático y elusivo autor, y en su portentosa creación económica, que estudien arduamente el libro de Sraffa, y lo hagan con mejor provecho a través de un taller de lectura (¿Una especie de “Seminar Secret” selecto? Me parece que sí).

Proliferan multitud de biografías de Sraffa, yo estudie varias, pero una de las que, guardo los más gratos recuerdos es la biografía de Jean Pierre Potier “Piero Sraffa. Unorthodox Economist -1898-1983-. A Biographical Essay” (1991). Este librito, una joya biográfica, me lo regaló un trader de Wall Street de altos vuelos de nombre Dave Horne de prodigiosa cultura, rara en la élite financiera de Wall Street. Recuerdo que era todo un gentleman inglés, de rasgos físicos muy parecidos al escritor Joseph Conrad, sólo que sin la sobriedad distante del escritor polaco y sin la dureza de su rostro, que lo hacía aparecer más viejo de lo que era. En contraste, el rostro de mi amigo Horne expresaba mucha jovialidad y su delgadez británica le daba un aíre docto de profesor del Eton College. Lo imagino ahora caminando en el famoso patio del Eton frente a la estatua del rey Enrique VI siguiéndole una selecta elite de alumnos avanzados en su disertación sobre la historia del London Stock Exchange. Dave era muy amable, muy expresivo, conocedor profundo de la obra de Henry James, Virginia Woolf y sobre todo de la obra de Marlowe. El creía (yo no) que Marlowe fue el autor que, escribió realmente la obra de Shakespeare. Y que el supuesto asesinato de Marlowe fue una simulación para escapar de agentes siniestros que, lo perseguían por su radicalismo político. Este trader con el que tejí una amistad profunda, trabajaba como vicepresidente en la firma de correduría Dean Witter & Co. Una firma de Wall Street no menor, como pudiera pensarse.

Dean Witter vivió en el mundo de las altas finanzas de Wall Street, una vida tranquila por 44 años. Fue fundada en 1924 y, en la turbulenta ola de las fusiones y adquisiciones de los años 1970´s, fue objeto de caza de los tiburones financieros. En 1978 se fusionó con Reynold Securities, de donde derivó el nombre de Dean Witter Reynolds. Hasta ese momento, se trató de la fusión más grande de la historia de Wall Street, fusión que la hizo muy atractiva para que el pulpo del comercio “Sears” decidiera adquirirla, aunque sólo de manera temporal. Adquisición que, por cierto, conmocionó a toda Wall Street. Una respuesta enérgica provino del gigante financiero “American Express”, quien agresivamente, lanzó una oferta casi diríamos hostil, mediante la cual adquirió a Lehman Brothers y después dobló la apuesta absorbiendo también a EF Hutton & Co. Ambas adquisiciones no funcionaron y volvieron a su origen las firmas absorbidas, Dean Witter al suyo desligándose de Sears, y Lehman Brothers también se independizó de American Express. Por este historial, Dean Witter se constituyó en uno de los baluartes financieros más importantes de Wall Street, de gran peso en el New York Stock Exchange (NYSE). Es importante destacar, que hacia finales de los 1990´s llegó a ser uno de los gigantes financieros en el campo de la correduría de valores, y su poderoso brazo financiero Dean Witter Intercapital llegó a manejar en la siempre predilecta y atractiva área del Asset Managment más de 100 mil millones de dólares al final del siglo XX.

A principio de los 1990’s, la caída del telón de hierro, y las políticas privatizadoras que sacudieron al mundo, atrajeron una enorme afluencia de capitales financieros de corto plazo a América Latina. Fue en esa época, cuando conocí al trader de Dean Witter. Un día llamó por teléfono al banco (Banca Cremi) y se concertó una reunión en la institución ya privatizada, donde yo laboraba en banca especializada en el rubro de los metales preciosos. Recuerdo que Dave Horne propuso una operación de “Counter-Trade” de enorme complejidad financiera, que implicaba varias capas operativas, una directa y compleja, pero con un papel totalmente marginal entre Dean Witter y Banca Cremi que, no obstante, ello implicó la utilización de commodities de metales preciosos, y de metales no preciosos como el niquel. Se trató de contratos virtuales, típicos de las operaciones de futuros. Otras capas de esta compleja operación utilizaron un complejo de commodities solo nominalmente, como los contratos de derivados financieros, que son contratos virtuales. Detrás de estas sencillas operaciones, había una cascada de empresas filiales (incluidas numerosas shelf companies) de Dean Witter y de otros corporativos que, se utilizaron para articular esta singularmente compleja operación financiera de “Counter-Trade”. Recuerdo que participaron, empresas de Sudamérica como la chilena Codelco. En esas capas nebulosas, Dean Witter a través del “Counter-Trade” realizó operaciones modestas con Banca Cremi. ¿Por qué fue modesta la participación de Cremi en el “Counter-Trade”? Por la razón siguiente: a pesar de que desde 1987 se había creado él área de operaciones de derivados financieros de la Institución, su volumen de transacciones era pequeño, no fue sino hasta 1989, cuando comenzó la apertura de la economía mexicana al mundo, y fue cuando comenzó a crecer el área y llegado un tiempo rivalizó en volumen de transacciones con el área de derivados de Banamex.

El “Counter-Trade” de commodities con la cual Dean Witter adquirió niquel y, scrap de niquel de Cuba, permitió que esos activos fueran monetizados, con la ventaja para Cuba de que sirvieron para reducir una parte de su deuda externa. Recuérdese que, Cuba transitaba por el llamado “periodo especial”, un periodo de aguda austeridad y escasez pues se había colapsado el sistema socialista, y la URSS, se estaba desintegrando, por lo que el comercio de Cuba con esos países simplemente se colapsó.

En esa época visité en plan de vacaciones la Habana y la Plaza de la Revolución, donde con motivo de un aniversario del 26 de julio, vi y escuché un largo discurso de Fidel Castro de más de seis horas de duración, precedido por una canción de Pablo Milanés, a mi lado (en medio de una multitud) estaba un miembro del Ministerio de la Industria que, había trabajado con el Che, que no cesaba de llorar ante la emotividad del discurso de Fidel. Sin embargo, en la cotidianidad, la población cubana resistía la escasez con resignación y rebelión interna contenida. Recuerdo que me estremecí cuando una tecnóloga cubana de nivel de doctorado, que se llamaba Mercedes y que frisaba los 30 años, muy seria y ganada su confianza me soltó de pronto lo siguiente: “Esto no funciona, he pensado en suicidarme”. Momento dramático para mí. Recordé que once años atrás Haydée Santamaría la revolucionaria cubana, hermana de Abel Santamaría, personaje que tanto quería el Che, se había suicidado. Le había afectado mucho el éxodo de miles de cubanos de puerto Mariel que optaron por abandonar Cuba. Haydée, en su carta de despedida antes de suicidarse acusó a Fidel de haber perdido sensibilidad social, un hecho inaceptable para esta sensible mujer, en alguien que como “Fidel” (al que un tiempo quiso tanto), decía ser un revolucionario de pies a cabeza. Haydée constantemente recordaba la expresión más sensible del Che (contenida en una carta dirigida a sus hijos), distintivo impecable e inmortal del auténtico socialista, que decía lo siguiente: “Sean -expresó el Che a su hijos-siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario”, (Carta de Ernesto Guevara a sus hijos, marzo de 1965). Por razones similares a las de Haydée, en 1926, Sergio Esenin un poeta ruso hoy, muy revalorado artísticamente (pasa por su momento cumbre de fama en esta tercera década del siglo XXI), se ahorcó en la habitación de un hotel en la rusia soviética.

Lo cierto es que la operación de “Counter-Trade”, culminó de manera exitosa por el impulso férreo de mi amigo Horne, fantásticamente estructurada, sin que se quebrantase la normativa de la Ley Helms Burton, pero que al incluir a Cuba en la negociación quebrantaba el espíritu de la norma. Esto no le importó a mi amigo Horne, porque él quería atenuar el sufrimiento económico del pueblo cubano. Yo le decía entonces:“Horne eres un socialista en la sombra (shadow socialist) de Wall Street”, él me replicaba socialista sí, enérgicamente socialista también sí, -pero acotaba con su sonrisa franca-en el paraíso financiero de Wall Street “depurado de la codicia” ¿No acaso Joseph Proudhon en 1857 en medio de amenazas de revoluciones socialistas, siendo el autor de la expresión “La propiedad es un robo” trabajó en un manual del mercado de valores para el conservador mercado financiero de Francia? La fina respuesta de mi amigo me sorprendió. Después investigué un poco más de este asunto intrigante y encontré que, efectivamente Proudhon escribió un manual contable con un agudo análisis económico de 511 páginas sobre las prácticas de la especulación financiera y bursátil incluidos las operaciones con derivados, intitulado “Manuel du spéculateur à la Bourse, Garnier Frères”, Paris, (1857).

