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Las cartas del presidente
Dice la tradición que el presidente saliente entrega al futuro presidente, unos meses antes de salir, tres cartas para que las abra durante su sexenio. En la primera, que debe abrir durante el primer año, le dice “échame la culpa de los problemas que enfrenta el país”. En la segunda, que debe abrir al segundo, le dice “cambia gabinete”. Y en la última, que debe abrir unos meses antes de entregar el poder, le recuerda, escribe tres cartas.
Más allá de que lo anterior es solo un cuento, los presidentes, hasta antes de López Obrador, habían cumplido con esas recomendaciones, en este sexenio el presidente, se olvidó de la segunda carta y justificó todos su fracasos, especialmente en seguridad, en culpar de todo a los gobiernos anteriores. Lo que es seguro es que López Obrador no entregará esas tres cartas a Claudia Sheinbaum y todo lo que está haciendo es para amarrarla y evitar recurra a la primera carta y se convierta en una crítica de su gobierno.
Para muchos analistas el que Claudia haya nombrado desde ahora a su gabinete es una demostración de autonomía, yo lo veo completamente al revés. Los presidentes electos esperaban hasta estar sentados en la silla presidencial para nombrar a su gabinete y así evitar la intervención del presidente en turno. El gabinete de Claudia, más allá de que son en general nombramientos con gente de experiencia, es un gabinete de continuidad que amarra a su gobierno. Salvo salud, seguridad, comunicaciones, energía, ciencia y agricultura, todos los demás nombramientos son una herencia de López Obrador. Los puestos clave del gabinete, Hacienda, Gobernación, Función pública, Relaciones Exteriores, Economía y Educación recaen en funcionarios cercanos a López Obrador. En el Congreso los dos coordinadores son, no sólo cercanos a López Obrador, sino que compitieron con ella por la candidatura a la presidencia y descalificaron su campaña y su triunfo. Hay casos que preocupan en especial, Gobernación que no cuenta con la personalidad y experiencia y sobre todo educación, que recae en Mario Delgado, que durante su vida política ha usado sus puestos para beneficio político y económico personal.
El presidente López Obrador amarró desde muchos meses antes a la que sería su sucesora al comprometer que todos los candidatos tendrían garantizada una posición en el próximo gobierno. No sólo López Obrador amarró a Claudia con su gabinete, sino en las giras que realiza con ella por todo el país, la está obligando a comprometerse con sus proyectos y programas. La está amarrando también a que apoye la militarización de la Guardia Nacional y apoye lo que será la peor herencia de López Obrador, la reforma al Poder Judicial. Por otro lado, ya le amarró las manos para cualquier investigación sobre las obras y la corrupción en su gobierno con el nombramiento de Raquel Buenrostro en la secretaría de la función pública.
Yo creo que López Obrador se va a retirar de la vida política y se va a ir a Palenque, pero con los nombramientos del gabinete de Claudia, las reformas constitucionales que quiere que se aprueben antes de irse y con su gira por el país, ya le amarró las manos para que no haya críticas a su gobierno y continúen sus principales proyectos y programas.
En este mes después de la elección, Claudia Sheinbaum se ha visto sumisa, seguramente no le quedaba otra alternativa, pero no podrá realmente ser presidenta, si no rompe las amarras que le impuso López Obrador.