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Opinión

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Lecciones del caso inglés para la 4T

El viernes de la semana pasada, el nuevo gobierno de Inglaterra lanzó un audaz programa económico que basado en recortes en impuestos, desregulaciones y apoyos a los hogares para hacer frente al costo de las facturas por el consumo de electricidad, busca impulsar el crecimiento de la economía británica y aspira a lograr tasas de crecimiento anual del PIB de 2.5%. Este programa implica un incremento en el déficit presupuestal que será financiado con endeudamiento.

Apenas se había hecho el anuncio y el rendimiento sobre los bonos del gobierno británico ya se había ampliado de manera importante con respecto a lo observado en los meses previos, lo que en los hechos significaba que los inversionistas estaban castigando el precio de esos bonos. Al mismo tiempo, la cotización de la Libra Esterlina frente al Dólar se depreciaba a niveles no vistos en años y ayer lunes los medios reportaban que había caído a su nivel histórico más bajo.

Aunque para muchos economistas el programa económico dado a conocer por el gobierno de la nueva Primera Ministra Liz Truss no tiene solidez teórica, para muchos fue sorpresivo el impacto tan fuerte sobre el valor de la moneda británica. Contrario a lo que tradicionalmente se pensaba sobre las monedas de países desarrollados, cuya fortaleza descansa en la expectativa de los mercados de que esas economías nunca caerán en una situación que permita pensar que no podrán honrar el pago de sus deudas, en esta ocasión, la reacción sobre la Libra Esterlina indica que los inversionistas no están tan seguros de ello, aún cuando descontando la inflación, la tasa real que estará pagando el gobierno inglés sobre la nueva deuda se ubica en el terreno negativo.

Algunos analistas empiezan a comentar que lo que se observa con el desempeño de la Libra Esterlina y el precio de los bonos del gobierno británico es lo que se observa en el caso de los mercados emergentes.

Ahora bien, lo que resulta relevante de este episodio de intensidad con el tipo de cambio y los rendimientos de los bonos británicos, en un contexto de una relativa elevada inflación a nivel mundial y un escenario cada vez más probable de recesión hacia el próximo año, es que estamos en un período de elevada sensibilidad de los inversionistas, que ante cualquier error de política de un gobierno, por más bien que haya sido evaluado en los años recientes por los inversionistas en los mercados financieros, es muy fácil que sobre-reaccionen ante decisiones que se consideren puedan poner en riesgo la capacidad futura para honrar el pago de las deudas. Algo que ya hemos vivido en México y los demás países latinoamericanos.

Lo anterior es de especial importancia en el contexto de un presidente López Obrador que de manera reiterada presume la estabilidad del peso mexicano como el indicador del éxito de sus políticas económicas, en combinación con el desempeño favorable de las remesas de los mexicanos que viven en Estados Unidos.

Lo ocurrido con la Libra Esterlina y el colapso del precio de los bonos británicos es una alerta temprana para el gobierno del presidente López Obrador que si bien es cierto se ha enfocado en mantener una disciplina fiscal al puro estilo de un gobierno conservador, también es cierto que no ha hecho nada por tratar de corregir aunque sea en grado menor, la situación crítica que se avecina por el peso creciente de las pensiones en el presupuesto federal, así como otros compromisos ineludibles, que colocarán al gobierno de México en una situación crítica que tal como ha ocurrido en estos días con el caso inglés, y tal como ya lo vivimos como resultado de la borrachera presupuestal de los sexenios de Echeverría y López Portillo, provoque una creciente incertidumbre sobre la capacidad de nuestro gobierno para honrar el pago de la deuda más adelante, y con ello se vea afectada nuevamente la estabilidad del peso mexicano, tal como lo hemos visto en otros episodios, pero peor aún, que se vea afectado gravemente el bienestar de los hogares mexicanos. Esa puede terminar siendo la herencia de la 4T.

*El autor es economista.

@GerardoFloresR

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