Proudhon respecto a la especulación fue por momentos ambiguo, admiraba la energía especulativa del mercado de valores y de los mercados de futuros y su impacto sobre el desarrollo económico, y a la vez quiso desterrar en sus recomendaciones las prácticas corruptas como el “inside trading” o las falsificaciones de las manipulaciones contables. Proudhon percibió correctamente que, la tolerancia del Estado hacia esas prácticas entrañaba una forma invisible pero real de bail out (rescate financiero) del Estado hacia los capitalistas bursátiles, es decir a la apertura de una socialización de los riesgos financieros indicada por la expresión clásica de “ganancias privadas, y pérdidas socializadas”. En el impresionante doceavo Congreso mundial de historiadores de la contabilidad, celebrado en Estambul, Turquía en 2008, Jean Claude Juhel y Dominique Dufour presentaron un ensayo admirable: “A Discussion of Stock Market Speculation by Pierre Joseph Proudhon” en el que detallan la postura del filósofo francés amigo un tiempo de Marx y, luego tratado como adversario por el autor de “El capital” (1867-1894).

En el curso de mi investigación encontré una respuesta a lo dicho por mi amigo Horne y, es que, Proudhon escribió el manual de la bolsa y de los derivados porque estaba en extrema dificultad económica y necesitaba dinero para sobrevivir. Con pudor solicitó a su editor que no apareciese su nombre en las dos primeras ediciones de su manual, que quedó en el anonimato por un tiempo. Proudhon no se vendió al capital bursátil. Una lectura cuidadosa de su manual, indica que manifestó con claridad su desdén por las prácticas irregulares de los mercados bursátiles, incluyendo las operaciones de derivados. Si me apuran, Proudhon en su manual, identificó el problema agente-principal (teoría de información asimétrica) como causa de corrupción e ineficiencia económica. Proudhon siguió en este particular tema a Karl Marx (conocía bien sus textos y los admiraba. Hubiera votado a favor de Marx si viviera en el año 2000, en la encuesta que practicó la BBC para determinar al pensador del milenio, que por cierto ganó el filósofo alemán). Tanto Proudhon como Marx se adelantaron a la obra de Joseph Stiglitz que le hizo merecedor al premio Nobel de economía 2001, principalmente a sus textos “Principal and Agent” in J. Eatwell, M. Milgate and P. Newman, The New Palgrave. “Allocation, Information and Markets” (1989) y a su ensayo, ya todo un clásico de la economía financiera moderna: “Credit Rationing in Markets with Imperfect Information”, The American Economic Review”, (1981). Este último texto lo escribió Stiglitz con la colaboración de Andrew Weiss. También Proudhon tuvo ideas similares a las de J.M. Keynes sobre el tema de la especulación financiera, como lo demostró Dudley Dillard en 1942 (Dudley Dillard “Keynes and Proudhon”, Journal of Economic History, 1942). En síntesis, me hubiera agradado decirle a mi amigo Dave Horne que, Joseph Proudhon fue fiel a su convicción socialista, pero además de sus altas cualidades morales, fue un pensador global de amplios intereses. Poco se sabe, que en sus escritos abarcó una diversidad de temas; verbigracia, el tema feminista, censurando la opresión capitalista hacia la mujer, es clara su postura en dos textos que recomiendo mucho: “La Pornocracia, o las mujeres en los tiempos modernos”, (1875), y “Amor y matrimonio”, (1876). Otro tema que abarcó Proudhon fue el del cristianismo, su origen y su naturaleza. Remember textos similares proliferaron en el siglo XIX como: el de David Strauss. “The Life of Jesús: Critically Examined”, (1860); el de Ludwig Feuerbach “La esencia del cristianismo”, (1841). A mí me gusta en particular de Joseph Proudhon “Jesús y los orígenes del cristianismo” (1896) que, no desmerece de la “Vida de Jesús” (1861) de Ernest Renán. Finalmente recomiendo los comentarios críticos que, hizo Proudhon respecto de las memorias de Fouché, que rivalizan en más de un aspecto con la biografía de Stefan Zweig sobre el maquiavélico político francés.

Retornando a la operación de mi amigo Horne, yo afirmaría que pocos, sospecharon entonces de la magnitud de la compleja operación de “Counter Trade”, basada en reestructuraciones de los balances contables en el que la mecánica operativa real, constituye el colofón de la transacción. Hasta antes de su última fase, toda la estructura financiera de la operación incluía contratos virtuales, con modificaciones contables. La operación según me detalló mi amigo, involucró a corporativos de varios países (después bursatilizaciones y operaciones estructuradas y colocaciones de créditos sindicados en distintos países de forma simultánea y de gran magnitud serían de lo más común con el avance de la globalización económica y financiera en el siglo XXI). Recuerdo esta operación de “Counter Trade” efectuada en 1991 (o 1992), por qué fue de principio a fin una obra de arte en contenido y forma, de belleza similar al de una partida hipermoderna de ajedrez de Ricardo Reti, o tan artística en su estructuración y operatividad, como la famosa partida de ajedrez “la nueva inmortal” en la que el gran maestro danés Bent Larsen diseñó una asombrosa estrategia, en la que jugó un papel clave el sacrificio de su dama nada menos que ante el ajedrecista armenio Tigran Petrosian entonces campeón del mundo, evento que ocurrió en el torneo de Palma de Mallorca de 1966, uno de los torneos ajedrecísticos más fuertes de todos los tiempos.

Un día inesperado me llamó Horne por teléfono invitándome a desayunar, me parece recordar que desayunamos en un restaurante del Fiesta Americana de la glorieta de Colón. El trader visitaba la ciudad de México de pasada, y quiso saludarme, y darme las gracias por las muchas horas que, platicamos de economía, de historia y de literatura; sobre todo de sus temas predilectos: el boom latinoamericano en literatura, y en el tema arqueológico, de los descubrimientos de Troya, de Creta, del Reino Micénico, en excavaciones ejecutadas por arqueólogos amateurs tenaces, con suerte, como Henry Schliemann o de arqueólogos sofisticados como Arthur Evans, y D.G. Hogarth. Una de las pláticas más absorbentes que tuvimos fue sobre el descubrimiento de Hogarth (Evans tiene mérito por iniciar excavaciones en Lasithi o Dikte) y su equipo de la afamada Gruta de Zeus en el Monte Ida; lugar donde según los historiadores griegos, particularmente Hesíodo (“Trabajos y días, 700 a.C.), en esa Gruta (rodeada de miles de cuevas) la diosa Rea ocultó a Zeus de su padre Cronos para evitar que este lo devorara. Ambos discutimos con frecuencia la tesis según la cual el realismo mágico del boom latinoamericano tenía semejanzas -mutatis mutandis- con los temas simbólicos de las copiosas leyendas de la antigüedad griega. No era casualidad, que Gabriel García Márquez expresara en una entrevista (que no recuerdo su nombre ni la fecha), que tuvo como modelo no solo a Kafka, a Faulkner, sino a Sófocles el gran trágico griego.

Recuerdo otro día especial, cuando después de beber varias copas de oporto en un restaurante de Polanco, comparamos Horne y yo, rasgos comunes que compartían leyendas de varias civilizaciones de la antigüedad. Una de las más reveladoras, fue la leyenda que relata, la subida al Monte Ida del rey Minos para ver a Zeus en su cueva y, luego bajar con las tablas de la Ley que el propio Zeus le entregara y, le mandatara que diera conocer a su pueblo y con ellas creara el Estado de Derecho. Leyenda similar a la subida de Moisés (en la tradición judía) al Monte Sinaí para entrevistarse con Jehová, quien le entregó en dos tablillas los diez mandamientos (Éxodo 34:1-35). El rey Minos vio cara a cara a Zeus, similarmente Moisés hablaba cara a cara con Dios, como quien habla con un amigo (Éxodo 33:11-13).

Recuerdo claramente, un día especial de una grata comida que tuvo lugar en el Sanborns de los Azulejos, después de tomar café, súbitamente me dijo el gran trader de Dean Witter: “Maestro, aquí le entrego un obsequio que le va a gradar mucho”. Ansioso abrí el pequeño paquete, que puso en mis manos y, vi con asombro aún mayor que se trataba de la biografía de Piero Sraffa escrita por Jean Pierre Potier. Me dijo Dave que, la había comprado en una librería de un suburbio de Londres (Me pregunto ahora donde se ubicaba ese suburbio: ¿Estaría cerca del número 28 de Dean Street? o ¿Estaría cerca de los Pub que integran el “Karl Marx Pub Crawl”? Es altamente factible, cualquiera de las dos posibilidades). No sabía que ese día, esa comida especial que tuve con Mr. Horne en Sanborns de los Azulejos, sería la última vez que viera a mi amigo. No transcurriría mucho tiempo en que Dave Horne, se retirara de Dean Witter, justo antes de que devorara a este banco de Wall Street (mediante una absorción), el gigante financiero Morgan Stanley.

