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Las políticas antiinflacionarias actuales han encontrado su límite en la sociedad, por lo que será necesario replantearlas
Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo.”
Abraham Lincoln
Una onda expansiva global de aumentos de precios está creando tensiones en los cinco continentes, el aumento vertiginoso de los precios de la energía y los alimentos, agravado por la guerra en Ucrania, está provocando olas de descontento en muchos países, por lo que las tensiones políticas y sociales podrían intensificarse en un futuro inmediato. Ningún continente se salva, el aumento de los precios está alimentando la ira social y la inestabilidad política.
En Sri Lanka, donde la inflación en los precios de los alimentos supera el 80% anual, cinco de cada seis familias se ven obligadas a saltarse una comida, el presidente Gotabaya Rajapaksa fue derrocado el 13 de julio pasado tras huir del país.
En Uganda, donde el precio de la gasolina se ha duplicado en los últimos cinco meses, las manifestaciones son cosa de todos los días, por lo que muchos manifestantes han sido arrestados.
En Panamá, el gobierno obtuvo el lunes 18 de julio la liberación de los puentes y las carreteras por parte de los pobladores que exigían una baja en el precio de la gasolina y en otros productos "esenciales".
En Ecuador, las protestas que se llevaron a cabo por más de dos semanas, donde se bloqueron carreteras y se afectó el comercio, en un país con una economía ya afectada por la pandemia, las manifestaciones fueron lideradas por la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador, que dejaron un saldo de al menos seis muertos y alrededor de 500 heridos entre manifestantes y agentes de policía.
Los aumentos de precios están destacando en la economía mundial: en junio, de 83 países, en 28 de ellos el 33%, la inflación rebasó los dos dígitos.
Se considera que en los países desarrollados de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la inflación promedio será el doble de lo esperado a principios de año y alcanzará un máximo del 8.5% en 2022, nivel no visto desde 1988.
En abril, tres cuartas partes de los países registraron aumentos anuales de precios superiores al 5 por ciento.
Esta ola inflacionaria se inició en 2020, cuando la demanda fue estimulada por los planes de recuperación post-covid de los gobiernos, que se desplazó hacia los bienes, en detrimento de los servicios, lo que ocurrió mientras las fábricas cerraban ante las restricciones sanitarias, interrumpiendo las cadenas de suministro.
El movimiento se acentuó con la invasión de Ucrania por Rusia, dos países que proporcionan una parte importante de las exportaciones mundiales de productos agrícolas y de energía.
Este sobrecalentamiento ya está trastornando la vida cotidiana en los cinco continentes. En Australia, la foto de una lechuga vendida por 11.99 dólares (8 euros) en un supermercado de Queensland, encendió las redes sociales y desencadenó una mini tormenta política. Los australianos ahora están aprendiendo en YouTube cómo cultivar verduras en casa, y los dueños de los restaurantes están recomponiendo sus menús sin calabacín, brócoli o coliflor, cuyos precios se han disparado.
En Nigeria, donde la inflación anual llegó al 19% en abril, los panaderos ahora están mezclando harina de trigo con harina a base de batata producida en el país, para limitar el aumento de sus precios y mantener a sus clientes.
¿El mundo está ingresando a una economía de guerra?
¿Los descontentos sociales y económicos pueden aún encontrar salida en la democracia?