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Las opciones de Mario
Auto marginado de una posición legislativa, Mario Delgado apostó por un lugar en el equipo de Claudia Sheinbaum. Después del 2 de junio le quedaría apenas un semestre como presidente nacional de Morena y si entregaba buenas cuentas electoralmente hablando, tendría pase directo al gabinete de la primera presidenta de México.
En las últimas dos semanas, empero, sus opciones se han reducido dramáticamente. La ratificación de Rogelio Ramírez de la O acabó con el sueño del economista itamita por llegar al despacho de Limantour. Y el nombramiento de Marcelo Ebrard como próximo titular de Economía lo dejó fuera de una opción relevante. La dirección general de Petróleos Mexicanos era su segunda opción. ¿La primera? Despachar en el Palacio de Covián, era la más improbable.
Entre las secretarías del Trabajo y de Educación estaría la promoción para Delgado Carrillo. En la SEP, sin embargo, no lo quiere un sector morenista... El mismo que objeta el nombramiento de Adán Augusto López Hernández como próximo coordinador de la mayoría oficialista en el Senado.
Delgado Carrillo cumplirá tres décadas en el servicio público. El primer tramo de su carrera, al amparo de Marcelo Ebrard, lo acercó al gobierno capitalino cuando Andrés Manuel López Obrador ocupó el despacho principal del Palacio del Ayuntamiento: diariamente proporcionaba la información estadística sobre la incidencia delictiva en las juntas matutinas del gabinete.
En el 2006, Ebrard llegó al GDF y designó a Delgado como titular de la secretaría de Finanzas hasta el 2008, cuando lo transfirió a Educación. Ya entonces, Miguel Ángel Mancera estaba al frente de la Procuraduría y gozaba de una sólida popularidad, aunque ninguno contaba con trabajo al interior del perredismo.
Con una estrategia de posicionamiento elaborada por Rafael Reyes Arce y un equipo que tuvo a Luz Elena González y Xiuh Guillermo Tenorio como principales soportes, Delgado hizo una apuesta quimérica... salvo por un factor: el respaldo incondicional de la entonces lideresa máxima del magisterio, Elba Esther Gordillo.
En el 2012, Delgado estuvo en la boleta electoral, como candidato al Senado. Su paso por esa legislatura fue anodino, salvo por un incidente que ahora es ominoso: votó —como legislador perredista— a favor de la reforma educativa del Pacto por México.
En el 2015, tras de la fundación de Morena, tomó la decisión que corrigió el rumbo de su carrera política: declaró públicamente su simpatía hacia el lopezobradorismo. Igual hicieron otros integrantes de la bancada perredista en la Cámara Alta, entre ellos: Lorena Cuéllar, Adán Augusto López Hernández y Zoé Robledo.
Forzado a competir por un distrito con cabecera en Iztacalco que colinda con Benito Juárez, llegó a San Lázaro en 2018. Porfirio Muñoz Ledo escogió conducir los debates parlamentarios y eso dejó vacante el espacio que lo catapultó: durante dos años fue coordinador de la mayoría morenista, que dejó en octubre del 2020.
Delgado Carrillo llegó a la Presidencia de Morena por mandato judicial, tras de haber ganado la encuesta y fue ratificado por el Congreso Nacional. En caso de optar por un cargo público, la senadora Citlalli Hernández quedaría al frente del Comité Ejecutivo Nacional, por prelación.
Según el Estatuto morenista vigente, la actual dirigencia partidista deberá convocar a Congreso Nacional antes de que concluya este año y elegir a los sustitutos de Delgado y Hernández, quienes fueron electos en octubre del 2020.
EFECTOS SECUNDARIOS
ADAPTACIÓN. El rector de la UNAM, Leonardo Lomelí Vargas, ha puesto en marcha un profundo proceso de transformación institucional para la máxima casa de estudios. Al frente de esas tareas ha quedado Hugo Casanova Cardiel, quien deberá trabajar para fortalecer y preservar la autonomía de la institución.