Después de la lectura de la biografía de Sraffa de Jean Pierre Potier, intensifiqué mis estudios sobre el economista italiano, recuerdo que me dejó perplejo la densidad de la obra cumbre de Sraffa de 1960, en principio ininteligible para mí. En mi fatigosa búsqueda (no había Google o buscadores similares de Internet) de las huellas intelectuales de este enigmático autor, di al cabo del tiempo con una obra sobre él editada en cuatro volúmenes, por John Cunningham Wood bajo la editorial Routledge. Esta colección es fantástica, está integrada por 115 artículos, todo un menú de ciencia económica para la degustación intelectual del paladar teórico más exquisito. El primer tomo trata de aspectos biográficos del economista italiano amigo de Keynes, contiene 35 ensayos. Los tres volúmenes restantes son una antología de artículos derivados de una severa selección cualitativa, que se distinguen por ser ensayos que tienen la misma densidad teórica que la del autor examinado. Véase el Volumen II, que, recomiendo mucho su lectura; contiene 27 artículos (que van del 36 al 62) de amplia variedad temática: ensayos que vinculan a Sraffa con Smith, Ricardo, Marx, Dmitrief, Von Neumann, Kalecki, y Galbraith. Recomiendo los siguientes: De B. Schefold “Von Neumann and Sraffa: Mathematical Equivalence and Conceptual Difference”; los artículos 48 y 49 que tratan de la famosa polémica de Garegnani y Hollander; el de Carvalho “On the Concept of Time in Shacklean and Sraffian Economics”. Tres joyas analíticas dignas de aparecer en la Revista Monthly Review de Paul Sweezy son: de E.R. Canterbery “Galbraith, Sraffa, Kalecki and Supra-Surplus Capitalism”; de P.M. Lichtenstein “Economic Democracy: The Rawls-Vanek-Sraffa Connection”, y de R.W. England “Production, Distribution, and Environmental Quality: Mr. Sraffa Reinterpreted as an Ecologist”.

Del mayor interés desde el punto de vista financiero-monetario es el ensayo de G.M.Hodgson “Money and Sraffa System”. En este texto, Hodgson nos recuerda, que lo que denomina Pasinetti “Modelo puro de producción” no está exento de incluir las finanzas y la economía monetaria, sino que son su esencia. En este ámbito, Keynes desarrolló conceptos de la teoría de los mercados de futuros, verbigracia su teoría de la backwardation para explicar los fundamentos teoréticos de dichos mercados. Por su parte, Sraffa demostró la naturaleza implícita de los mercados de futuros, con su teoría de las tasas propias de interés. Rubro analítico, que Keynes incorporó en su magnum opus de 1936. ¿Influenció Sraffa con su teoría implícita del interés mercancía en la obra de Nicholas Kaldor? La respuesta es afirmativa, el debate que tuvo Sraffa con Hayek donde elaboró su teoría de las tasas propias de interés, fue el origen de uno de los mejores ensayos en la historia de las finanzas, la especulación y el mundo económico real. Se trata del texto de Kaldor “Speculation and Economic Stability” (1939). Este alto dictamen está avalado por un economista de clase mundial, Sir John Hicks.

Sin duda, tanto Sraffa como Keynes que, comprendieron profundamente la naturaleza del dinero, elaboraron una teoría monetaria de la producción, como una teoría general, y ambos fueron como David Ricardo, más Sraffa que Keynes, sagaces especuladores en los mercados de valores. Sraffa obtuvo de su especulación grandes rendimientos financieros en la compra de bonos japoneses, poco antes del término de la segunda guerra mundial, mientras que Keynes, aunque hizo rendir positivamente muchos portafolios de inversión, no estuvo exento de grandes pérdidas. Asimismo, para entender la capacidad sobrehumana como trader financiero de David Ricardo -el jefe de la economía clásica y el modelo de trader exitoso en la especulación financiera que antecedió en esa actividad a Sraffa y Keynes-, recomiendo la biografía que sobre el economista inglés que escribió el economista sraffiano John Henderson (obra incompleta pero finalizada con gran pulcritud técnica por John Davis) “The Life and Economics of David Ricardo (1997). El capítulo III trata de los orígenes del London Stock Exchange y del papel jugado por el padre de David Ricardo, Abraham Israel Ricardo en la creación de ese famoso Exchange londinense. El capítulo IV, relata la preparación financiera que, como trader tuvo David Ricardo en Ámsterdam, que comenzó a los catorce años, por su parte, el capítulo VI analiza los orígenes y evolución de la carrera financiera de David Ricardo y su destreza legendaria para la especulación, indicando los instrumentos con los que hizo trading especulativo exitoso el economista inglés, que lo convirtieron en un millonario de la City inglesa. Las economistas italianas Luca Fantacci, María Cristina Marcuzzo y Eleonora SanFilippo, analizaron la conducta especulativa de J.M. Keynes en “Speculation in Commodities: Keynes:Practical Acquaintance” with Futures Markets” (Journal of History of Economic Thought, 2010). Lo relevante de este trabajo, es que sus autoras afirman que, de las victorias y derrotas que experimentó Keynes como especulador financiero se fue formando su teoría monetaria y de la especulación, bajo las lentes de la incertidumbre, tema que, incorporó en su magnum opus de 1936. De la habilidad de Sraffa como fino y exitoso especulador en el mercado de valores, trata el minucioso y fascinante texto de Irwin Union “Off the Run: Piero Sraffa and Imperial Japanese Government Bonds” (Case of Studies of Financial History, 2023).

En el volumen tres de la compilación enciclopédica de Cunningham, los ensayos versan de artículos sobre la crítica de Sraffa a la teoría microeconómica de Alfred Marshall, tocan también un tema predilecto de Sraffa “La producción conjunta”, comparan el sistema de Sraffa con otros modelos de la tradición de lo que Pasinetti denomina “Modelo puro de producción”, pero también hay ensayos que, emplean el sistema económico de Sraffa, para examinar problemas de políticas económicas de estabilización bajo economías abiertas o cerradas, problemas de tributación, y problemas de mercados laborales. No podía faltar en esta colección, en este volumen un ensayo sobre la relación fructífera de Sraffa con Wittgenstein.

En el volumen cuarto, los artículos que lo integran examinan a profundidad la naturaleza del sistema de Sraffa a la luz de la “mercancía patrón” que permite explicar satisfactoriamente la variación de los precios relativos cuando cambia la distribución del ingreso. Un problema, que David Ricardo no pudo resolver. Sraffa resolvió este arduo problema para el caso en que existe una sola técnica para cada mercancía, pero es factible su resolución para producción conjunta, cuando existe una pluralidad de métodos de producción, como lo demostró la investigadora colombiana Edith Alicia Klimovsky (“Alcance de la mercancía patrón de Sraffa: dos nuevas extensiones”, UAM, 2004). Como se sabe David Ricardo hacia el final de su vida trabajó para encontrar una medida invariable de valor, que evitara que un cambio en la distribución del ingreso influyera en los precios relativos. La “mercancía patrón” de Sraffa de manera satisfactoria (no con plenitud) resuelve el problema de David Ricardo planteado en su artículo incompleto “Valor absoluto, valor y valor en cambio” (1823).

En este volumen cuarto no faltan ensayos de política económica basados en las contribuciones de Sraffa sobre el papel que juegan las tasas de interés de corto y mediano plazo en la gestión de los déficits fiscales, y en los riesgos macroeconómicos de los mercados cambiarios. No faltan tampoco en este volumen, los temas teóricos, en uno de ellos Alejandro Roncaglia se pregunta si existe una escuela Sraffa en el sentido de Schumpeter. También recomiendo un originalísimo ensayo que examina, el “Modelo de trigo” de Ricardo a la luz del sistema de Sraffa. En lo que respecta, al tema de inflación, es de interés el ensayo de T. Aspromourgos: “Inflation in a Sraffa-Keynes Framework”. Hay que recordar que la tesis doctoral de Sraffa trata sobre el sistema bancario, bajo el régimen de Mussolini. Finalmente, no faltan artículos dedicados a reexaminar el importantísimo debate Sraffa-Hayek, ni la influencia de Gramsci en la visión económica y filosófica del economista italiano.

El recuerdo mágico de Don Patinkin

En la plática citada que transcurrió en el café Nin con Leonel Ramírez, mi amigo de repente invocó el nombre de Don Patinkin, entonces un mundo de recuerdos se desencadenó sobre este gigante de la economía. Como dice y expresa muy bien Haruki Murakabi “A veces no hay nada tan importante como los recuerdos” (“Kafka en la orilla”, 2002). Murakabi, un escritor muy revalorado positivamente en los tiempos actuales, un hombre de la generación de los 1960´s, ahora en la edad de los pesares otoñales, le abruman los recuerdos, especialmente los de los años 1960´s, donde los sueños de esa época parecían predecir una vida rica en plenitud por la rebelión libertaria de los movimientos estudiantiles y sociales que, conmovieron al mundo capitalista y socialista.

