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Las deudas son la trampa silenciosa que te aleja de tu libertad financiera (Parte 1 de 2)
Vivimos en un mundo en el que el consumo se ha convertido en una norma y las compras a crédito son más accesibles que nunca. De hecho, en México, una empresa prácticamente tiene que ofrecer “meses sin intereses” si quiere vender, no sólo en épocas como el “Buen Fin” sino durante otras temporadas en el año. En ciertos almacenes, de hecho, parece una campaña permanente.
Esto entra en la mentalidad de las personas. Muchísima gente piensa que endeudarse es no sólo algo “normal”, sino necesario para tener una vida mejor. Otros la ven como un instrumento “para emergencias”. Sin embargo, lo que a menudo empieza como una solución rápida a un problema financiero puede convertirse en una carga pesada que afecta no sólo a nuestras finanzas, sino también a nuestra salud mental y por lo tanto, a nuestra calidad de vida.
La realidad es que obtener una deuda es gastar dinero que todavía no hemos ganado. Es adquirir una obligación de pago con nuestros ingresos futuros. Eso significa que cuando recibamos un ingreso, nos quedará menos dinero para nosotros (porque tenemos que pagar a nuestros acreedores). Esto nos quita flexibilidad financiera y capacidad de ahorro para construir nuestra libertad financiera.
La trampa de las deudas
Las deudas son una trampa en la que es fácil caer pero difícil salir. Cuando necesitamos dinero para cubrir un imprevisto, hacer una compra o simplemente cumplir un deseo (por ejemplo ir al concierto de nuestro artista favorito), la opción más rápida y accesible es pedir prestado o simplemente usar la tarjeta de crédito. Siempre podemos pagar después.
Es tan sencillo que muchas personas se acostumbran a vivir así. Es conveniente. Aunque sienten que “dominan” el tema, no se dan cuenta que parte del dinero que ganan ya no es para ellos sino para pagar al banco (o a otras personas). Entonces cada vez les alcanza para menos y piden prestado más, hasta que se ven con el agua hasta el cuello.
Salir de deudas es difícil por varias razones: la gente se ve limitada y tiene poca flexibilidad financiera o ingreso disponible para aumentar la cantidad que paga a sus acreedores, pero también porque se han acostumbrado, gracias al crédito, a vivir más allá de sus verdaderas posibilidades.
El alto costo del crédito
En México todos los créditos son carísimos, incluidos aquellos que tienen una garantía o colateral, como el hipotecario o automotriz. Aunque la tasa no parezca tan grande, dependiendo del tipo de préstamo o del plazo, la gente termina pagando el doble o el triple de lo que vale el bien en cuestión.
Por otro lado, me he encontrado con mucha gente que acepta alegremente “anticipos de nómina” que les ofrece el banco, a tasas de interés de escándalo y condiciones bastante leoninas (por ejemplo, imposibilidad de hacer pagos parciales anticipados).
De esta manera, un porcentaje relevante de los ingresos se va en pagar estos costos financieros, en lugar de cosas que realmente son importantes (como construir un futuro próspero).
A pesar de todo ello, para mí es un error enfocarse sólo en el costo financiero: es aún más importante el costo de oportunidad que implican las deudas.
El impacto emocional
Vivir con deudas también puede tener un impacto negativo en nuestra salud mental. La preocupación constante por cómo pagarlas a tiempo y el miedo a las consecuencias de no hacerlo pueden generar estrés y ansiedad.
Esto puede afectar nuestro rendimiento laboral, nuestras relaciones personales y nuestra calidad de vida en general.
Un enfoque más sostenible
Siempre he dicho que el crédito es una herramienta pero que debe utilizarse de manera muy cuidadosa y estratégica: para sumar, no para restar. Nunca para comprar más cosas, para salir del paso y mucho menos para una emergencia.
Es más, en este espacio he hablado que es mejor cambiar ese paradigma de comprar hoy y pagar después, por uno de pagar hoy (ahorrar) y comprar después. Hay que enfocarse en nuestra salud financiera, en tener un buen fondo para emergencias. Todo esto sí nos da flexibilidad y nos quita estrés y ansiedad. En la vida es fundamental desarrollar hábitos financieros que nos permitan vivir dentro de nuestras posibilidades y construir nuestra libertad financiera.
En México todos los créditos son carísimos, incluidos aquellos que tienen una garantía o colateral, como el hipotecario o automotriz. Aunque la tasa no parezca tan grande, dependiendo del tipo de préstamo o del plazo, la gente termina pagando el doble o el triple de lo que vale el bien en cuestión.
Las deudas son una trampa en la que es fácil caer pero difícil salir. Cuando necesitamos dinero para cubrir un imprevisto, hacer una compra o simplemente cumplir un deseo (por ejemplo ir al concierto de nuestro artista favorito), la opción más rápida y accesible es pedir prestado o simplemente usar la tarjeta de crédito. Siempre podemos pagar después.