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Las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos
El presidente Trump ha sobrevivido a fuertes tempestades. Primero fue el cuestionamiento por la intervención rusa en las elecciones del 2016 a través de operativos cibernéticos. El fiscal Mueller dijo en su dictamen que Trump trató de boicotear la investigación en 10 ocasiones pidiendo incluso el despido de Mueller. Después vino el impeachment o juicio político por el Ucraniagate, y que mediante el apoyo republicano salió ileso. Ha naufragado con mentiras y amenazas. El politólogo Carlos Valdés dice que “la debilidad de Trump es su fortaleza”.
El Partido Demócrata está dividido y ello es grave porque no existe unidad de propósitos. Para derrotar a Trump se necesita un candidato con posiciones sensatas, viables y una campaña convincente, con datos de lo que se propone, pero particularmente en aquellos estados que fueron demócratas con Obama y después republicanos con Trump.
Se trata de captar el voto de los estados bisagra en donde los electores pueden votar por uno u otro sentido. Son votantes moderados y de estados conservadores. En las elecciones del 2016, Hillary Clinton los abandonó y votaron contra ella. Trump, a pesar de perder el voto popular por 3 millones de sufragios, al ganar por 100,000 votos en tres estados del cinturón industrial que rodea a los grandes lagos obtuvo la Presidencia. En las elecciones intermedias del 2018 ganó el Partido Demócrata porque se esmeraron en atenderlos, lo que les dio mayoría en la Cámara de Representantes.
Otra clave son las posiciones progresistas, sin exagerar. Hay estados en donde eso funciona y en otros no. Ello obedece a que en Estados Unidos existen tres grandes agrupaciones políticas: los liberales, los conservadores y en política exterior, los cautelosos.
Lo que se avecina es una lucha electoral plagada de mentiras, verdades, amenazas, artes digitales. Por parte de Trump su seguridad de que el poder real es el miedo. Es un convencimiento shakespiriano de la política. Y lo usará para descartar al enemigo.
El problema central para el Partido Demócrata y para contados republicanos es que Trump representa una amenaza para la democracia estadounidense, lo que significa un gran reto para lograr la unidad para enfrentársele. Para otros es una Casa Blanca de uñas con el mundo.
Para nuestro país, las próximas elecciones son muy importantes por la interdependencia si bien asimétrica.
El año pasado, las remesas enviadas por mexicanos que trabajan en EU, como lo anunció recientemente El Economista, establecieron un récord, con un ingreso para nuestro país de 36,048 millones de dólares, colocando a México como el tercer receptor de remesas a escala mundial y el primero en envíos con origen en EU.
La Inversión Extranjera Directa que llegó a nuestro país en el 2019 fue de 32,921 millones de dólares, de los cuales tuvo su origen en EU 37%, esto es 12,000 millones de dólares, mismos que en una buena proporción fueron reinversión de utilidades, en vez de dinero fresco.
Las exportaciones mexicanas en el 2019 sumaron 461,000 millones de dólares. Ellas se dirigen en buena medida al mercado norteamericano. De las exportaciones totales, 89% fue productos manufacturados. Las importaciones fueron de 455,300 millones de dólares. De éstas, el contenido importado para exportar representó 60 por ciento. Con estas cifras se advierten los efectos del TLC (ahora T-MEC).
En turismo, el ingreso que tuvo México en el 2019 fue de 24,000 millones de dólares y una proporción de ellos fue por turismo estadounidense.
La interdependencia de México con Estados Unidos se respira cada día. Pero mientras Trump sea el presidente, mucha de la relación bilateral estará determinada por sus prioridades y amenazas.