Al autor japonés Murakabi, le siguen acompañando los sueños espectaculares de esos años y teje novelas con mucha destreza sobre esos temas vinculados con la rebelión estudiantil y social, promovida en parte por el Rock como vanguardia contestaria intelectual de los jóvenes de la generación 1960´s. Situación, que la expresa de modo afortunado el propio escritor Murakabi en su muy atractiva novela “Tokio Blues” (1987). Novela, saturada de nostalgia. No fue casualidad que al escribir “Tokio Blues”, su autor se inspirara en la famosa canción de los Beatles “Bosques noruegos”, una canción cuya letra fundamentalmente fue escrita por John Lennon, cuyas guitarras acústicas, y el sitar de George Harrison, incitan al despliegue de una potente voluptuosidad sensual personalísima, llena de esplendorosa vitalidad, tan extrema que, su protagonista del que trata la canción, un joven que dice adiós a su adolescencia, dispone de un gelstat candente parecido al personaje de Flaubert “La tentación de San Antonio” (1874), que quiere y desea el universo para él, “Quiere todo y ahora”. Un deseo quemante de gozo espiritual y carnal. En virtud de que su chica no le cumple sus anhelos exorbitantes, su respuesta es incendiaria y lapidaria: “Quemar todo, quemar la casa”. He aquí, el poderoso simbolismo de la canción de los Beatles (que por otro lado inaugura con el álbum Revolver una inusitada revolución intelectual no solo musical, sino también social y política que, tiene por guía a Bob Dylan) en el que incendiar una casa de madera noruega, es un arrebato lúdico demoniaco de carácter nietzscheano. La casa incendiada, representa la no satisfacción con este mundo, saturado de objetos capitalistas, de fetichismo de la mercancía que, amenazan con impedir la plena realización humana en libertad, como lo expresa la canción más simbólica de los Rolling Stones de la que hablaremos más adelante, también muy influida por Dylan. El incendió representa en la canción “Norwegian Wood” y, por extensión en el ubicuo libro de Murakabi “Tokio Blues”, el anhelo quemante y palpitante, de una vitalidad infinita deseada pero coartada. Silvio Rodríguez que se inspiró en los Beatles y en Bob Dylan expresó este sentimiento a la vez vital y frustrante como un par dialéctico hegeliano en una de sus canciones poco conocidas, en los términos siguientes: “Tengo el anhelo sagrado y las alas cortas”. Un anhelo similar sintió San Agustin el Obispo de Hipona muchos siglos antes cuando expresó “¡God, Make me chaste, but not Yet” (San Agustín de Hipona “Confesiones”, 397-398 d.C.).

Este fervor vital que se genera con el placer febril de la espontaneidad se aprecia y se goza sutilmente escuchando, I Can´t Get No Satisfaction”, “Sunhine of Your Love” y “White Room”, estas dos últimas, con el brioso bajo continuo bachiano tocado por el socialista Jack Bruce. Para inducir este incitante placer vital, recomiendo escuchar, Year Blues en la versión de la super banda “Dirty Mac”, integrada por John Lennon, vocal y guitarra de acompañamiento, Eric Clapton, guitarra requinto, Keith Richards, guitarra bajo, Mitch Mitchel, batería y Yoko Ono con la manta de piano acústico. Un agradecido espectador de música al escuchar esta canción en vivo expresó con el fulgor que, hubiera complacido al poeta griego Homero lo siguiente: “A Piece of The Beatles, The Rolling Stones, Cream, and The Jimi Hendrix Experience. If this wasn't recorded a lot of people probably wouldn't have believed it happened”. Wolfgang Hildesheimer autor según mi opinión de la mejor biografía de Mozart (1991) relató un incidente musical parecido al del fantástico Dirty Mac tocando Year Blues. Al respecto, Hildesheimer invocó una reunión selecta ocurrida en la segunda mitad del siglo XVIII (¿En Viena?) en la que Joseph Haydin, Wolfang Mozart, Antonio Salieri, y otro músico de gran virtuosismo, tocaron juntos un cuarteto compuesto por Mozart. Uno se pregunta ¡Qué momento fantástico sería transportarse en el tiempo siglos atrás a Viena y presenciar ese histórico cuarteto musical! Quizá algún día con el imprevisible y frenético avance tecnológico se pueda convertir en realidad este sueño y este deseo febril, si los universos rotatorios de la teoría de la relatividad general de Knut Gödel de existir no sólo en el ámbito matemático sino en el de las posibilidades del mundo físico real, lo permitirían (Kurt Gödel “Rotating Universes in General Relativity Theory”, Proceedings of the international Congress of Mathematicians in Cambridge,Vol. 1, 1950. El texto en español de Gödel viene en la edición de las obras completas del gran Lógico checo editadas por Jesús Mostering en 1981 por Alianza Editorial de España).

Todos estos recuerdos me vinieron a la mente como derivación de la mención del nombre de Patinkin. Leonel me expresó que había leído y estudiado a Patinkin y su modelo crítico walrasiano-keynesiano saturado de decenas de ecuaciones. Me expresó -creó haberle escuchado- que comenzó a entender la economía de Patinkin expuesta en “Money, Interest and Prices” (1956) después de la tercera lectura. Me dijo, que había leído a Patinkin en sus clases del ITAM. Seguramente leyó en algún momento su biografía, en el monumental Diccionario de Economía que según me expresó tenía en su biblioteca personal ¿Sería The New Palgrave Dictionary of Economics? Yo creo que sí, el New Palgrave Dictionary es una de las enciclopedias más fascinantes que, existen sobre la ciencia económica, cuyos tomos individuales, cuando los adquirí, estaban configurados por una portada con fina pasta verde (la versión reciente tiene un color azul intenso). El diccionario incluye más de 3,500 artículos individuales de altísima calidad, que si viviera Diderot no dudaría en aplaudir su elegante publicación. Para entonces, ya había adquirido, los once tomos de la Enciclopedia Internacional de Ciencias Sociales publicada por editorial Aguilar, que un vendedor de oficinas de gran inteligencia (mayor que la de muchos amigos de doctorado que, no puedo mencionar) me los vendió a plazos, es decir en abonos quincenales.

Cómo se sabe, Don Patinkin sacudió a los más conspicuos economistas del mundo con su obra cumbre, cuya pretensión era señalar que el capitalismo no tiene ajustes automáticos que, lo conduzcan al equilibrio de pleno empleo. Basa su crítica en dos hechos, la tasa real de interés representativa de la economía no es suficientemente flexible, y el efecto de balance de saldos reales (una variante sofisticada del conocido efecto Pigou) no es tampoco lo suficientemente vigoroso, para que, ambos conduzcan al equilibrio económico con pleno empleo, bajo el capitalismo competitivo. Para llegar a esta conclusión Patinkin critica a los economistas clásicos (Adam Smith, David Ricardo y John Stuart Mill) y a los economistas neoclásicos (Jevons, Walras, Pareto, Cassel, Wicksteed, Fisher) por adoptar como válida la tesis de la dicotomía entre el sector real y el sector monetario de la economía. Aunque es un economista medularmente cuantitativista neoclásico, Patinkin es realmente un monetarista heterodoxo, que como veremos rindió gran tributo a la obra revolucionaria de Keynes.

Breve esbozo biográfico de un gigante: Patinkin el monetarista social y humano

Don Patinkin nació en la ciudad de Chicago el 8 de enero de 1922 y falleció el 7 de agosto de 1995 en Jerusalén. Estudió en la universidad de Chicago, donde obtuvo el doctorado con una tesis supervisada por el gran economista marxista polaco Oskar Lange. Con el tiempo, la tesis se amplió, y dio origen a “Money, Interest and Prices” (MIP), laborioso trabajo analítico contenido en 700 áridas páginas difíciles de digerir para un economista con limitado vigor intelectual, pero que, para el lector avezado, que aspira a ascender a las cumbres luminosas de la ciencia y, que no teme fatigarse al escalar sus escarpados senderos (Dixit Karl Marx), la lectura de esta obra de Patinkin le agradará sobremanera. Se trata de un trabajo que, anticipó los gérmenes de las futuras teorías del desequilibrio económico, que tanta recepción tuvieron en Francia en los años 1980´s. Fue nuestro autor “Lector” en la Universidad de Chicago, no suscribió el monetarismo rígido de Chicago, ni el monetarismo tipo I, ni el monetarismo tipo II de la famosa taxonomía propuesta por James Tobin (Kevin Hoover “Two Types of Monetarism”, Journal of Economic Literature,1984).

Sin duda, el heterodoxo monetarismo pseudo-keynesiano de Patinkin, fue en su momento un peligro real intelectual para el monopolio de Milton Friedman (y sus numerosos discípulos de Chicago), quienes inducidos por el maestro (y su compañero de lucha George Stigler) combatieron denodadamente a Patinkin para aislarlo, y acabar (vanamente) sobre esta vertiente hereje del monetarismo. En este debate intelectual, Milton Friedman contó con el apoyo del establishment académico y político y del Comité Nobel de Economía de Suecia, al premiar su trabajo y el de George Stigler y excluir injustamente por razones puramente políticas de su preciado galardón a Don Patinkin.

Nuestro autor, fue profesor de la Universidad Hebrea y presidente de esa institución. Se casó con Dvorah Trossman engendró con ella un hombre y tres mujeres. La felicidad matrimonial, le acompañó en su ardua labor de creación de ciencia económica pura y aplicada. Su afable trato, es posible (no tengo la menor duda) que se originara en esa circunstancia feliz. Es posible también que, el elegante marxista Oskar Lange, economista matemático y cibernético de origen polaco le trasmitiera su calma, su gentileza y su atractivo personal fincado en el valor del trust (confianza y sinceridad). Ambos compartían la idea de que la lealtad es un hecho biunívoco, abarca como un diálogo platónico dos partes; la lealtad del alumno al maestro, pero también la lealtad del maestro al alumno. En política implica inexorablemente, lo siguiente: la lealtad del subordinado al jefe, pero también la lealtad del jefe para con el subordinado. Algo que se olvida en la praxis política. ¿Porqué se olvida, el ser humano de la lealtad, si sabe que es un valor indestructible como guía de conducta social y humana? La respuesta la brindó Dostoyevski profundo conocedor del alma humana en los siguientes términos: “El hombre no es tonto (escribió Dostoyevski), y aunque lo fuera, lo que sí resulta ser es un ente monstruosamente desagradecido. Fenomenalmente desagradecido. Yo hasta me inclino a creer que la mejor definición de hombre es la siguiente: un bípedo desagradecido” (Dostoyevski “Apuntes del subsuelo”, 1864).

Como su maestro Oskar Lange, tenía Patinkin un profundo sentido patriótico. Ambos, autores regios, de obras singulares de ciencia económica tenían esta cualidad, que se tradujo en sacrificios personales (quizá en el fondo no lo eran). En el economista polaco, al renunciar a su catedra de Chicago y regresar a Polonia tratando de conducir, a la economía planificada socialista de su país con rigor técnico para crear, el mayor bien posible a su pueblo, y de paso intentar amortiguar la rigidez implacable del socialismo real polaco. Por su parte, Patinkin, sacrificó una brillante y lucrativa carrera en las universidades estadounidenses, para servir al naciente Estado de Israel que, en principio parecía una nación sin futuro claro con turbulencias políticas y sociales que, amenazaban su consolidación. Es importante señalar, que, si Oskar Lange y Don Patinkin hubieran permanecido en la Universidad de Chicago, no habría habido posibilidad de consolidar una escuela monolítica monetarista rígida como la representada por Milton Friedman y George Stigler, tal como lo demostró de manera palmaria y contundente Melvin Reder en su ensayo “Chicago Permanence and Change” (Journal of Economic Literature, 1982).

Las ideas de Patinkin que lo condujeron a crear su obra maestra “Money Interest and Prices”, fueron precedidas por otros trabajos previos como “Involuntary Unemployment and the Keynesian Supply Function” (1949), que establecieron las bases de su monetarismo heterodoxo-keynesiano. Dos años después, desarrolló Patinkin un modelo walrasiano peculiar en su ensayo “A Reconsideration of the General Equilibrium Theory of Money”, e inmediatamente pasó a demostrar la falsedad analítica de la dicotomía clásica, en su ensayo “The Invalidity of Classical Monetary Theory”. Estos dos textos fueron escritos en 1951 ¿Qué intentó hacer Don Patinkin con su magnum opus “Money, Interest, and Prices”? Construir una teoría general del proceso económico, que permaneciendo válida, la teoría cuantitativa del dinero fuese tan general, como para incluir aspectos de desempleo involuntario, como una posibilidad real del ciclo económico. pero que, a pesar de ser un hecho incidental en la evolución capitalista, si se presenta es socialmente devastadora, muy gravosa para los ciudadanos y por ello de gran importancia empírica.

Demostrar que la teoría construida por Keynes es revolucionaria no a nivel teórico general, sino por su gran importancia práctica en épocas de recesión fue una misión que Patinkin se tomó seriamente. En este sentido, reconoció que la teoría del desempleo de Keynes es necesaria y utilísima para la formulación de políticas públicas enfocadas a lograr el pleno empleo. Una vez alcanzado este propósito y sólo en este caso, se da paso al conservadurismo fiscal y monetario. Por lo tanto, un objetivo de Patinkin es demostrar que, la teoría cuantitativa sólo es restrictiva y rígida, si asume la dicotomía del sector real de la economía y la del sector monetario. Patinkin concluye que, si la teoría cuantitativa del dinero admite la no dicotomía clásica y neoclásica, puede ser útil para construir políticas públicas realistas que beneficien a la sociedad dentro del capitalismo.

Don Patinkin se propuso construir un corpus científico en economía y crear, antes que nada, una escuela de economistas israelitas discípulos suyos, para dirigir con sentido social y humano la economía capitalista de su nuevo país, evitando en la medida de lo posible las recesiones económicas. Su libro “The Israel Economy: the first decade” (1959), tiene este propósito y lo convierte en pionero de casos de estudios de política pública especializada. No es casualidad, que muchos discípulos de Patinkin integraran casi como monopolio la junta de gobierno del banco central de Israel. Como se sabe, Patinkin con sus alumnos jugaron un papel destacado en la formación del Estado israelí, y para ello elaboraron el proyecto Falk, que se basó en la introducción de una planeación meticulosa para establecer un sistema de mercado con estricta regulación estatal. Este proyecto fue muy exitoso e Israel generó por un tiempo, sólido crecimiento económico. Sin embargo, con la efervescencia de la contrarrevolución de Reagan-Thatcher, se olvidaron preceptos del proyecto Falk de Patinkin. Como consecuencia de este olvido, en 1983 estalló una crisis bancaria muy grave en Israel, los precios de las acciones de los cuatro bancos principales (banco Leumi, Discount Bank, banco Hapoalim y, banco HaMizrachi) se colapsaron. La crisis bancaria de Israel fue precedida por una desregulación financiera, que creó una burbuja especulativa de créditos con falsas garantías, y en el proceso se manipularon, los precios de las acciones bancarias. La burbuja se colapsó cuando los accionistas de los bancos quisieron recomprar acciones de sus instituciones en un contexto en que la liquidez del mercado bursátil israelí se comprimía, por lo que no pudieron readquirir las acciones y sobrevino entonces, la crisis bancaria. Se colapsó también el mercado bursátil, el “Tel Aviv Stock Exchange”, tuvo que ser cerrado por diez ocho días. Como suele ocurrir con las crisis bancarias, los eventos que, detonaron dicha crisis en Israel ocurrieron en el mes de octubre. El gobierno de Israel se vio forzado a nacionalizar los bancos, medida que aprobó Patinkin. En ese año, de 1983 se colapsaba en otra región del mundo de forma paralela, el sistema bancario chileno debido, al estallido de la burbuja crediticia vinculada con la privatización económica, la desregulación financiera y económica, impulsadas por los Chicago Boys y la Junta de Gobierno comandada por Pinochet; crisis que, comenzó a resolverse con la nacionalización también de los bancos chilenos.

La sensatez en el caso de Israel provino de nuevo de la acción de los discípulos de Patinkin, quienes volvieron a tomar el control financiero del país, mediante medidas de regulación más estrictas. Sin embargo, fue tardío este proceso de control, por parte de los discípulos de Patinkin, de ahí que, el costo de la resolución de la crisis bancaria israelí fuera del 30 por ciento del PIB, mientras que el costo de la crisis bancaria chilena con medidas neoliberales fue de 42 por ciento del PIB (Edward Frydl “The Length and Cost of Banking Crisis”. IMF Working Paper1999).

De hecho, mi amigo Leonel Ramírez me expresó que, en una turbulencia financiera israelí, el banquero central de Israel, Stanley Fischer expresó angustiado “Si estuviera Patinkin ahora con nosotros se resolvería con más facilidad la crisis”. Stanley Fischer, seguramente se refería a la crisis de 2008 que, experimentó el mundo sin exceptuar a Israel. Hay que recordar que Fischer fue gobernador del banco central de Israel del 1 de mayo de 2005, al 30 de junio de 2013. Stanley Fischer atrapado por el neoliberalismo, fue un arquitecto de la crisis financiera de Israel de 2008. Al recordar a Patinkin fallecido en 1995 trece años antes de la crisis, Stanley mostró una tardía, incipiente y efímera autocrítica sobre su responsabilidad. Para una valoración con enfoque integral de la influencia de Patinkin en la política pública del gobierno de Israel recomiendo el notable ensayo de Arie Krampf “Economic Planning of the Free Market in Israel during the First Decade: The Influence of Don Patinkin on Israeli Policy Discourse”, Cambridge University Press (2010).

Lo cierto es que La crisis bancaria de Israel de 1983 dejó una huella indeleble en Patinkin, y lo encaminó hacia la ruta que lo conduciría a un acuerdo crítico con la economía de Keynes y con el empleo parcial crítico de las medidas contra cíclicas que recomendó el ilustre economista inglés.

La admiración creciente de Patinkin por Keynes en su edad madura

El profesor Robin Matthews del Master of Clare College de Cambridge, hombre clave junto a Frank Hahn para la expulsión de los miembros de la escuela postkeynesiana de Cambridge, Inglaterra, una vez que fallecieron Piero Sraffa, Richard Kahn, Joan Robinson y Nicholas Kaldor, fue un gran amigo de Patinkin con una relación de amistad que perduró más de 30 años, Matthews expresó lo siguiente: “Patinkin fue un hombre escrupuloso como historiador del pensamiento económico y un economista de gran honestidad intelectual”. Por esta característica de honestidad intelectual, conforme Patinkin maduraba, iba comprendiendo mejor y admitiendo sin rubor que, Keynes había efectuado una revolución económica sin precedentes, en virtud de que había creado un nuevo campo del saber económico: el campo de la macroeconomía y, también, el campo de la nueva política pública que, se necesitaba para contener las crisis capitalistas que, destruyen riqueza y, en la que los daños mayores van para las clases populares. No fue casualidad que Tam Dalyell uno de los miembros más éticos del partido laborista inglés que, tenazmente persiguió y combatió los despropósitos económicos y militares de Margaret Thatcher, a la muerte de Patinkin haya escrito un emocionante obituario aparecido en el Journal progresista, “Independent” (Tam Dalyell “Obituary: Don Patinkin”, miércoles 9 de agosto, 1995).

A partir del gran reconocimiento de Patinkin a Keynes, los años, meses y días subsecuentes, fueron absorbiendo al autor de “Money, Interest and Prices”, en la gigantesca tarea de resolver problemas del nacimiento y evolución de la revolución keynesiana. En 1977, junto con J. Clark Keith organizó un libro singular, para examinar a detalle como historiador del pensamiento económico, la revolución macroeconómica keynesiana, su nacimiento y su evolución. El libro se intituló “Keynes, Cambridge and General Theory” (1977). Este texto está integrado por artículos selectos de economistas que, vivieron el nacimiento y los primeros años de la revolución keynesiana. De interés supremo para el historiador económico es conocer con amplitud y detalle, cómo vieron y vivieron el nacimiento de la revolución macroeconómica, los estudiantes de Keynes como Robert Bryce, Walter S. Salant, y Lorie Tarshis. Las impresiones de estos discípulos de Keynes sobre esos días arrojan mucha luz sobre la revolución keynesiana en su gestación. Por otro lado, en el citado libro, Patinkin escribió un artículo muy erudito sobre el proceso de la escritura de la “teoría general”. Austin Robinson por su parte, miembro del “Circus”, el grupo de economistas que giraban en 1930-1931 en torno a Keynes, y que fueron clave para la revolución macroeconómica, detalló en el libro de Patinkin-Clark Keith, aspectos críticos de la postura de los colegas de Keynes, quienes por lo general rechazaron la revolución, así como de los que contribuyeron a la misma. Donald Moggridge hace una crónica muy rigurosa del proceso de escritura de la “teoría general”; por su parte, Elizabeth Johnson examinó a Keynes como un orfebre literario, y Harry Johnson detalló el contexto previo a la publicación de la obra revolucionaria, vista desde los años 1940´s. La esposa de Harry Johnson, Elizabeth junto con Donald Modggridge fueron responsables de la publicación de la mayoría de los 30 volúmenes que integran “Collected Writing of Keynes”.

La visita memorable de Patinkin a México en los años 1980´s

Todo comenzó la semana del 4 al 9 de agosto de 1980, cuando se celebró el Sexto Congreso Mundial de la Asociación Internacional de Economía en la ciudad de México. El tema del Congreso fue “Recursos Humanos, Empleo y Desarrollo”. Fue un Congreso plural. En la apertura del Congreso estuvieron cuatro conferencistas de lujo: Paul Samuelson (neo-keynesiano), Josef Pajestka (marxista polaco), Raúl Prebisch (estructuralista) y Shigeto Tsuru (marxista). En este evento estelar, participaron figuras tan destacadas como: Paul Streeten, Samir Amin, Burton A. Weisbrod, Jagdish Bahgwati, Harry Maier, Victor Urquidi y Luc Fauvel. Este sexto Congreso estuvo marcado por el tema de desarrollo económico y empleo, temas claramente postkeynesianos.

Dos años después, en 1982, Don Patinkin sacudió al mundo de la economía publicando su texto “Anticipations of the General Theory and Other Essays on Keynes” (AGTOEK). ¿Cuál fue el mensaje de Patinkin al escribir esta erudita obra? A mi parecer, expresa el libro tres tesis esenciales. En primer lugar, para Patinkin, la revolución macroeconómica keynesiana, no fue una situación de descubrimientos simultáneos de varios economistas, sino que fue la realización exclusiva de Keynes, convertido en el Newton de la economía (José Manuel Sánchez Rión “Newton y Keynes”, 2018). La idea de Patinkin se sustenta en su tesis novedosa de “Mensaje Central”. De acuerdo a Patinkin, un economista que revoluciona su ciencia, puede emitir muchas ideas a veces contradictorias, pero triunfa allí donde hay una clara novedad científica que define su Mensaje Central, en el caso de Keynes según Patinkin es la tesis de la existencia de un ajuste de cantidad del nivel de ingreso y del empleo impulsada por el potente mecanismo del multiplicador del gasto que, en el equilibrio nivela el ahorro con el consumo y la inversión, en un punto que puede ser entre otros un equilibrio con desempleo involuntario.

En segundo lugar, Patinkin señala que la teoría de los economistas suecos pertenecientes a la afamada escuela de economía de Estocolmo, integrada por Knut Wicksell, Erik Lindahl, Erik Lundberg, Gunnar Myrdal, y Bertil Ohlin, no anticiparon las tesis revolucionarias de la “Teoría general del dinero”, sus ideas sobre la dinámica económica, si bien incorporaban fluctuaciones transitorias en él empleo (cantidad), estas eran producto más bien de las variaciones del nivel general de precios, las que creaban efectos reales en el empleo, pero no al revés. La teoría desarrollada por los miembros de la escuela de economía de Estocolmo fue solo una avanzada teoría de los ciclos económicos, pero no aportó nada de los elementos claves de la revolución keynesiana (el mecanismo equilibrante de ajuste por cantidad del “empleo” potenciado por el multiplicador del gasto para igualar el ahorro con el gasto de inversión y consumo en un punto de equilibrio con desempleo). En tercer lugar, señaló Patinkin, la teoría de Kalecki, es una teoría refinada del ciclo económico, que de ninguna manera fue una anticipación de la revolución keynesiana, por no contener el mecanismo equilibrante keynesiano ya citado.

En 1984 se organizó la reunión anual número noventa y seis de la American Economic Association incluyendo las famosas “Richard T. Ely Lectures”, una de cuyas sesiones fueron dedicadas al centenario de Marx, Schumpeter y Keynes. La valoración de Marx corrió a cargo de John Gurley con el paper “Marx´s Contribution and their Relevance Today”. La valoración de Schumpeter corrió a cargo de Herbert Giersch con el ensayo “The Age of Schumpeter”, y la valoración de Keynes correspondió a Don Patinkin con el ensayo “Keynes and Economic Today”.

En el mes de agosto de 1984 se celebró en la ciudad de México “La Conferencia Internacional de Población” (CIP) la cual tuvo un impacto relevante no solo en el campo de la demografía, sino en el desarrollo económico y especialmente marcó un hito en llamar la atención sobre los derechos de la mujer. La CIP, culminó en una serie de 88 recomendaciones y en la adopción de la llamada "Declaración de la ciudad de México sobre Población y Desarrollo". Esta declaración fue adoptada por consenso. Y fue presentada por el economista mexicano Víctor Urquidi, autor que participó en la Conferencia de Bretton Woods de 1944.

Según relató, el doctor Urquidi, el documento consta de 23 escuetos párrafos, redactados por un "Grupo de amigos del presidente de la Conferencia", con la consulta con otros miembros de delegaciones. Para expresar los términos de esta Declaración, indicó el doctor Urquidi, lo que significó la Conferencia Internacional de Población lo que requirió destacar lo siguiente en palabras del doctor Urquidi: “Lo más importante es que en los últimos treinta años se ha creado conciencia en el mundo de que las cifras totales de población no son una simple estadística que se da a conocer en los anuarios de las Naciones Unidas y otras publicaciones, sino que encierran una serie de problemas sin precedentes en la historia de la humanidad. Los programas de salud llevados a cabo en los últimos treinta a cuarenta años han hecho descender la mortalidad general y, en la mayoría de los casos, la mortalidad infantil, a una velocidad mucho mayor que en cualquier época que hayamos conocido en nuestras lecturas sobre algunos periodos del siglo XIX”.

El éxito de estas conferencias brindó el contexto adecuado para la venida a México de Don Patinkin. En efecto, en esa época, el Colegio de México organizó unas conferencias que tuvo como eje central -según recuerdo- la presentación de Don Patinkin de su libro Anticipations (AGTOEK). En aquel entonces era Jaime Serra Puche el director del departamento de economía del Colegio de México. Jaime Serra estaba muy activo en la actividad académica (y creo que también en el ámbito de la política, en virtud de que asesoraba al Secretario de Hacienda. En 1986 sería nombrado Subsecretario de Hacienda).

Sabía con mucha claridad el doctor Serra que, el evento de la conferencia dictada por Patinkin en el Colegio de México, lo prestigiarían grandemente. Recuerdo con cierta claridad el día de la conferencia de Patinkin. El doctor Serra Puche, vestía traje negro, camisa blanca y fina corbata (¿roja? puede ser). Lucía unos mostachos negros, destacaba su frente amplia que, anticipaba su futura perdida de cabello, sus ojos negros y su nariz recta le daban un aire fresco. Su presencia denotaba una recia personalidad, a la que se agregaba una fina estampa, que evidenciaba a todo un gentleman educado en Yale. Mostraba Jaime Serra por doquiera que caminara y que charlara, una seguridad pasmosa. Era entonces un derroche de seguridad personal que, parecía invulnerable a los acontecimientos. Si alguien hubiera dicho en aquellos momentos, que Jaime Serra Puche tenía la seguridad que lo asemejaba al rey Minos al bajar del Monte Ida con las tablas de la Ley después de hablar con Zeus, todo el mundo lo hubiera creído. Sin embargo, esa seguridad se quebrantaría dramáticamente en diciembre de 1994, cuando se vio forzado a renunciar como Secretario de Hacienda de México, por el error de diciembre y la devaluación del peso, evento que desencadenó una crisis bancaria y económica de enormes proporciones; entonces, su elegante y fiera arrogancia se desdibujaron, para semejarlo a la figura del rey Jerjes después de la derrota de los persas ante los atenienses en la batalla de Salamina que, inspiró a Esquilo para escribir la tragedia “Los persas” en el año 472 a.C. Posteriormente, el doctor Serra hizo una carrera espectacular en el sector privado, y es actualmente Presidente del Consejo de Administración de BBVA Bancomer.

En la época de la conferencia de Patinkin en el Colegio de México, yo había leído mucho sobre empresas trasnacionales, había leído incidentalmente, la tesis de licenciatura del doctor Jaime Serra “Las corporaciones trasnacionales y los grupos de poder. Análisis teórico” (1979), que parecía encaminar al doctor Serra hacia la corriente de pensadores progresistas. En aquella época se producían muchos trabajos analíticos y mucha investigación sobre la dinámica de las empresas trasnacionales, y su expansión por el mundo. Recuerdo el fulminante texto del presidente Salvador Allende que leyó en las Naciones Unidas y que, apareció en el libro de Hugo Radice “International Firms and Modern Imperialism: Selected Reading” (1976). ¿Cómo se desarrollaron las investigaciones sobre la evolución expansiva de las multinacionales por el mundo en los años 1970´s? En tres grandes rubros como a continuación se muestra.

En los años 1970´s proliferaban textos sobre el creciente papel de las multinacionales desde un punto de vista técnico con investigación empírica sin acentuar el aspecto político del tema. Ejemplos de esta modalidad de investigación son: Richard Caves “International Corporations: The Industrial Economics of Foreign Investment” (1971); H.G. Johnson, “The Efficciency and Welfare Implications of the International Corporation”, (1970); J.S. Hanson, “Transfer Princing in the Multinational Corporation: A Critical Appraisal,” (1975); N.B. Ravendra, “Theory of the Multinational Firms: Fixed vs. Floating Exchange” (1979); H.H. Rappaport, “Internationalization and Accounting” (1976); Alan Rugman, “Transfer Pricing Problems and the Multinational Corporations”, (1979); Paul Streeten, “The Multinational Enterprise and the Theory of Development Policy,” (1973); y, H.C. Verlage, “Transfer Pricing for Multinational Enterprises” (1975).

Textos de aquella época que, visualizaban la expansión multinacional en el mundo especialmente en los países subdesarrollados, como una manifestación de dependencia o del imperialismo económico, con ecos marxistas, son ejemplo, la literatura siguiente: Héctor Guillén Romo “Imperialismo y firmas multinacionaies” (1976); H. Magdoff, Paul Sweezy, P., O’Connor, J. y otros. “Teoría y práctica de la empresa multinacional” (1974); Stephen Hymer, “The Multinational Corporation and the Law of Uneven Development” (1972); Etsuji Kinoshita, “Multinationalization of Monopoly Capital”, (1974); D.K. Fieldhouse, “Imperialism: An Historiographical Revision" (1961); Ralph Austen, “Modern Imperialism.” (1969); P.A. Thornton, “Imperialism in the Twentieth Century” (1980). La revista Monthly Review dirigida por Paul Sweezy dedicó mucha investigación al tema guiado, por la tesis de Patinin de “Mensaje Central”, y asociado bajo el nombre de “capital monopolista”. Al lado de esta investigación actualizada, se puso de moda la relectura de los textos de los clásicos marxistas, y de los economistas no marxistas revisionistas sobre el capital financiero y el imperialismo, verbigracia: Rudolf Hilferding “El capital financiero” (1923); Lenin “Imperialismo fase superior del capitalismo (1917), Rosa Luxemburgo “La acumulación del capital. Una contribución a una explicación económica del imperialismo” (1913), y Nikolai Bujarin “Imperialismo y la economía mundial” (1917); John Hobson “Imperialism: A Study (1902); Klaus Knorr “Review: Theories of Imperialism”: Review of “Imperialism and Social Classes” of J.A Schumpeter y “The Origins of Totalitarianism” de Hannah Arendt.

Un tercer rubro de investigación de la dinámica multinacional, fueron los textos de los teóricos de la dependencia que examinaron la expansión multinacional sobre la óptica del subdesarrollo; ejemplos, los siguientes: André Gunder Frank “El capitalismo subdesarrollado (1972); C. Palloix, “Las firmas multinacionales y el proceso de internacionalización”, (1975); Osvaldo Sunkel, “Un comentario critico al informe de las Naciones Unidas. Las corporaciones multinacionales en el desarrollo mundial,” (1976).

Otros textos de los años 1970s, investigaban la expansión de las trasnacionales en México, siendo un ejemplo, los siguientes: Fernando Fajnzaylber y Trinidad Martinez Tarrago “Las empresas transnacionales: Expansión a nivel mundial y proyección en la industria mexicana” (1976); Orlando Caputo, “La inversión extranjera directa, las empresas multinacionales y el empleo directo en México”, (1977); S. González, “Exportación de manufacturas de filiales de empresas transnacionales en México”, (1974); R.S. Newfarmer, “La experiencia de las mayores corporaciones multinacionales norteamericanas en México” (1976); Bernardo Sepúlveda y otros, “Las empresas transnacionales en México”, El Colegio de México (1974). La tesis de licenciatura del doctor Serra Puche cae en este grupo.

El doctor Serra Puche al efectuar estudios de maestría en economía en el COLMEX, pasó de la ciencia política a convertirse en un economista neoclásico con enorme competencia matemática, lo confirma su tesis de maestría “El modelo neoclásico de crecimiento económico y los países con inversión insuficiente”. En 1979, obtuvo el doctorado en economía por la Universidad de Yale en Estados Unidos, con la tesis: “A Computational General Equilibrium Model for the Mexican Economy: an Analysis of Fiscal Policies”. Para este momento, sin duda, el doctor Serra era un economista medularmente neoclásico. En el contexto internacional prevalecía una batalla inclemente entre el monetarismo de Chicago, y el keynesianismo. En esta tesitura, fue que se organizó la conferencia en el COLMEX de Don Patinkin.

Como cabía de prever la conferencia del autor “Money, Interest and Prices”, fue esperada con gran expectación por el público conocedor, ¿Por qué esa expectativa tan grande? Dos razones pueden invocarse. La primera, tiene que ver con el hecho de que el texto de Patinkin, se estudiaba en casi todas las universidades del mundo, en especial en el COLMEX. Era una de las obras esenciales de enseñanza en los centros mundiales de posgrados de economía. Una segunda razón más poderosa que la anterior, era que muchos economistas del mundo esperaban (entre ellos yo, que además lo deseaba), que en breve Patinkin recibiera el premio Nobel de economía por parte de la Academia de Ciencias y Artes de Suecia. Para dar una idea de la calidad del evento esperado, con relación a la conferencia de Patinkin en el COLMEX, tenemos que recurrir al siguiente símil: Imagínese la expectativa y emoción entre la población adepta al Rock de México, del anuncio de un concierto suntuoso de Pink Floyd, una emoción parecida es la que hubo entre los economistas estudioso de México, sobre la conferencia de Patinkin en el COLMEX. Por esta razón, fue para mí un honor asistir a esa conferencia, cuyos incidentes, narro brevemente a continuación.

Mi enfrentamiento con Patinkin

El día de la conferencia acudí al Colegio de México, dejé mi viejo Renault 18 de color anaranjado en el estacionamiento de Taxqueña y tomé un taxi, la entrada era libre, según recuerdo confusamente. Emocionado llevé conmigo un ejemplar de “Money, Interest and Prices” del famoso conferencista. Era un libro ya un poco desgastado, publicado en español por la editorial Aguilar de España, y que, yo había adquirido en la librería Porrúa, que estaba ubicada en avenida Juárez, cerca de la calle de López. Intento recordar los incidentes de la conferencia, lo que no es fácil, se combina la confusión, con cierta claridad en los recuerdos. Ahora entiendo a Bob Dylan, cuando expresó “Cuida de todos tus recuerdos. No puedes revivirlos”. Me acuerdo, que antes de la conferencia platiqué con el Doctor Hernán Sabau, mi maestro en econometría en el CIDE. Debido a que había estado trabajando en un modelo econométrico de corto plazo, hacia poco tiempo en el gabinete económico a las órdenes de la doctora por la universidad de Yale, Rocío Villarreal, yo había estado estudiando mucho el libro de Edmund Malinvaud “Métodos estadísticos de la econometría” publicado en francés en 1964, y publicado en español en 1967 por editorial Ariel, un libro con título inofensivo pero hurgando en sus 706 páginas, ello constituía un inmenso reto para el entendimiento, por la densidad estadística, econométrica y matemática típica de un matemático francés que anda siempre en los niveles más abstractos y complejos de la ciencia cuantitativa, sin exceptuar a Malinvaud. Le comenté al doctor Sabau, sobre las dificultades para entender el libro de Malinvaud, y en especial del tratamiento tan intrincado que hacía del método de las confluencias y del método de los haces de Ragnar Frisch primer premio Nobel de economía junto con Jean Tinbergen en 1969. Con su mirada corrosiva y su ingenio sarcástico, el doctor Sabau me respondió, algo más o menos así. ¡Qué inteligente eres y mis respetos hacia ti al estudiar ese texto que a mí me da terror! Comprendí que no me debía preocupar, si la mayoría de las partes del texto de Malinvaud resultaran ininteligibles para mí, sabiendo que resultaban arduas para el doctor Sabau una eminencia mundial en econometría.

El doctor Serra Puche llegó a la antesala del evento, y saludó a Hernan Sabau, percibí simpatía entre ambos. Simpatía que me parece se inició con la visita de Jaime Serra Puche al CIDE para impartir una conferencia por esa época. Luego de los habituales saludos nos fuimos a escuchar la conferencia. Con gran maestría y aplomo, Patinkin dictó su conferencia, que resultó extraordinariamente brillante. Después vinieron las preguntas que le hicieron y las respuestas que con atingencia brindó Patinkin. Entonces, Hernan Sabau me incitó a preguntar -lo hizo con una sonrisa burlona- y yo no tuve más que aceptar, decidí intervinir. Había estudiado con particular atención el libro de Arthur Pigou “Employment and Equilibrium: A theoretical Discussion” (1941). Inicie mi participación afirmando que el texto de Pigou estaba entre los cinco más importantes libros de todos los tiempos. Pero expresé algo más que esa declaración. Argumenté que Pigou había creado en 1941, una economía dinámica que, tenía como distintivo aceptar, la tesis de que una reducción de salarios en el mercado laboral era neutral respecto del empleo y las ecuaciones contenidas en su libro lo demostraban. Expresé que Pigou en ese monumental trabajo, intentó preservar -mutatis mutandis- lo esencial del modelo neoclásico, en términos dinámicos (Pigou también examinó en las primeras cuatro secciones de su libro condiciones de equilibrio de corto plazo en términos estáticos) con el debido reconocimiento a Keynes, lo que en mi opinión equivalía a lo que hicieron Hicks y Hansen al introducir las curvas IS-LM en el modelo estático keynesiano, solo que Pigou iba por delante de ellos al establecer un modelo cuasi neoclásico de crecimiento con tintes keynesianos, mientras que Hicks y Hansen elaboraron un modelo estático. Pigou comenzó su análisis dinámico a partir del estado estacionario y luego desarrolló condiciones que apuntaban a una dinámica de acumulación de capital de largo plazo, que décadas después exploraría James Meade en su famosa obra “A Neo-Classical Theory of Economic Growth” (1964).

En mi intervención le dije a Patinkin que, Pigou establecía por vez primera para un autor señalado como eminentemente neoclásico, la aceptación de la neutralidad de la reducción salarial al empleo, porque aceptaba también la existencia de la trampa de la preferencia por la liquidez keynesiana. Le señalé a Patinkin que, el único antecedente que existía a esta dinámica de largo plazo de Pigou, era el modelo keynesiano de Roy Harrod de 1939. Pero que ese modelo era un modelo imperfecto de equilibrio dinámico, y que solo cuando apareció “Equilibrium and Employment” de Pigou, Harrod (y luego Domar), solo hasta entonces en contrapartida desarrollaron una teoría neokeynesiana de crecimiento dinámico, que perfeccionarían Solow y Tobin años después, por el cual ganaron estos últimos el premio Nobel de economía. Concluí afirmando con cierta seguridad que, Pigou era el verdadero fundador de la teoría del crecimiento, en el mundo de la ortodoxia económica.

Le dije al autor de “Money, Interest and Prices” en mi larga intervención de ese día que, Pigou demostraba con su obra de 1941 a la edad de 64 años, que era capaz de hacer autocrítica como hombre de ciencia. Sabía también y lo dije en mi intervención que entre 1937 y 1938, Keynes debatió con Pigou intensamente, y en esos debates fue un actor relevante Nicholas Kaldor. Pigou desarrolló ante ambos prestigiados economistas solo verbalmente su nueva aproximación teórica, y Kaldor le encontró defectos, a los cuales Pigou fue muy sensible y los corrigió. El resultado fue una estructura matemática en plena forma “Equilibrium and Employment”, que con las correcciones de Kaldor aceptadas por Pigou; Keynes, Dennis Robertson y el propio Kaldor aprobaron el texto de Pigou como una gran novedad científica en la economía.

En síntesis, exprese que, Harrod desarrolló un modelo incipiente de crecimiento económico con tintes keynesianos en “An Essay in Dynamic Theory” para el Economic Journal, (1939), y que el modelo, ya plenamente estructurado lo presentó en Harrod en “Towards a Dynamic Economics” (1948). Por su parte Evsey Domar publicó su texto sobre el crecimiento que dio nacimiento al modelo Harrod-Domar en “Capital Expansion, Rate of Growth, and Employment”, (1946). Por lo tanto, concluí mí intervención afirmando que Pigou se adelantó a Harrod y Domar en 1941. También le dije a Patinkin que en la biografía de Keynes que, escribió Roy Harrod, este gran economista hace un reconocimiento a Pigou en la senectud de su vida por su emotiva rectificación y, por el reconocimiento que hizo a Keynes por su obra revolucionaria. Al respecto, el profesor Pigou señaló que, fue muy airada su reacción negativa a la “Teoría general” de Keynes, y que, con el paso de los años al reflexionar de manera autocrítica expresó con sencillez, que como economista neoclásico ortodoxo había sido muy complaciente ante un evento tan demoledor y devastador como la crisis de 1929-1933, cuenta Harrod que todos aplaudieron ese gran momento de humildad científica de la cual carecen de manera abundante los políticos en su respectivo campo.

La respuesta a mi intervención, por parte de Patinkin me sorprendió muchísimo, me conmocionó y me brindó gran alegría. Patinkin, con la sencillez del genio y la humildad del sabio, expresó ante el auditorio presente en el COLMEX, algo como lo siguiente: “No tengo respuesta a sus comentarios, no he leído Equilibrium and Employment de Pigou, pero son pertinentes y agudas sus observaciones me las llevo de tarea”.

Después me alegró muchísimo más que, en el cocktail que siguió a su conferencia, se acercara a mí, y entonces dialogamos con franqueza y empatía. Le pregunté a Patinkin, sobre Oskar Lange y me dijo “fue mi maestro más querido, el supervisó mi tesis doctoral, era un genio consumado, lástima que se fue a Polonia y su carrera científica se detuvo”. Luego, le expresé con cierta timidez que, recientemente había estudiado su texto “Essays on and in the Chicago Tradition” (1980), y le expresé mi profundo reconocimiento por haber hecho una aportación decisiva a la historia del pensamiento económico, al demoler los mitos creados por Milton Friedman (alentados por Frank Knight) al inventar una escuela oral de Chicago, que se opuso a Keynes, y que existía en los años 1930´s, y que supuestamente Friedman rehabilitó después en los años 1950´s. Mi comentario fue música para sus oídos se alegró mucho me dio una palmada amistosa, y se fue el gran genio de la economía. Fue un gran momento, por mi parte me fui satisfecho por ese día que, intelectualmente ha sido un día histórico para mí.

Será motivo de otro ensayo revelar el enfrentamiento de Patinkin, un científico probó en contra de Milton Friedman un investigador ciertamente bueno, buenísmo un talentoso estadístico, pero también un investigador trapacero, como expresó Paul Samuelson “el problema con Friedman es que arruina un buen argumento haciéndolo extremo” (Paul Samuelson “Economía con sinceridad”, 1984). El Comité Nobel de economía de Suecia optó por la trapacería y no por la integridad científica al negarle el premio Nobel a Patinkin y, ofrecérselo a Friedman. Creo sinceramente, que la envidia, razones de índole política, la existencia de una mafia intelectual dominante, se conjugaron para esta negación, otro error más del Comité Nobel de economía, que se agrega a otro gravísimo error, por idénticas razones, al negarle la Academia Sueca, el premio Nobel a Harry Johnson.

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